23 de diciembre de 2009

Padre Marcos Burzawa, Vicario para la Familia


La paternidad no es sólo biológica, 
es espiritual

Lleva más de veinte años en Chile y los últimos tres como Vicario Episcopal para la Familia de la Arquidiócesis de Santiago. Acogedor al recibir y claro al responder, este sacerdote polaco señala que de una u otra manera, todos podemos ejercer la paternidad. Es cuestión de vocación.
    ¿Cómo acoge la Iglesia a los matrimonios que recurren a técnicas artificiales para tener hijos?
    El tema es muy complejo. En primer lugar, me pregunto por la raíz de esta situación y creo que el estilo de vida tiene mucho que ver. Sobre todo en Santiago es a veces realmente loco: el estrés, siempre corriendo, falta de tranquilidad, la gente a veces no tiene esta paz en su corazón necesaria para vivir tranquilamente las relaciones de pareja dentro de la casa.
    En segundo lugar, es importante preguntarse si la maternidad, la paternidad, es un derecho. Porque si lo tomo como un derecho, voy a hacer todo lo posible para conseguirlo, pero ¿qué pasa con el bebé? Se transforma en un objeto para satisfacer mi capricho o mi necesidad.
    El tercer elemento implica ver qué significa la inseminación artificial. Es una técnica artificial, fuera del acto matrimonial sexual. La Iglesia siempre ha enseñado que las técnicas o la medicina pueden ayudar y deben ayudar cuando se trata de ciertas disfunciones sexuales, pero no pueden reemplazar el acto esponsal. No puede ser sólo el fruto de una manipulación.

    Pero pareciera que en la sociedad hay poca reflexión en torno a esto…
    Esta reflexión no se ha hecho justamente por el estilo de vida que llevamos. Estoy de acuerdo en que una cosa es decir a la gente qué no se puede hacer y otra es que, después de una reflexión profunda, la persona llegue sola a esa conclusión. Vuelvo al tema del derecho: estamos en una sociedad en que todos hablan de los derechos, partiendo por los niños, pero ¿qué pasa con las obligaciones, la responsabilidad, el compromiso?

    En ese sentido, ¿es un llamado también a encontrar el camino de la paternidad por otras vías?
    La paternidad no es solamente la paternidad biológica, también lo es la espiritual. Por ejemplo, nosotros lanzaremos un libro sobre la maternidad, que se llama “Madres, de la A a la Z”, en el que presentamos los testimonios de 25 mujeres; dentro del grupo también hay una religiosa que habla de cómo puede ejercer su rol materno. Es decir, para quienes no pueden ser biológicamente padres, hay alternativas: se puede adoptar o se puede buscar la forma de dar lo que uno quiere dar.

    ¿Cómo cree que se debe abordar esta situación para crear mayor conciencia en estos matrimonios de que la adopción puede ser una opción para ellos?
    Es importante reflexionar en general en la sociedad sobre este tema, pero también dentro de la preparación para el matrimonio, sobre todo cuando se trata de jóvenes que tienen un proyecto de vida, que se planifican. Cuando se es joven y se está enamorado, se sueña con una casita, los hijos, estar juntos… entonces es importante hacerse esta pregunta: ¿Qué pasa si no podemos tener hijos? Si se hace esta reflexión, debe producirse un respeto profundo por la vida, y eso significaría que actuaremos de manera coherente con la visión que tenemos de ella.
    Y también, como Iglesia Católica, debemos acoger a estos matrimonios. Cuando se trata del dolor humano, del sufrimiento… sabemos que estas situaciones son dolorosas, entonces, si la gente encuentra un espacio donde pueda ser escuchada, acogida, creo que eso también puede servir.

