23 de diciembre de 2009

Las Pataletas


Contener, calmar, entender…

Son un fenómeno normal, parte del desarrollo de los niños en edad preescolar, pero inquietante para muchos padres. Un adecuado manejo de crisis por parte del adulto a cargo, puede permitir a muchos enfrentarlas sin morir en el intento y lo más relevante: enseñar a sus hijos a autorregular sus emociones.
    Lo cierto es que las pataletas son un fenómeno universal, temido por todos y cada uno de los padres de niños en edad preescolar. No importa si los hijos son biológicos o adoptivos, no hay padre o madre sobre la tierra que no se haya enfrentado alguna vez a esta difícil situación. Imaginemos esta escena clásica: Una madre intenta finalizar su compra de supermercado, la acompaña un niño que desde hace un rato ya se está haciendo notar: “Quiero un helado”, exige. “No, ya no más”, responde la mamá seria, intentando controlar la situación. En algún minuto la discusión se sale de control y ya no hay más diálogo. El niño se tira al suelo, empieza a gritar, llorar, golpea el suelo con puños y pies. Los gritos son cada vez más estridentes, agudos y fuertes. Es un espectáculo que incluso tiene espectadores, quienes se dividen en los que observan disimuladamente, pero con cierta mirada crítica; otros censuradores y algunos compasivos. Ya en la caja, el niño va medio afónico de tanto gritar, rojo como tomate, mojado por el llanto. Probablemente para esa madre ha sido el momento más agotador y estresante del día. Sin duda para el niño también.
    Como los niños no vienen con manual, se supone que puro criterio y un buen instinto parental debieran bastar para manejar exitosamente la situación. En letra de molde parece muy fácil, pero todos sabemos que en la práctica no es así. ¿Recetas? Muchas, tantas como estudios y literatura es posible encontrar.

    El time out está out
    Hasta hace algún tiempo los especialistas recomendaban manejar este tipo de conductas con time out, término que en castellano es conocido como “tiempo fuera”. Sin embargo, este concepto pareciera estar perdiendo terreno. ¿A qué se debe este vuelco? ¿Cómo manejar las pataletas entonces? ¿Cuáles son las recomendaciones que los expertos entregan actualmente?
    Recordemos primero en qué consiste el ya no tan popular time out: Básicamente es aislamiento. Como modelo especial de castigo, técnica muy utilizada para eliminar una conducta problemática, consistente en separar al niño del contexto en el que está ocurriendo la rabieta y su entorno social, si es que hay más personas, por un breve tiempo o hasta que logra calmarse. Todo esto, porque se pensaba que era una herramienta de manipulación que el niño utilizaba con sus padres o cuidadores, para conseguir su objetivo.
    Sin embargo, estudios realizados por expertos en psicología infantil sobre el apego desarrollado entre padres e hijos, serían los responsables de este cambio que se está dando en el tratamiento de niños con pataletas o conducta oposicionista. Ya no se piensa tan claramente que son un recurso utilizado por los niños por mero capricho.
    Ana María Olivares, psicóloga miembro de CEEIN (Centro de Estudios Evolutivos e Intervención en el Niño), de la Universidad del Desarrollo, explica a qué se debe este nuevo enfoque: “En estudios recientes se demostró que un niño que es ignorado cuando hace pataletas, aumenta considerablemente su nivel de estrés. El time out puede que funcione para los padres, porque los niños dejan de hacer pataleta, pero porque se aburren, se cansan o temen perder el cariño de sus padres o quedarse solos, todo esto con un nivel de estrés muy alto”. De acuerdo a la especialista, este sistema no le deja nada productivo al niño. No le enseña a autorregularse. Al contrario, si el niño aprende algo será a inhibir una frustración o a sacar la conclusión que para la próxima vez deberá hacer una rabieta mayor, aumentando su rebeldía y oposicionismo.

