9 de agosto de 2010

Proceso de revelación: Construyendo la historia familiar


Para muchos padres adoptivos resulta un gran desafío enfrentar con su hijo la revelación, lo cual se entiende no sólo como el hecho de darle a conocer su condición de adoptado, sino además lograr que esa información se incorpore positivamente y se constituya en una maravillosa instancia de integración de dos historias de amor, de origen y de familia. En este reportaje abordamos los aspectos fundamentales de este proceso básico para la construcción de la historia e identidad del niño.
    Si bien nuestra sociedad ha mostrado avances significativos cuando se habla de adopción, aún queda camino por recorrer. Un hecho absolutamente cotidiano y fortuito es, para Carolina Díaz, orientadora familiar de la Fundación Chilena de la Adopción, un buen ejemplo de esta situación, cuando hace poco tiempo atrás conoció a una joven que muy naturalmente le comentó que tenía una hermana adoptada. Con la misma espontaneidad de la joven, Carolina le preguntó: ¿Y de qué Fundación? Sorpresa le causó su respuesta:”no sé”, para darse cuenta al poco rato que era el primero de varios “no sé” fundamentales en la historia de origen de su hermana adoptada.
    Un relato como éste es la clara muestra de una realidad en las familias chilenas, que plantea desafíos importantes a la hora de asumir la adopción en su totalidad y con la debida transparencia. Un capítulo ineludible y que puede generar gran inquietud y ansiedad en los padres, corresponde al de revelación En el diccionario el concepto revelación hace referencia a: la acción y efecto de revelar y/o a la manifestación de una verdad secreta u oculta.

    Secretos: un enemigo oculto
    Al ir más allá del concepto purista e internarnos en el mundo de la adopción, este último punto, una verdad secreta u oculta, es uno de los más delicados; no sólo en torno a la condición de un niño como hijo adoptivo, sino respecto de su historia de origen, cuando el secreto u ocultamiento resulta ser la tónica imperante. Esto, sencillamente porque activa una bomba de tiempo que más que proteger puede estallar en cualquier momento, dejando heridos en el camino.
    Para el célebre pediatra, psicoanalista y psiquiatra inglés Donald Winnicott, su relevancia se puede sintetizar en la siguiente frase: “los hechos están bien, porque son los hechos. Lo terrible es no saber si algo es un hecho, una fantasía o un misterio”.
    Desde la perspectiva del adoptado, la revelación se entiende como un proceso en el cual es importante que los niños no sólo conozcan su condición adoptiva, sino también el ir conociendo y dándole forma a su historia desde el origen. Para los padres adoptivos, en tanto, se refiere a cómo ellos lideran este proceso, construyendo un relato que integre historias, que hablé del encuentro, de la identidad de esta familia.
    Durante mucho tiempo y por generaciones se ocultaban las adopciones tras repentinos cambios de barrio, largos viajes luego de los cuales las parejas volvían orgullosas con una guagua en los brazos: “es que lo tuvimos en el extranjero”, se excusaban, o luego de extensas vacaciones en algún campo lejano, periodo que sumaba un integrante más a la familia.
    Afortunadamente, esta situación ha cambiado a medida que se han roto los viejos y tradicionales esquemas que sólo daban cabida al clásico de la familia tradicional como único modelo aceptado. Las familias han evolucionado y sus estructuras también, flexibilizándose, asumiendo y abriéndose a distintas realidades. A esto se suman cambios culturales como la toma de conciencia respecto de los derechos de los niños, lo que ha permitido que socialmente la adopción sea un tema más abierto.
    En cuarenta años aproximadamente, se ha producido un cambio que va desde situaciones de ocultamiento de la adopción, a través de suplantaciones de parto, abuelas que asumían maternidades y largos viajes o ausencias, a una apertura gradual del tema. Esto dio un giro hacia una nueva problemática: cuándo decirle al niño que es adoptado. Y muchas familias, de tanto esperar el momento apropiado, fueron postergando y eludiendo un proceso que debiera producirse de manera temprana y natural.
    Por lo general, se hablaba el tema una vez y luego no se volvía a tocar. Y el asunto finalmente se cerraba, porque los niños no preguntan sobre aquellas cuestiones de las que no se habla. Y si no preguntan, siguiendo la lógica de muchas familias, para qué volver a tocar el tema. Esto crea un círculo vicioso que, lejos de ayudar al niño a construir su historia personal, deja un gran vacío respecto de su origen, con un halo de misterio poderoso. Esto puede gatillar en los niños la elaboración de fantasías negativas que los padres no se imaginan o no dimensionan cabalmente, y que siempre desemboca en la misma conclusión para el niño: si no se habla es porque detrás de todo esto hay algo malo. O lo que puede ser una interpretación más errónea aún: es malo ser adoptado.