    Dentro de los temas que nos tocará debatir en el futuro próximo figura el aborto. ¿Cómo ve usted la discusión?
    La vida es un don sagrado y el aborto siempre será aborto. Lo decía el Cardenal hace unos días: permitir el aborto es abrir el derecho a matar.
    Desde el punto de vista psicológico y pastoral yo acompaño a las mujeres que han abortado, y es tremendo verlo desde su perspectiva. El aborto puede aparecer como una solución, pero no se está pensando en el futuro. Siempre hay dos víctimas, no sólo es el niño, sino también la mujer por todo lo que debe enfrentar después. Eso lo veo cada día aquí, en el Centro de la Familia, la situación es dramática. Por lo tanto, por un lado la Iglesia debe acoger a las mujeres que han abortado y acompañarlas pastoralmente, pero por otro, hacer todo lo posible para que no se produzcan más abortos. No hay datos oficiales en Chile, pero se calcula que hay 150 mil abortos al año. Frente a tanto dolor de las parejas que no pueden tener hijos, que quieren adoptar, sería maravilloso lograr que estas mujeres optaran por la vida, tomando la decisión de entregar a sus hijos en adopción, que ya es un acto de gran generosidad. Se respeta la vida y se da la opción a otros de ser padres.
    Pero en los temas de familia hay mucha ignorancia. Y si no estoy consciente de qué se trata, claro que voy a aceptar ciertas cosas porque no sé que son malas.

    También hay muchos que no quieren saber…
    Sí, claro. Solamente sabiendo se puede actuar de manera responsable y por lo mismo algunos no quieren saber.

    Muchos niños están en hogares en abandono y no son cedidos en adopción por sus padres…
    Creo que es un acto tremendamente egoísta de parte de esos padres, pues no piensan en el bien de los niños. Y eso tiene que ver con el amor. Si yo amo a una persona, voy a buscar su bien. Si sé que a lo mejor mi presencia le hace daño, entonces me alejo de ella, porque pretendo su bien. En este caso debiera producirse algo parecido: si en un momento los padres se dan cuenta que es imposible para ellos cumplir con su rol y los niños están abandonados y no son felices, hay que buscar cómo acompañar a estos padres, cómo ayudarlos a tomar conciencia de la situación y, eventualmente, llegar a un acuerdo para que entreguen a sus hijos en adopción.

    ¿Qué visión le parece que tiene la sociedad hacia quienes dan en adopción a sus hijos?
    Por un lado, estamos viviendo en una sociedad donde permanentemente estamos siendo juzgados y realmente en ciertos lugares o grupos de la sociedad, cuando un matrimonio, una pareja o una mujer entrega a su hijo en adopción y eso se sabe, se pueden sentir juzgados por no ser capaz de criar, educar, estar con un hijo. Pero por otra parte, la conciencia de lo que es la adopción es mayor.
    Sin embargo, a veces el proceso desanima a la gente, porque es largo e implica una serie de encuentros, charlas, exámenes psicológicos, revisión de los antecedentes, la situación económica, etc. Pero debemos entender que, por el bien del niño, hay que actuar de esta manera, no se pueden saltar estas etapas.

    ¿Cómo ve las políticas públicas en temas de familia en nuestro país?
    Pienso que están muy sectorizadas, no hay una visión global al respecto, de modo que en definitiva no existen políticas públicas a favor de la familia. Existen políticas sectoriales y asistenciales a través de diversas entidades y ministerios como el de la mujer, el del menor, el del adulto mayor… Creo que sería totalmente distinto si tuviéramos un Ministerio de la Familia. Debemos terminar con esta segmentación, hacer una reflexión profunda acerca de la familia en Chile. Eso ayudaría mucho en todos los aspectos. Si ponemos a la familia en el centro, muchas situaciones se solucionarán.
      Cita normas A.P.A.:
      Siredey, Verónica y Orellana, Pía (2010). Padre Marcos Burzawa, Vicario para la Familia. La paternidad no es sólo biológica, es espiritual.  Adopción y Familia, 3, 40-42.

      URL Abreviada: http://numrl.com/pmb03

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