    En la senda de la autorregulación
    ¿Qué se debe hacer, entonces? De acuerdo a la psicóloga, al niño hay que contenerlo, no dejarlo sólo sino quedarse con él y tratar de entenderlo. El adulto debe ponerse a su altura física, que favorece una comunicación más directa y clara, lo que permite reducir el estrés generado en el niño. Esto, simplemente porque la tarea de los padres es contener, calmar y entender a sus hijos. Su gran labor es enseñarles a autorregularse, a través de estrategias que le permitan calmarse. Cuando se le acompaña y contiene, ese estrés se reduce y el niño se calma.
    Según Ana María, por su desarrollo cognitivo, el niño no tiene la capacidad de autorregularse, de modular las emociones, ni razonar. Existen niños más sensibles que otros y distintos niveles evolutivos que hacen que algunos presenten más rabietas o que, simplemente, las superen con mayor rapidez.
    La intensidad y cantidad de pataletas en los niños dependerá, entonces, de la respuesta de los adultos. Éstas se dan mayormente en niños entre uno y cuatro años de edad, mostrando su punto de mayor intensidad entre los dos y cuatro. Según estudios, un ochenta por ciento de los niños tiene este tipo de expresiones conductuales y emocionales. Como, por su desarrollo cognitivo, los niños de dos, tres y cuatro años aún no aprenden a modular sus emociones, la psicóloga descarta que hagan pataletas con la intención de manipular a sus padres: simplemente se trataría de un desborde descontrolado de las emociones, que los niños son incapaces en ese momento de manejar.
    La neuropsiquiatra infantil, Amanda Céspedes, explica en su libro Niños con pataletas, adolescentes desafiantes, que la experiencia empírica, apoyada en investigaciones, ha demostrado que los únicos métodos efectivos para abordar la conducta desafiante de niños y adolescentes, son aquellos que se sustentan en la identificación de los factores que las facilitan, provocan y empeoran. Lo realmente efectivo, entonces, es ir a la causa. Alrededor del 90 por ciento de las pataletas o conductas desafiantes obedece a causas externas al niño e inherentes al adulto que trata de sofocarlas. Por ello, recetas del tipo “mano dura” o “no se deje manipular” fracasarán si no se entienden sus causas ni se abordan de un modo objetivo y consistente.

    Paciencia y control: Los padres al poder
    Si bien la parentalidad con hijos biológicos y adoptivos es prácticamente la misma, Olivares reconoce que puede haber ciertos matices, sobre todo en niños adoptados después de los seis meses de vida. “Esto, porque dependiendo de las circunstancias que hayan rodeado a ese niño, es posible que sea un poco más inhibido en lo emocional, lo que podría manifestarse más tarde en pataletas. Es esperable que los niños prueben los límites. Los padres deben estar preparados, pero en la medida que estén ahí y hagan sentir a sus hijos cuidados y protegidos, podrán manejarlas exitosamente”, sostiene.
    Las recomendaciones, entonces, para navegar por estas aguas turbulentas sin naufragar en medio de la tormenta, parten por quedarse junto al niño cuando está haciendo una rabieta, porque está bajo un alto nivel de estrés y la compañía de sus padres o cuidadores lo calmará. Olvidarse de la manipulación, respirar hondo y pensar que es la oportunidad para enseñar al niño a manejar sus emociones.
    Intentar distraerlo puede ser una buena alternativa: “OK, no te vas a tomar el helado ahora, pero vamos a salir a andar en bicicleta”, por ejemplo. Todo esto, bajando a su nivel y mirándolo a los ojos. Esto es una manera de contener y calmar.
    Si el niño se empieza a golpear, hay que tomarlo y protegerlo. Cuando las emociones se desbordan, puede venir el descontrol. Aquellos padres de hijos con necesidades especiales, deben tener una cuota extra de control y paciencia.
    La prevención también es una gran aliada, en la medida que sea posible determinar los factores que suelen gatillar estas rabietas. Padres observadores podrán anticiparse no llevando al supermercado a un niño que está cansado y con hambre, por ejemplo.
    A estas alturas, más de alguien estará pensando si los límites no se desdibujan en este cuadro. Definitivamente no, si existe claridad en que hay materias en las que se puede transar y otras no, como la seguridad, salud y bienestar del niño. Si la causa de la pataleta se da porque insiste en asomarse por un balcón o meter los dedos al enchufe, definitivamente el “no” debe ser firme, claro y consistente. Pero si se enoja porque no puede meter su colación en su mochila que ya está llena de cosas, se le puede ayudar a hacer un espacio.
    Si bien las pataletas son parte normal del desarrollo infantil, sería recomendable consultar con un especialista si las hace todos los días de la semana y más de dos veces por día. A los cinco o seis años de edad, ya debieran ir en retirada. El haber desarrollado una comunicación efectiva con el niño y permitir conversar sobre las emociones, ayuda a que las rabietas sean cada vez menos desbordantes. Todo esto, una vez que ya se ha calmado y es capaz de escuchar.
    No debemos olvidar que la parentalidad se construye y requiere de mucho apoyo y dedicación, teniendo siempre presente que ser padres es una gran responsabilidad y la infancia tiene derechos que son ineludibles. Por último, no olvide que Ud. también fue niño y, hablando con franqueza ¿Podría asegurar que nunca hizo una pataleta?

