13 de agosto de 2011

Grupos de hermanos, niños mayores, discapacidad o enfermedad

Volver a confiar, sonreír, amar
Actualmente existe un gran número de niños susceptibles de ser adoptados que no se encuentra dentro de las preferencias de los postulantes debido a su edad, por constituir un grupo de hermanos o tener algún tipo de enfermedad. Dada la dificultad que significa encontrarles una familia idónea, es que ellos se están transformando en una gran preocupación para las instituciones de adopción, las cuales defienden el derecho de todo niño a pertenecer a una familia. En el siguiente reportaje revisamos quiénes son y qué está pasando con ellos.
    Cada vez es más frecuente escuchar la expresión “niños con necesidades especiales”, al momento de hablar de adopción, sin existir claridad sobre lo que realmente significa este concepto y, es más, gran parte de la población lo asocia exclusivamente con discapacidad. Si bien en el mundo de la adopción este término incluye e estos niños, resulta más amplio y considera también a los mayores (en Chile se le considera desde los 3 años), a los grupos de hermanos y con enfermedades crónicas o invalidantes. Los niños con necesidades especiales son una realidad silenciosa y muy poco alentadora en Chile. Es un hecho que los matrimonios postulantes a un hijo adoptivo siempre tienen entre sus expectativas recién nacidos o lactantes. Y los niños con necesidades especiales, lamentablemente, se están quedando atrás.
    En el XI° Seminario Internacional de Adopción, realizado el año pasado por Fundación San José y titulado “Familia y Diversidad”, se abordó el tema de estos niños y sus familias adoptivas. En el encuentro se reflexionó respecto del significado de este concepto, entendiendo que cuando se habla de niños con necesidades especiales se considera a los mayores, a grupos de hermanos, a los que presentan antecedentes familiares complejos, a quienes padecen de alguna enfermedad o discapacidad e, incluso, a quienes manifiestan problemas conductuales. Se concluyó que las necesidades especiales se relacionan directamente con el hecho de haber sido abandonados y que, por sus experiencias previas a la adopción, presentan altas demandas emocionales. De este modo, la familia adoptiva cumple una función terapéutica, en tanto ofrece un contexto estable e incondicional de afecto, el que puede verse favorecido por el apoyo profesional adecuado y oportuno en áreas de intervención específicas, como de salud, educativa, afectiva y social.
    De acuerdo a cifras del Servicio Nacional de Menores, actualmente existen 63 niños con necesidades especiales, sólo en la Región Metropolitana, susceptibles de ser adoptados esperando por una familia idónea.
    A estas anónimas estadísticas no es difícil ponerles un rostro. Cada uno de estos números representa un niño, su mundo e historia. Así lo confirma Melixa Rivera, psicóloga y coordinadora del Área Niños, a cargo de Casa Belén de Fundación San José para la Adopción, cuya vasta experiencia y trabajo en el área de la adopción le permitió conocer profundamente muchos casos. Recuerda, por ejemplo, a una niña de seis años que finalmente encontró una familia en un matrimonio italiano. El caso no fue fácil, su experiencia previa la había convertido en una niña desconfiada y agresiva. Cómo no, si había estado a cargo de unos familiares que la castigaron sentándola en ladrillos calientes por haberse hecho pipí, luego de que su madre ya no fuera capaz de cuidarla debido a problemas de alcoholismo. “Ella era agresiva y huraña y encontramos un matrimonio en Italia que finalmente la adoptó. Me consta que no fue fácil, pero con sus padres mantuvimos contacto por mucho tiempo, porque a raíz del intenso trabajo uno va estableciendo lazos. Sé que ella ahora está grande y muy bien”, recuerda con satisfacción.
    La profesional reconoce que son varios los factores que se deben considerar al referirse a estos niños. “Hablamos de aquellos que desde el punto de vista de la salud, por ejemplo, pueden requerir seguimiento, controles y tratamiento médico. En nuestro caso, en Casa Belén, nos referimos a niños de 2 a 5 años, a quienes resulta más complejo insertarlos en una familia. Son niños que han tenido vivencias importantes, recuerdos, historias familiares muy difíciles, algunos han estado expuestos a situaciones de violencia y maltrato. Hemos tenido casos de niños que pese a sus vivencias son muy leales a su familia de origen y luego en los hogares o instituciones se sienten finalmente tan seguros, que es necesario convencerlos emocionalmente que es bueno tener una nueva familia. El último grupo son los hermanos, generalmente el mayor es el que tiene más clara su historia y entre ellos ya hay vínculos afectivos. Adoptar un niño es un desafío. Adoptar a varios es aún más complejo”, concluye.
