22 de diciembre de 2010

Adopción en los colegios: Una tarea pendiente



La adopción es un tema que aún no se instala en la sala de clases de nuestro país con la planificación y presencia que se requiere. Sin embargo, en otros países se ha avanzado mucho e incluso se han establecido guías con el fin de ayudar a cumplir con la razón de ser de las instituciones educacionales: formar personas íntegras e integradas, promoviendo y potenciando el adecuado desarrollo de cada uno de sus estudiantes y atendiendo a sus distintas características y necesidades.
    Recibir a un niño adoptado en la sala de clases de cualquier colegio en Chile puede llegar a ser un desafío. Nuestra sociedad gradualmente se ha ido abriendo a este tema y hoy, que pareciera ser aceptado con cierta naturalidad, en lo cotidiano aún produce curiosidad, algo de incredulidad y prejuicios arraigados que entorpecen la integración plena de quienes formaron familia por medio de la adopción. Los programas educacionales no siempre consideran ésta (u otras) alternativa para formar familia al momento de entregar contenidos de conocimiento y valóricos en el aula, lo que no facilita que se valore la diversidad como un elemento que enriquece a la sociedad. En consecuencia, los niños evitan sentirse y mostrarse diferentes, experimentando ansiedad cuando se sienten expuestos ante los demás y viviendo la diversidad de modo amenazante.
    Paula, madre adoptiva de dos niñas, cuenta que su hija mayor recibió una tarea que le resultó particularmente difícil: hacer su árbol genealógico. Ella, que siempre ha sido responsable y cumple a tiempo con sus deberes, esta vez dilataba el plazo de entrega y se desvelaba pensando en cómo hacer para explicar que en realidad ella no nació de la guata de su mamá. No lo ha contado a sus compañeros y tampoco tiene ganas de hacerlo. Algunos niños llevaron fotos de su mamá embarazada y ella no las tiene. El asunto la angustiaba, se mostraba más irritable que de costumbre y nadie sospechaba que por un asunto más bien cotidiano ella lo está pasando muy mal.

    Un tema aún en pañales
    Si hasta hace 20 años atrás la adopción era francamente un tema tabú en nuestra sociedad, tiene cierta lógica pensar que a dos décadas el sistema educacional, entre otros contextos sociales, aún no haya sido capaz de incorporar la adopción y asumirlo plenamente al interior de las aulas. Desde preparar a los docentes para manejar la natural curiosidad infantil y encauzar adecuadamente las preguntas intrusivas, a considerarlo en un marco más amplio y profundo en el manejo de ciertas tareas y asignaturas. Asimismo, un aspecto más delicado todavía, aquel que está relacionado con respetar los tiempos y naturaleza de aquellos niños adoptados que, por haber vivido circunstancias especialmente difíciles, requieren de una guía y manejo distinto y capacitado.
    Es necesario tener claridad respecto de que los niños adoptados tienen una historia previa a la adopción que los ha marcado. Ni ellos ni sus padres son responsables de las carencias y heridas que les ha dejado ese pasado; lo que no se puede desconocer es que todos los adultos involucrados en su educación sí son responsables de darles una respuesta adecuada a sus necesidades. Un buen punto de partida sería, entonces, tomar conciencia respecto de la necesidad, no sólo de reconocer y abrirse a la diversidad en los distintos ámbitos de nuestra comunidad, sino también realizar un honesto ejercicio de tolerancia, respeto a la diferencia y aceptación del otro.

    La experiencia internacional
    Este es un camino que ya se ha recorrido en otros países. El tema de la adopción en las aulas es una materia que se toma con mucha seriedad y se trabaja constantemente.
    La española Beatriz San Román es una especialista en el tema, además de madre adoptiva. En su más reciente libro “Adopción y Escuela”, hace un análisis en el que establece la necesidad de interpretar correctamente los comportamientos de los niños, para así poder darles una respuesta satisfactoria, centrada en la necesidad que tienen, tanto los niños adoptados como el resto de los alumnos, de recibir una adecuada guía y soporte por parte de sus profesores al momento de plantearse preguntas sobre la adopción, a través de respuestas adecuadas que, por un lado les ayude a entender y, por otro, les otorgue un debido resguardo a su intimidad.
    Lo que los especialistas en adopción plantean es que el colegio significa un nuevo e importante desafío. Para un niño adoptado, especialmente de mayor, aconsejan retrasar el ingreso escolar el tiempo que sea necesario, para asegurar primero una adecuada vinculación familiar. Se ha demostrado que gran parte del éxito en nuevos aprendizajes depende de cuán seguro se sienta el niño con su familia, y un niño estresado e inseguro, difícilmente aprenderá. Recomendable entonces es que el niño inicie su etapa escolar una vez que se sienta seguro en su nuevo hogar y ya haya establecido vínculos con sus padres. Se sugiere incluso iniciar la vida escolar de manera paulatina, flexible y respectando los tiempos de cada caso.