    Padres, pilares fundamentales en el procesoEntendiendo la importancia de una adecuada construcción de la historia personal, la realización de la revelación como un proceso continuo, liderado con propiedad por los padres desde la perspectiva del respeto y la consideración hacia su hijo, es que las instituciones ligadas a la adopción trabajan continuamente con los padres, acompañándolos, apoyándolos y guiándolos en este proceso.
    En la Fundación San José para la Adopción explican que la importancia de la revelación temprana debe entenderse sobre la base de un ejercicio para los padres, a través del cual se acostumbren a hablar de adopción e integren y procesen el concepto, porque la adopción es parte de su vida, del modo cómo forman familia. Esto les permitirá generar un clima emocional de tranquilidad y confianza, en el cual se pueda hablar del tema con los hijos desde el principio y cada vez que sea necesario.
    La asistente social Francisca Pinedo, coordinadora del Área Matrimonios Postulantes de esta Fundación, asegura que “no se trata de hablar a cada rato o sacar el tema de manera artificial y forzada, sino que el niño perciba que hay disponibilidad para hablar de ello. Porque cuando a los padres les cuesta tocar ciertos asuntos, los niños lo captan, y si al hacerlo se transmite ambivalencia o ansiedad, asumirá que es algo delicado que es mejor evitar”. Por esto es que los padres deben perder el miedo y ganar seguridad. Así, antes de iniciar una conversación, ellos deberían tener la predisposición emocional para abordar temas como su infertilidad, sus razones para adoptar y las de los progenitores para entregan a su hijo en adopción. Si el hablar de adopción es incómodo para los padres, los hijos tienen muy pocas posibilidades de iniciar espontáneamente un diálogo sobre el tema. Sólo de esta manera no les temblará la voz cuando llegue la hora de referirse a la historia de origen de su hijo.
    Actualmente es posible observar que a los padres no se les hace tan difícil hablar sobre el hecho puntual de la adopción, pero aún existe dificultad en la continuidad histórica, lo que muchas veces genera confusión en los niños. Los padres frecuentemente les dicen a sus hijos “cuando llegaste a la familia, cuando te fuimos a buscar…” pero no se le habla de su nacimiento ni de su existencia antes de llegar a la familia. La vida del niño comienza antes de su adopción. Aunque es posible que no tenga recuerdos concientes y los padres no dispongan de mucha información, es importante que el relato se refiera a la historia preadoptiva. Por ejemplo, es un hecho que el niño fue gestado por una pareja, creció en el vientre de una mujer, nació como todos los niños lo hacen, los progenitores son personas reales, que existen aunque no formen parte de su presente.
    Algunos pueden pensar que decir que sus hijos son adoptados es toda la revelación, pero en realidad éste es un proceso, es un diálogo que seguramente continuará durante toda la vida del niño. Surgirán inquietudes todo el tiempo y durante las distintas etapas de la vida, que irán más allá incluso de preguntas predecibles. “Pero finalmente serán los padres los que estimularán lo que se vaya abriendo y hablando en cada una de estas etapas”, refiere Pinedo.
    Los padres debieran conversarlo antes y tenerlo presente, tener una postura definida y abrir el tema primero entre ellos y luego con el hijo. Si por el contrario, les cuesta mucho hablar, entonces debieran buscar ayuda profesional o apoyarse en redes sociales con temáticas comunes, compartiendo con otros padres adoptivos. Esto permite normalizar la adopción y darse cuenta que en general la parentalidad no es fácil y conlleva desafíos que son más comunes de lo que muchas veces se piensa. “Generar estas instancias de convivencia, permite no sólo apoyarse, sino también normalizar la parentalidad adoptiva, lo que significará entonces, para los hijos, vivir con naturalidad el ser adoptivo”, explica Carolina Díaz.

