Margarita Londoño
Cuando la señora tortuga sale
del agua a poner sus huevos a la arena, uno de ellos queda mirando en dirección
opuesta al mar. Al nacer, la tortuguita Antonia se adentra en la selva y se
pierde, pues no conoce el agua. Allí, en el bosque húmedo, se encuentra con un
monito y sus amigos que le ayudarán a enfrentar muchas dificultades. Finalmente
con el apoyo de todos, Antonia llega al mar, al lugar donde pertenece, donde
debe estar. Y sus amigos desde la orilla la alientan a partir, seguros que es
el camino que debe seguir.
Cuando un niño ha nacido lejos de su familia, requiere
de apoyo y compañía mientras llega donde su familia. Este periodo de transición
desde que nace hasta que se encuentra con sus padres adoptivos, será un tiempo
de contención y acogida, donde recibirá el cuidado y afecto que necesita.
Esta historia expresa con convicción y calidez
la importancia del rol que juegan quienes acompañan, quieren y protegen al niño
en esta etapa, la que se constituye en una instancia que le entrega las mejores
condiciones para su desarrollo y lo prepara para la integración a su familia,
porque le ofrece una oportunidad de vinculación temprana, base de lo que
posteriormente replicará en la relación con sus padres.
Y es así como, finalmente, “Antonia
nado y nadó, hasta que encontró un grupo de tortugas que la aceptó como parte
de ellas”.
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