    Entender lo que le pasa 
    Si bien es sabido y demostrado que los niños tienen una capacidad de resiliencia sorprendente, algunos de ellos cuentan con lagunas de aprendizaje considerables, de destrezas que no pudieron desarrollar en el momento esperado según su edad porque no contaron con las condiciones, lo que puede ir desde falta de atención hasta el maltrato. Si hay algún niño adoptado que muestre un comportamiento disruptivo en el colegio, una lectura fácil y errónea por parte del profesor sería que “se está portando mal, porque es un niño adoptado”. Sin embargo, la adopción en sí no constituye un problema, sino que más bien ésta es la instancia reparadora. Sólo una adecuada interpretación de su conducta y manejo de ella le permitirá al niño seguir avanzando en su desarrollo.
    Para la hija de Paula se cumplió el plazo definitivo de presentar su trabajo, se mostró incapaz de resolver su dilema y llegó con las manos vacías el día de la presentación. En el recreo antes de la exposición, tuvo una pelea con otra niña por el turno en el columpio y la golpeó, algo inusual en ella. Cuando la profesora la aborda para aclarar el incidente, descubre el real motivo que desencadenaba tanta ansiedad en la niña. Luego de postergar la presentación de su árbol genealógico, se reúne con Paula y desarrollan una estrategia para resguardar la intimidad de su hija, cumpliendo a su vez con el trabajo. Le propusieron a la niña centrar su presentación en su infancia, restándole protagonismo a su gestación y nacimiento y hablando de su “llegada a casa” como un hito cargado de cariño y alegría. Lo que ocurría es que la niña se sentía expuesta y presionada a afrontar un tema para el que no estaba preparada.
    Beatriz San Román pone en evidencia que esos niños se están portando mal porque ciertas situaciones, que no saben cómo afrontar, los desbordan y su conducta no es más que un llamado de atención. No sólo deben avanzar en las nuevas situaciones de aprendizaje que les plantea el colegio, sino también respecto de su autocontrol y de nuevas relaciones sociales, por ejemplo. Cuando a un niño se le pide más de lo que es capaz de dar, esto puede tener efectos muy negativos, se corre el riesgo de que se desmotive y se convenza de que no sirve para lo que se le pide. En cambio, cuando se le reconocen los pequeños avances, se le está estimulando para superarse y seguir esforzándose, explicó San Román en Pamplona, durante la presentación de su libro.