    Lidiando con los hechos
    ¿Qué decir de la historia de origen entonces, sobre todo en aquellos casos en que hay aspectos dolorosos? Los expertos refieren que es importante al entregar información, considerar la edad y la madurez del niño, cautelando que esté en condiciones de comprenderla, regla particularmente significativa cuando existen antecedentes difíciles. Sin embargo, los padres deben saber que es esencial ser honestos y que el compartir información con el hijo, implica abrir una puerta por la que se transitará en diferentes etapas de su desarrollo. La mentira o la omisión amparada en el deseo de evitarle el sufrimiento, lejos de protegerlo, pueden resultar en situaciones dolorosas y nocivas para la relación. Si los padres son descubiertos en una mentira, de inmediato pierden credibilidad y esto inevitablemente afecta el vínculo.
    “Se debe entregar información fidedigna y, darle contenido y cuerpo a la historia. Pero no se trata sólo de informar, sino de darle un sentido que permita al niño identificarse con esa historia, hacerla propia”, sugiere Pinedo.
    También agrega que es importante “adecuarse a la edad del niño y utilizar un lenguaje apropiado para su entendimiento. Si el niño pregunta, es necesario contestar y, a la vez, preocuparse también de la motivación que tiene al hacerlo. Cuando respondemos, resulta esencial saber qué es lo que está preguntando, qué es lo que realmente quiere y necesita saber. Si no tengo esta consideración, podría no satisfacer su necesidad e incluso estar refiriéndole sobre aspectos que aún no ocupan sus pensamientos y para los que podría no estar preparado para entender. Una buena estrategia para aclarar lo que quiere saber es pedirle que explique lo que pregunta y también, una vez que le respondimos, preguntarle si aclaré su duda y si desea saber algo más”.
    Al respecto, Paulina Ramírez, psicóloga de la Fundación Chilena, destaca que cuando se adopta a un niño mayor, es vital encadenar su historia previa con la historia de la familia adoptiva, con sumo respeto y consideración. “En historias difíciles es básico que los padres puedan prepararse, porque entender que tu hijo fue maltratado por otra persona, debe ser brutal. Es necesario entonces procesarlo desde lo emotivo y lo cognitivo, de modo tal que les permita armar un relato que se pueda explicar a un niño pequeño. La principal tarea se refiere a que esa historia debe ser elaborada por los adultos, sólo de esta manera los padres serán capaces de liberarse de sus propios temores, aprensiones o complicaciones”.
    Revelación es entonces construir una historia, un relato particular que le dé un sentido personal a la adopción, en un ambiente de tranquilidad y confianza. Y en este proceso no hay recetas, porque cada historia es única. “Al construir su historia das las bases para la identidad del niño y de la familia”, sostiene Pinedo.

    Rescate de lo positivo
    Respecto del momento más adecuado para conversar con los niños, hay bastante unanimidad en el criterio de que lo más recomendable es “desde siempre”. Y para eso los padres deben estar suficientemente preparados, de modo que cuando estén con su hijo, el tema pueda surgir de manera natural. Los especialistas sugieren hacer una narración que acoja la historia de los padres y del niño, de la llegada, del encuentro, que sostenga los hechos, pero que también sea una narración cargada de afectos positivos “te esperábamos hace tiempo, te queríamos antes que llegaras, tenías siete meses cuando te fuimos a buscar, eras chiquito, gordito y risueño…”
    De acuerdo a Carolina Díaz, “esto no es una opción, es un valor. Que se valore la historia del hijo va a permitir quererla y poder narrarla. Como son adultos los que tienen que hacerse de la historia de ese hijo, es importante trabajarla e incluirla en su propia historia. Si los padres lo trabajan adecuadamente, no tiene porqué haber un trauma en esto”.
    A juicio de las profesionales de la Fundación Chilena, lo que se debe evitar es que esta situación no pueda resolverse porque se sienta lástima por el niño. “Cuando uno se mete en la historia del niño es bueno rescatar los elementos positivos de esa historia”, explica Ramírez.