    Para Verónica Olave, psicóloga y coordinadora de la Unidad de Adopción de la Dirección Regional Metropolitana del Sename, en tanto, ésta es una realidad con la cual trabajan a diario y les preocupa. “Cerca del 90 por ciento de  las atenciones de Sename corresponde a niños con necesidades especiales y creo que ahí está el mayor desafío: tenemos que cambiar el enfoque para lograr que el proceso sea más dinámico”. Si bien explica se necesita de un tiempo para que los tribunales resuelvan, es una realidad que mientras menores sean los niños, más rápido resulta el proceso de adopción, pero mientras más grandes, suele tomar más tiempo este proceso. “Los tribunales se están demorando unos 8 a 9 meses en declarar a un niño susceptible de ser adoptado y lo ideal es avanzar con su familia biológica o adoptiva durante ese tiempo. Entonces, son nueve meses de proceso en tribunales más otros nueve meses de búsqueda de familia para ese niño y su preparación”, sostiene. Considera que es fundamental enfocarse en la prevención, “de manera que el niño pueda ser declarado susceptible de ser adoptado más pequeño y así la búsqueda de padres solicitantes no sea tan demorosa y difícil”.
    En la Fundación Chilena de la Adopción, los niños con necesidades especiales constituyen un motivo importante de preocupación. Mercedes Jiménez, directora técnica de la institución, sostiene que el criterio utilizado por ellos se refiere básicamente a niños de dos a tres años y mayores, además de grupo de hermanos. “El desafío es que estamos con niños más grandes, hemos logrado enlazar niños de 1 año y medio y dos años, pero este año no detectamos interés en niños mayores”, explica. Incluso hace una reflexión: “Para el terremoto de Haití aquí en la Fundación se reventaron los teléfonos con llamados de personas que querían adoptar niños haitianos. ¡Todos querían adoptar niños de Haití! Pero por qué no adoptar niños de Chile. Estos niños necesitan ser adoptados, están esperando por una familia”, explica.
    Adopción Internacional: la respuesta existente
    Jiménez hace hincapié en que para los niños mayores de cinco años encontrar una familia en Chile es tan difícil que la adopción internacional se ha convertido en casi la única alternativa. “En el extranjero tendrán oportunidades y será una buena posibilidad. Pero por qué los niños chilenos no pueden quedarse en Chile. No desconozco que sea una buena alternativa, pero irse al extranjero implica un desarraigo por el cual los niños tendrán que pasar”.
    Verónica Olave, en tanto, explica que las adopciones extranjeras pueden ser exitosas. “Siempre son los niños más grandes los que se van para afuera”, sostiene. Y agrega que ya hay un grupo grande de jóvenes que están en el proceso de buscar sus raíces. A diferencia de Chile, destaca Olave, las organizaciones extranjeras “tienen incorporada la contención más organizada, a través de programas post adoptivos. Es lo que se debiera hacer en Chile. El Estado y las instituciones no pueden estar en forma permanente preocupándose de este tema. Quizás debiéramos fomentar la organización de agrupaciones, que se autorregulen y apoyen. En las organizaciones extranjeras sucede y ser parte de uno de estos grupos es facilitador”.
    Al momento de referirnos a la adopción como una posibilidad concreta para estos niños es que surge el concepto de adoptabilidad y, al respecto, hay consenso en las entrevistadas que toma relevancia el factor emocional. Un niño está en condiciones de ser adoptado cuando tiene la capacidad de establecer un vínculo con otro y, por lo tanto, tendrá las herramientas necesarias para insertarse en una familia.
    Sobre este punto, Olave no duda en calificarse como una verdadera hincha de los niños. “Honestamente creo que pueden avanzar, son guerreros. Creo que pueden llegar a amar. Sé que es difícil, pero los papás pueden lograrlo. Siempre que un niño tenga un espacio estable y cariñoso, lo pueden lograr”. Y reconoce que ser papás siempre trae una recompensa. “El ser papás es un concepto bien especial. Uno tiene sacrificios sólo por la sonrisa del otro. Hay que tener una cuota de humanidad, pero siempre la sonrisa de un hijo es suficientemente gratificante”.
    Sanar las heridas
    Pensar en las duras experiencias  que han vivido estos niños a pesar de su corta edad, nos hace preguntarnos si las heridas emocionales se curan. Hemos sido testigos de historias que levantan el alma, al ver a niños a quienes todo les ha resultado adverso, pero sin embargo vuelven a sonreír, a querer, a confiar en los adultos. De acuerdo a las entrevistadas, estos niños pueden salir adelante, pero los caminos son largos y requieren que los padres que asuman esta opción se comprometan profundamente, ya que el niño necesitará mucho tiempo, afecto y entrega para recuperarse.
    Según Verónica Olave, el proceso terapéutico que realizan los niños antes de su adopción no requiere ser tan largo. “Lo que sí se debiera acentuar es el trabajo preparatorio con la familia adoptiva, porque los papás son los que más pueden ayudar en ello. La mejor terapia para un niño es incorporarse a una familia”.
    En la Fundación Chilena, en tanto, Jiménez sostiene que “nosotros somos críticos al momento de hablar de terapias de reparación. Definitivamente me suena a arreglar algo dañado. Creo que éstas ayudan, no soy escéptica, pero creo que lo verdaderamente sanador se da al momento de integrarse a una familia. Ahí está el gran desafío”.