    Padres y profesores: un sólo equipo
    San Román dedica un capítulo a explicar la importancia de la colaboración entre familia y escuela. Dice que sin las claves correctas para interpretar las señales que dan los niños, un profesor podría confundir un problema de ansiedad con uno de disciplina. Por esto, sostiene que es esencial compartir información sobre estrategias que funcionan tanto en casa como en el colegio, ya que esto permitirá encontrar la mejor manera de ayudar al alumno.
    A los padres, aconseja pedir una cita a principio del curso y en esta reunión explicar la necesidad de marcar ciertas pautas, como la confidencialidad de la adopción del niño. Los profesores no necesitan conocer ningún detalle de la historia personal del niño que no le aporte en su rol docente de apoyo y compañía en el aprendizaje y formación de su alumno, de modo que, en este contexto, las experiencias que vivió antes de ser adoptado suelen formar parte de su vida privada. La idea es conformar un verdadero equipo de trabajo entre escuela y padres que les permita avanzar en la misma dirección y sin perder de vista el objetivo final: apoyar al niño en su etapa de desarrollo, formación y aprendizaje escolar.
    Al profesor se le recomienda la disposición de vencer cualquier resistencia que pueda existir con los padres, para poder establecer una relación de confianza. Debe asegurar la confidencialidad de la información que se le entregó y mostrarse receptivo ante cualquier necesidad de comunicación por parte de los apoderados. Por último, debe estar atento ante la presencia de dificultades puntuales y problemas de comportamiento.
    Es necesario que aprenda a utilizar un vocabulario apropiado respecto de la adopción (ver recuadro), además de explicar a los padres cómo se abordarán temas sensibles, como la familia y la genética, de manera de asegurar que todos los alumnos de su clase se sientan incluidos.
    Asumir que la adopción es la causa, no sólo es un error de proporciones, sino que además impediría llegar al fondo del problema.
    Si un profesor está teniendo dificultades en la sala con un alumno que es adoptivo, podría resultar contraproducente aplicar las estrictas medidas disciplinarias tradicionales. Ayudaría más bien identificar, a través de la observación, qué tipo de situaciones desencadenan estas conductas. Asimismo, mantenerse cerca y ofrecerle la atención que necesita puede ser de ayuda, en el contexto de un niño que “se porta mal”, porque en realidad no sabe portarse bien y está pidiendo ayuda a través de su conducta. Castigar o aislar al niño en estas situaciones no funcionará, lo que sí resultará de utilidad es demostrar empatía y ayudarlo a calmarse. Además, ofrecerle apoyo para que entienda lo que sucede y cómo le afecta, lo que le pasa y siente, permitirá a ese niño dejar de ver al profesor como parte importante del problema y empezar a verlo como parte de la solución.
    A la semana siguiente, la hija de Paula presentó su árbol genealógico, en el que mostró mucho orgullo por pertenecer a su familia. Lo vivió como una experiencia segura y se sintió acogida y apoyada. Tres semanas después decidió contarle a sus amigas que fue adoptada, causando gran interés en todas. Paula cuenta que su hija le preguntaba frente a sus amigas “¿cierto que soy adoptada?” mientras se le hinchaba el pecho de orgullo.

    Tareas de doble filo
    Cierto tipo de tareas o proyectos escolares no consideran lo que podría significar su realización para aquellos niños que no vienen del tradicional modelo familiar, introduciendo al alumno en un campo que más que favorecer el aprendizaje, lo podría llenar de dudas, incertidumbre, angustia, cuestionamientos y temores.
    Algunos ejemplos:
    Árbol genealógico: Se pueden superar las complicaciones del modelo tradicional de esta actividad al realizar un diagrama que permita crear el “bosque familiar”, “el árbol del amor” o el “árbol con raíces”, en el que los familiares biológicos puedan aparecer en las raíces y la familia adoptiva, en las ramas.
    Historia familiar: El redactar la historia para un niño que no conoce su pasado puede resultar terriblemente complejo y doloroso. Sin embargo, una alternativa es escribir una historia de un personaje histórico con el cual se identifique o admire o escribir sobre un hecho puntual que represente un recuerdo agradable y atractivo para el alumno.
    “Soy especial”: Más allá de explicar la historia de la familia, a través de esta actividad al niño se le ampliarán las posibilidades permitiéndole traer mascotas u objetos que hablen de sus gustos y aficiones.
    Día del padre/madre: Cuidar de no centrar esta fiesta en los vínculos sanguíneos con las figuras parentales, sino en el afecto que los une y otorga la investidura de padre y madre. También al dar la posibilidad a los alumnos de celebrar el “Día del amor”, con temas como agradecer a las personas que cuidan de nosotros o celebrar el “Día de la familia”, se está tomando en cuenta de manera inclusiva a todos aquellos niños que viven en hogares monoparentales.

    Concepto de familia
    La Adoption helper´s teacher´s guide to adoption de Robin Hillborn reafirma la necesidad de que todos los niños, especialmente los adoptados o que viven en familias no tradicionales, asimilen antes de iniciar el colegio tres ideas básicas:
    - Una familia la forman personas que viven juntas, se quieren y se cuidan.
    - Existen distintos tipos de familias: hay niños que crecen en la familia en que nacieron y otros son adoptados, así como hay niños que viven con un padre o una madre o al cuidado de otro familiar, por mencionar algunos.
    - A veces, las personas de una familia dejan de vivir juntas, pero eso no significa que dejen de quererse o cuidarse.


    Cita normas A.P.A.:
    Siredey, Verónica y Orellana, Pía (2010). Adopción en los colegios: Una tarea pendienteAdopción y Familia, 5, 10-14

    URL Abreviada: http://numrl.com/aec05

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