    Entorno e intimidad
    La adopción es un aspecto fundamental de la vida familiar, que le da identidad y sentido de pertenencia a sus integrantes, ésta se vive en la intimidad del hogar y se debe cuidar que siempre exista el ambiente de acogida y protección para que sea vivida con seguridad y confianza.
    Surge entonces la pregunta de quién puede y quién debe ser informado. En la actualidad, el entorno social es mucho más receptivo a la diversidad, lo que favorece que los padres adoptivos también estén más dispuestos a contárselo a los demás. No ocultar la adopción a otras personas indica que hay una actitud más sana. Sin embargo, a veces resulta incómodo determinar cuánto hablar con personas que no pertenecen al entorno más cercano, temiendo asumir posturas muy evasivas o muy abiertas.
    Entonces el foco debiera dirigirse hacia la siguiente pregunta: ¿para qué, con qué finalidad, informar a los demás? Abrir el tema en el entorno debe buscar el beneficio del niño, este debe ser el análisis que hagan los padres al momento de contar sobre la adopción a otros.
    “La adopción es importante para el niño, así como lo es para la familia. Es algo que corresponde a la intimidad del grupo familiar, pero no es un secreto. Debiera ser compartido en los espacios sociales y afectivos significativos para el niño y ser él quien pueda participar en la dedición de cuándo y a quién contarle. En ocasiones lo harán los padres y en otras será privilegio del hijo hacerlo, o simplemente de no hacerlo”, asegura Francisca Pinedo.
    Algo que los padres y los mismos niños debieran tener en cuenta es que quizás su historia no va a ser tan bien recibida por los demás, que no todas las personas muestran la misma respuesta y sensibilidad hacia el tema.
    Para Ramírez, es fundamental integrar a las personas que son importantes en la vida del niño y que cumplen roles, como la tía del jardín infantil o la profesora del colegio, “porque hay temas que van a salir y es posible aprovechar esa oportunidad para educar al medio”. Las personas, en general, no se encuentran familiarizadas con el tema de manera natural y es ahí donde los padres adquieren un rol central en la transmisión del sentido de la adopción, tomando en consideración mitos, tabúes y verdades.
    Es importante que se transmita al entorno familiar y cercano valores asociados a la adopción. En la medida que se pueda explicar en qué consiste realmente, se entenderá también de manera más limpia y natural: La adopción es una realidad más, una forma más de hacer familia.

    Significado de la revelaciónSe entiende en un contexto familiar de confianza y respeto, con cariño, naturalidad y contención que sólo los padres pueden entregar. “Porque mis papás me quieren, puedo confiar en ellos”, es la lectura de los hijos.
    El conocimiento que una persona tiene de su adopción, idealmente será el resultado de un proceso general de construcción que variará en función de su madurez cognitiva y emocional, y no en una acumulación de información recibida.

    Qué decir

    • La verdad, sin adornos
    • Siempre con una carga afectiva positiva
    • Utilizar una perspectiva positiva de la adopción y los progenitores
    • Considerar siempre la edad del niño y su madurez, adaptándose a ello
    • Indagar qué quiere y qué necesita saber
    • No esperar a que pregunte
    • Siempre responder y ofrecer si necesita saber algo más
    • La historia debe incluir información previa a la adopción. La vida del niño empieza antes de ésta.

    Algunos efectos adversos de los secretos

    “Me mienten porque debe ser algo muy malo”.
    “Si me mienten en algo tan importante, todo lo demás también debe ser mentira”.
    Una relación construida en base a engaños está destinada al fracaso.
    Cuando no se habla de un tema importante los padres resultan poco confiables y los niños dudan de la incondicionalidad del cariño.
    Existe el riesgo que se entere de mala manera: revelación por terceros o escuchando tras la puerta.
    Hay quienes postulan que el niño siempre sabe, de forma inconsciente o corporal, y resulta imposible ocultarlo por mucho tiempo.



    Cita normas A.P.A.:
    Siredey, Verónica y Orellana, Pía (2010).Proceso de revelación: Construyendo la historia familiarAdopción y Familia, 4, 24-28.

    URL Abreviada: http://numrl.com/pdr04

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