    También destaca la importancia de otorgar un apoyo consistente y oportuno a los padres en el periodo post adoptivo. “Creo que en Chile preparamos mucho antes de la adopción, pero poco después. Y nuestra experiencia nos dice que ése es el momento clave respecto del apoyo a los padres. Y es un apoyo que debiera ser constante, asistido, oportuno y permanente”, explica. Esto, porque hay situaciones nuevas para los niños que los pueden hacer sentir muy vulnerables y dudar si deben o no confiar en estas personas. Hay que preparar mucho a los papás y eso requiere de un apoyo personalizado que acompañe en este camino y ayude a los niños en situaciones críticas que se van presentando. Por ejemplo, si un niño era quemado con cigarrillos y ve a su padre adoptivo fumar, obviamente se va a asustar. Lo importante es que ese padre sepa qué le sucede y cómo manejar la situación”.
    Melixa Rivera, de Casa Belén, explica que tradicionalmente se habló de la primera necesidad de realizar terapias psicológicas a los niños previas a su adopción, para luego prepararlos para integrarse a su nueva familia. Pero la profesional ve que en la práctica el proceso no es necesariamente así. “La intervención terapéutica se da cuando el niño puede revisar y resignificar su historia. En nuestro caso, el niño prepara su libro de vida, donde plasma simbólicamente su historia. Trabajamos con él para que pueda identificar sus emociones y le ayudamos a expresarlas, avanzando con el niño hasta la situación actual. Pero si no se tiene nada de esto, el proceso queda trunco”. Y es en ese proceso, cuando se está avanzando, que Rivera destaca la importancia de tener “algo que ofrecer”. Parte de la reparación emocional de un niño, agrega, se produce cuando se empieza a establecer otro vínculo. “La relación con el terapeuta será la prueba de ensayo del niño. Pero ese terapeuta no es su familia. Su prueba de fuego será con la familia definitiva y entonces los verdaderos terapeutas serán los padres. Ellos son los que le permitirán al niño confiar, sentirse amado, amar y darse cuenta que tienen su espacio en este mundo”.
    Volver a confiar, sentirse amado y amar
    Si bien tanto en Casa Belén, como en Sename y Fundación Chilena, se trabaja la historia de los niños al mismo tiempo que el proceso de adopción se va desarrollando, hay consenso en que finalmente son los padres quienes tienen el rol fundamental en el proceso de sanar las heridas que su historia previa ha dejado en él.
    Rivera recomienda a los padres realizar un trabajo semejante al de Casa Belén con aquellos niños que están esperando para irse en adopción. “Hay que observarlos mucho, leer sus señales y sus necesidades y acercarse muy respetuosamente a ellos. Y cuando ya es posible, acunarlos, mecerlos, envolverlos con una mantita, regalonearlos mucho y crear ese espacio personal que permita establecer contacto visual, alternando espacios de juego con mucho cariño. Tener mucha paciencia, disponibilidad y flexibilidad. Adaptarse a los niños, respetar sus ritmos, rutinas y gustos. Y si son varios hijos, buscar los espacios para encontrarse individualmente con cada uno”.
    Según Rivera, la gran tarea para los niños es lograr sentir que son dignos de recibir amor y también de amar. “Como sé que el otro me ama, me amo a mí mismo y de esta manera, puedo amar a otros. A veces ellos creen que hicieron algo malo y por eso los abandonaron. Deben volver a confiar y a sentirse seguros. Tienen que recuperar la confianza en otros y en sí mismos. Una vez que eso ya sucede, para los padres puede ser muy gratificante”.
    Agrega que los niños están en condiciones de dejar la institución e irse con sus nuevos padres, cuando “uno percibe que el niño está abierto, disponible a vincularse con otro, a ser amado y a amar. En muchos casos, cuando ya hay padres concretos, los niños piden que lleguen pronto”.
    Jiménez cuenta que, para ellos, ya hay señales claras cuando los niños se muestran más alegres y confiados y empiezan a mirar más directamente, estableciendo un mejor contacto visual, por ejemplo. Cuando se acercan a la puerta a esperar a sus padres o si lloran cuando ellos se van. Agrega que en la Fundación Chilena hacen también varios ritos; uno de ellos es una fiesta de despedida y ellos muestran genuina alegría al saber que se irán con su familia adoptiva.
    Si bien el proceso post adoptivo tendrá desafíos y situaciones difíciles, Rivera no duda a la hora de describir la enorme gratificación y recompensa que reciben los padres al adoptarlos. “Y cómo no va remecer el alma cuando vemos a un niño levantarse, dejar atrás un pasado doloroso, sólo por el hecho de confirmar que hay personas que son capaces de apreciar todo lo que hay en él. Sin duda, ese es el sentido más profundo de la adopción, volver a encontrar un lugar en el mundo, volver a confiar, a sentirse amado y a amar”.
    La Realidad en Cifras
    De acuerdo a los registros que tiene Sename, en el año 2010 se pudo detectar a 1665 niños entre 0 y 9 años de edad con características que permitían iniciar la susceptibilidad de adopción. Sin embargo, durante el transcurso de ese año, sólo se logró el enlace con familias adoptivas para 182 niños y niñas. En términos porcentuales esto corresponde al 11%.
    De estos enlaces, 84 fueron de la Unidad de Adopción de Sename y 98 entre las tres fundaciones privadas (24, de la Fundación Chilena; 50, de Fundación San José y 24 de Fundación Mi Casa).
    Del universo de 84 casos en la Región Metropolitana, 23 consistieron en adopción internacional, para niños cuyas edades van desde los 5 a los 9 años.
    De los 61 casos de adopción nacional, el promedio de edad está en los 3 años y varía entre los 0 y 5 años.

    Padres chilenos y con hijos biológicos: 
    feliz contrapunto a las estadísticas
    Sonia Chahuán y Ricardo Díaz son un matrimonio, ambos médicos, que pese a tener hijos biológicos, nunca descartó la idea de adoptar y una vuelta del destino los hizo encontrarse con esta alternativa. Un día, a la consulta de Sonia llegó una niña con una importante discapacidad y una historia personal que la impactó. Su condición le cerraba las puertas a la adopción nacional, dejándole como única alternativa viable la adopción internacional. Sin embargo, “conmigo enganchó de una manera especial”, recuerda Sonia. La reacción de su marido fue de total apoyo, tanto que Mikaela hoy es la tercera  hija de este matrimonio, en orden de edad, pero la cuarta y última en llegar a la familia.
    Algunas consideraciones del matrimonio Díaz Chahuán:
    - La idea de la adopción estuvo siempre en nuestra familia, aún antes de que nacieran nuestros hijos biológicos, nos parece una hermosa manera de hacer familia también. Creemos que hay muchos niños en espera de una familia a quien entregar y de quien, por supuesto, recibir amor. Nos encantan las familias grandes y hoy, gracias a Dios, la tenemos.
    - Tuvimos la fortuna de conocer a Mikaela en circunstancias particulares. Nos enamoramos de ella desde el momento en que la vimos, ella es muy especial, lo que hace que su discapacidad o necesidades especiales pasen a segundo plano. Es una niña alegre, con una gran fuerza interior, todo lo puede, no se pone límites. Pero por sobre todas las cosas vimos en ella una gran capacidad de compartir cariño. Cuando comenzamos a visitarla, notamos un gran cambio, por primera vez tenía personas que se dedicaban exclusivamente a ella, se notaba más alegre, comunicativa y con más confianza. Todas estas cosas, sin duda, la hacen enfrentar de mejor forma su capacidad diferente.
    - En términos de desafíos, Mikaela logró integrarse a la familia sin mayor dificultad y sin primar ninguna diferencia. En este sentido, nuestros hijos mayores han sido de gran ayuda y han tomado el tema con mucha madurez, convirtiendo a Mikaela en su hermana con mucha naturalidad. Con nuestro hijo menor se dio una situación muy bonita porque son muy cercanos en edad y se han convertido más que hermanos en “compinches”, ya que van juntos al jardín infantil.
    - El tema de sus necesidades especiales agrega un desafío extra a nuestro rol como padres. En este aspecto uno siempre se está cuestionando si lo estamos haciendo bien o no, pero de todas maneras creemos que el enfrentar una necesidad especial es mucho más fácil si tienes una familia que te apoya.
    - Teníamos y tenemos grandes expectativas en formar una gran familia en la que cada uno de nuestros hijos, sin diferencia alguna, desarrollen al máximo sus potencialidades, crezcan en un ambiente de amor y confianza y que entre ellos se creen lazos fuertes que mantengan por toda la vida.
    - Se nos presentó también la oportunidad de cambiarle de alguna manera el destino a Mikaela, entregándole dentro de nuestras posibilidades, todo lo que la vida le había negado a sus cortos años. Creemos que vamos por buen camino y que de todas maneras la vida de Mikaela ha cambiado para bien.


      Cita normas A.P.A.:
      Siredey, Verónica (2011). Volver a confiar, sonreír, amarAdopción y Familia, 6, 22-27

      URL Abreviada: http://numrl.com/gdh06

No hay comentarios:

Publicar un comentario