    Guía rápida para prevenir:
    Muchas veces es posible prevenir un episodio cuando los padres logran percibir las señales de alerta. Si sospecha que la tormenta se avecina, prepárese y saque su carta de debajo de la manga:

    • Distraiga o redirija la atención del posible factor gatillante de la pataleta, hacia otra cosa.
    • Utilice el sentido del humor para distraer al niño, pero cuide que él no lo entienda como una burla.
    • Entréguele control al niño sobre pequeñas cosas, dándole alternativas.
    • Lleve al niño a un lugar tranquilo y háblele en un tono sereno.
    • Fomente en el niño la expresión de emociones y sentimientos con palabras.
    • Establezca una rutina diaria para el niño que le permita suficientes horas de actividad y descanso.
    • Premie a su hijo o hija cuando ella pida algo sin recurrir a las pataletas.

    Guía rápida de manejo de crisis:
    • No pierda la calma, porque el niño o niña ya la perdió. Recuerde que Ud. es el adulto y está en control de la situación. Intente un manejo de manera calmada y controlada.
    • Quédese con su hijo, no lo deje solo.
    • Intente distraerlo si aún es posible.
    • Abrazar o sostener al niño hasta que la pataleta empieza a desaparecer puede ayudar a los más pequeños.
    • Si comienza a golpearse, tómelo para protegerlo.
    • Ubíquese con el niño en un lugar seguro y tranquilo si es necesario.
    • Si la pataleta ocurre en un lugar público y hay espectadores, saque al niño de escena antes que alguien intervenga alterando el normal devenir del proceso y la rabia pueda fluir hasta agotarse. -Permanezca en calma y silencio junto al niño.

    Tenga siempre presente:
    • Su hijo y Ud. son más importantes que cualquiera a su alrededor.
    • Ignore miradas críticas.
    • Sea consistente.
    • Refuerce el comportamiento que quiera para su hijo: Refuerce lo positivo, no lo negativo.
    • Tenga expectativas razonables: Los niños se comportan como niños, no como adultos.
    • Aleje las tentaciones de su casa. Tenga un hogar seguro para los niños.
    • No sobrediscipline, pelee sólo las batallas que valgan la pena.
    • Fomente y premie lo bueno.
    • Aléjese de los problemas manteniendo ocupado y entretenido al niño.
    • Sea consistente, hable con convicción y cumpla.
    • Evite situaciones en que perderá. Retírese con rapidez y redefina.
    • Tensión en la casa, conflictos y descalificaciones entre los padres sabotean una efectiva disciplina.

Cita normas A.P.A.:
Siredey, Verónica y Orellana, Pía (2009) Las pataletas. Contener, calmar, entenderAdopción y Familia, 3, 6-10.
URL Abreviada: http://numrl.com/pat03

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