7 de septiembre de 2009

Formación de la identidad



Priscilla Bornhorn S., M. Alejandra García P., Beatriz Juri A.; Psicólogas
La importancia de conocer su historia

    En del contexto de nuestra sociedad actual, donde la familia se constituye como el núcleo fundamental de socialización para el ser humano, la adopción se establece como una vía posible y legítima de hacer familia. Pero se observa que a nivel social existen aún temores, tabúes y mitos en torno a ésta, que dificultan un abordaje abierto del tema en la comunidad y, en alguna medida también, dentro de la familia adoptiva.
    A esto se suma que sus integrantes han sufrido un proceso de duelo frente al hecho de no compartir un patrimonio genético, debido a la ausencia de lazos de consanguinidad. Además, los padres adoptivos generalmente han pasado por largos periodos de esfuerzo, tanto en lo económico como en lo afectivo, extensas esperas que acarrean agotamiento, frustraciones, etc.
    Por su parte, los hijos han vivido una serie de cambios previos a la llegada a su familia adoptiva, como cambios de hogar o de cuidadores, lo que conlleva vivencias de abandono y rechazo, que a pesar de haber sido en algunos casos experiencias muy tempranas, inevitablemente dejan huella.
    Frente a esta realidad, los hijos adoptivos pueden recurrir a fantasías, explicaciones racionales u otras estrategias, que les permitan sobrellevarla mejor. Así, podrán atribuir el abandono a causas externas que lo justifiquen, como por ejemplo, la muerte de los padres biológicos; o también estas fantasías pueden resultar más extremas, en que el adoptado puede imaginar, por ejemplo, que fue dejado en la calle o en un basurero, (como se ha visto en relatos de algunos estudios). Estas fantasías pueden generar ambivalencias o confusiones en la forma en que el adoptado construye su historia.
    A partir de esto, es necesario considerar la importancia que la adopción tiene sobre la forma en que el niño va armando su experiencia, a medida que va creciendo y acercándose a la adolescencia, lo que tendrá un impacto en la constitución de la identidad.
    El establecimiento de la identidad corresponde a una necesidad básica del ser humano, a partir de la cual se avanza, como plantea el psicólogo Paulo Egenau, hacia su definición como persona única, con sus propios valores y particularidades que lo caracterizan, lo que conlleva una movilización hacia una mayor autonomía.
    Surge, así, la identidad como un tema fundamental en la adopción, considerando que para el joven adoptivo, la tarea por saber quién es, se vuelve más compleja, dada la relativa incertidumbre respecto de sus orígenes, mayor o menor según el caso, pero siempre con un grado significativo de desconocimiento y confianza en la información recibida.
    Resulta de gran relevancia para la formación de la identidad del adoptivo, el contar con la mayor información posible acerca de su historia. Éste constituye un proceso gradual, que se inicia en la infancia, donde los padres van entregando al niño la información y las explicaciones necesarias de acuerdo a su edad y nivel de desarrollo.
    Este es un proceso que expresa claramente una necesidad propia del desarrollo en el adoptado, que requiere ser facilitada y acompañada por los padres, de modo que favorezca la elaboración de los duelos y el proceso de integración de su identidad.
    En ocasiones, los padres se ven tentados a ocultar la verdad –o parte de ésta- con la intención de evitarles sufrimiento. Sin embargo, las investigaciones revelan que los jóvenes adoptados perciben ciertas incongruencias que les dan la impresión de que algo está siendo silenciado. Ximena Azocar, psicóloga y terapeuta familiar, plantea que todas estas “incongruencias y vacíos en la historia producen un estancamiento en el desarrollo de las personas”. El hecho que un niño o niña se entere tardíamente acerca de su condición, puede desatar procesos complejos de elaborar.
    Las investigaciones muestran que la revelación temprana significa para los jóvenes una expresión de sinceridad y aceptación por parte de sus padres, siendo vivenciada por ellos como una validación de su ser en el mundo, y como una muestra de afecto. Además, abre un espacio de seguridad, confianza mutua y contención, donde los hijos pueden desplegar sus ansiedades y aclarar sus dudas respecto al tema, y donde es posible trabajar los duelos implicados en la adopción.
    Así, se expresa el poder liberador de la verdad, favoreciendo relaciones constructivas entre los miembros de la familia. A su vez, permite que la identidad esté basada sobre estructuras nucleares sólidas, es decir, sobre un contexto de sinceridad y apertura familiar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario