23 de diciembre de 2009

Búsqueda de orígenes


Cuando el momento decisivo llega
En algún momento de su vida, la persona que fue adoptada se enfrentará a la disyuntiva de buscar o no a su familia biológica. Un proceso a veces doloroso que, sin embargo, logra dar un cierre a la constitución de la identidad personal. El Programa Búsqueda de Orígenes de Sename surgió a partir de la inquietud de un grupo de jóvenes de origen chileno, adoptados por familias suecas, de conocer su historia.

    Andrea tenía dos años cuando dejó Valdivia. Un matrimonio español la adoptó y vive junto a ellos desde entonces en ese país. Sus padres siempre fueron muy transparentes con respecto a su origen: “La verdad es que no hubo ningún tipo de conflicto ni trauma, porque nosotros siempre le dijimos que tenía dos padres y dos madres, aunque en un principio, por la edad, no entendiera nada”, cuentan ellos desde España.
    Aún así, ella tuvo la inquietud de conocer su pasado. “Desde que tengo uso de razón quise saber más. Al principio no fui capaz de enfrentarme a la realidad y hacerle saber a mis padres adoptivos la necesidad de conocer mis orígenes. Evitaba todo lo relacionado con Chile, me sentía incómoda con el tema, no tenía el valor de hablar de ello. Pero llegó un momento en que se me quitaron todos los miedos. Cuando tenía 17 años me sentí con fuerzas para enfrentarlo, fuese malo o bueno. Tenía que saber las causas de mi adopción. Lo bonito de todo esto es que mis padres se dieron cuenta de mi necesidad y me propusieron empezar con un proceso de búsqueda”, cuenta.
    Al principio, Andrea y su familia no obtuvieron mucha información, pero a poco andar se contactaron con Sename. En agosto de 2008 viajaron a Chile para reunirse con miembros del Programa Búsqueda de Orígenes; así podrían recabar más antecedentes, determinar la pertinencia de la búsqueda y seguir investigando para la localización de la madre biológica. Al tiempo, recibieron un correo que les indicaba que la habían encontrado.
    “El primer contacto que tuvimos fue por correo instantáneo”, recuerda Andrea. “Fue tan emocionante, no era capaz de asimilar que estaba hablando con mi madre biológica y mi hermana menor. Nunca olvidaré ese momento, fue algo inexplicable”.
    Actualmente se contactan por e-mail y por teléfono, mientras esperan el encuentro físico. Andrea está muy agradecida, el apoyo incondicional y la compañía de sus padres, así como la intervención de Sename, fueron esenciales en su proceso de búsqueda. “Gracias a ello hoy tengo una libertad interior inmensa”.

    Cómo surgió el programa
    El Programa Búsqueda de Orígenes nació en 1995, cuando el Centro de Adopción Sueco presentó a Sename la inquietud de un grupo de jóvenes de origen chileno adoptados por familias suecas, de conocer su historia. Desde entonces, brinda asesoría técnica y satisface los requerimientos de las personas adoptadas mayores de edad que deseen localizar a sus familias biológicas.
    Un proceso que, si bien no está exento de problemas, se da cada vez de forma más natural. María Fernanda Galleguillos, coordinadora y responsable del programa, piensa que ello se debe a la mejor preparación que reciben los padres adoptivos. “La ley de adopción que rige desde 1999 en nuestro país hace gran hincapié en la formación de los padres; un aspecto al que se le da gran importancia es, justamente, el de la revelación, lo que les permite enfrentar la adopción con mayor apertura”, explica.
    Es por ello que el proceso de búsqueda de orígenes no resulta tan traumático como se podría pensar. Muy por el contrario, suelen ser el cierre de un ciclo de formación de la identidad del adoptado.

    Luz verde a la búsqueda
    La decisión de buscar los orígenes es un proceso que requiere no sólo madurez por parte del interesado, sino también estabilidad emocional y apoyo familiar. La búsqueda responde a un proceso natural e inevitable de quien quiere organizar y significar su propia historia, lo que no siempre concluye con el encuentro físico con la familia biológica. A unos les basta con conocer antecedentes generales y las circunstancias en las que fueron adoptados, para otros es importante conocer antecedentes más personales de la familia de origen, y sólo algunos buscan el encuentro con la progenitora.
    El primer requisito para comenzar la búsqueda es que quien la solicita sea mayor de edad. Sorprende saber que las personas que la requieren, tienen en promedio 27 años. Galleguillos explica: “Desde el momento en que los papás, de forma paulatina y tempranamente, van revelando al niño que nació de la guatita de otra mamá, éste lo acepta en forma natural. Pero en la preadolescencia y en la adolescencia viene un cuestionamiento más profundo, que tiene que ver con la búsqueda de identidad (algo propio de la edad) y con el hecho de que empiezan a diferenciarse de los papás”.
    Sin embargo, esa primera inquietud no es suficiente para motivar la búsqueda. “Se produce una especie de chantaje con el fin de molestar a los papás, de remecerlos, que tiene que ver con la rebeldía de la edad más que con la adopción misma”, agrega. “Para la búsqueda de orígenes y el encuentro con tu familia biológica tienes que estar sólidamente preparado en términos de tu ser, de quién eres, porque significa remover toda tu estructura”.
    Es por eso que la búsqueda generalmente se pospone de manera natural hasta cuando la persona ya es adulto y, comúnmente, ocurre cuando se enfrenta al matrimonio y a la llegada de los hijos.
    El rol de los padres adoptivos, entonces, es de apoyo y contención. “Hoy, los padres están mucho mejor preparados y saben que es posible que en algún momento deban enfrentar esta situación. En la medida en que la adopción no haya sido un tabú, vivirán el proceso con mayor naturalidad. La experiencia nos indica que tras el encuentro con su familia biológica, no pasa nada y, también, pasa mucho. Es decir, la persona que fue adoptada, logra llenar ciertos vacíos en su historia, logra reconocerse en otro, pero después continúa con su vida. Consiste en conocer a esa otra persona, con respeto hacia quien le dio la vida, pero no se produce una relación madre-hijo como la que se establece con los padres adoptivos. No he tenido un solo caso en que los padres adoptivos no sigan siendo ‘sus’ padres”, dice la profesional.
    Sin embargo, ante la demanda del adoptado, es necesario definir correctamente la pertinencia de la búsqueda y del posible encuentro, lo que está a cargo de psicólogos y asistentes sociales. “La pertinencia tiene que ver con las motivaciones: si detrás hay rencor, rabia, frustraciones, evidentemente no se está preparado para vivir el proceso. Tampoco cuando la persona a la que se busca ha sido vulnerada: casos de abuso, violaciones, etc. Casos puntuales que son muy delicados”.

    Las dos caras de la moneda
    La preparación para el encuentro no es simple, considerando que en general hay un contraste socio-cultural bastante fuerte. Por eso, el adoptado se debe preparar para encontrarse con personas que social, cultural y educacionalmente van a ser muy distintas a él.
    Por otro lado, hay que considerar la posibilidad de que la madre biológica no esté dispuesta a enfrentar al hijo que cedió en adopción: puede ser una parte de su vida que ha mantenido oculta y que no quiere desenterrar o que no se sienta preparada para hacerlo, por la pena o vergüenza que le provoca.
    Sin embargo, cuando ella accede, ha llevado un gran dolor y culpa por dentro, la mayoría de las veces en solitario, no pudiendo hablarlo abiertamente con los suyos, y necesita liberarse y sanar esa experiencia. Cuando se produce el encuentro, es vivido como un perdonarse a sí misma. A la vez, le resulta muy gratificante sentir que ese hijo ha sido un niño querido, que hay una familia y que cuenta con respaldo. Todos esos elementos hacen que sea bastante sanador.
    El encuentro del adoptado con su progenitora suele ser una experiencia que resulta sanadora para ambos, incluso también para la familia adoptiva, que se fortalece en el vínculo.

    PROGRAMA ORÍGENES
    Fundación San José para la Adopción
    Durante 15 años, esta institución ha ayudado a reunir familias adoptivas. En todo este tiempo ha ido perfeccionando sus procedimientos, colaborando en las modificaciones legales que favorecen y facilitan el proceso, y creando nuevas instancias y servicios en beneficio de los protagonistas de la adopción.
    Como parte de los servicios a la comunidad adoptiva, en 2008 crearon el Programa Orígenes, con el apoyo y asesoría de Sename. María Fresia Ugalde, Trabajadora Social del Área Familia Adoptiva de la Fundación, a cargo del programa, cuenta que “este proyecto nace de la necesidad de ir preparando el camino a los jóvenes, para la hora que demuestren inquietud por conocer sus orígenes biológicos; ésta fue una tarea que visualizamos como imperiosa de asumir.”
    Si bien, en el transcurso de los años, la Fundación ha acogido las inquietudes y requerimientos de las familias adoptivas en el desarrollo de su ciclo vital, la intención a través de este programa, es dar respuestas concretas y de manera profesional, especializada y organizada sobre los orígenes biológicos del adoptado.
    Ugalde explica que en la fase inicial del programa, se ha dado acogida a los padres que buscan mayor información de la historia de origen de su hijo; también han recibido solicitudes de jóvenes que fueran adoptados por medio de instituciones diferentes a la Fundación, ofreciéndoles contención y orientación para la búsqueda de la información a través de los canales correspondientes. “Con nuestros 15 años de trabajo, los niños que hemos reunido con sus padres no superan esa edad, por lo que aún no tenemos requerimientos de búsqueda de la familia biológica, pero nuestro objetivo es estar preparados y haber adquirido experiencia para cuando eso ocurra, dentro de otros tres años”, concluye.

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