9 de agosto de 2010

“Dejo una parte de mí…”

Cecilia Marticorena y M. Cristina Carrasco
Fundación San José para la Adopción

Al hablar de adopción en nuestro país, es posible encontrar dos discursos antagónicos entre sí: aquel que la considera un acto de “amor”, puesto que es una alternativa para muchos matrimonios infértiles de formar familia con hijos. En este contexto, aparece inmediatamente la imagen de los padres adoptivos que acogen a “un niño o niña abandonada o no querida” y que generosamente le ofrecen la oportunidad de una vida mejor. A la vez, está presente el discurso crítico que rechaza y enjuicia a la mujer que no desea desarrollar una maternidad, se postula que “sólo por la condición de mujer, sería natural e instintivo el querer ser madre”. Por tanto, la entrega en adopción está asociada habitualmente a la falta de responsabilidad, al abandono, a ausencia de vínculo y a una decisión que en el futuro, probablemente, provocará arrepentimiento. Se trataría de una madre insensible, dispuesta a “botar un hijo”.
Aquella mujer que espontánea y voluntariamente busca ayuda, apoyo y contención, debido a estar cursando un embarazo en conflicto, no deseado, no planificado, que se siente y se muestra desvalida, en una profunda soledad y con altos niveles de angustia, requiere de una acción profesional que se sostenga de la intención de protegerla a ella y a ese niño que está por nacer.
Junto con acoger, la labor profesional se centra en apoyar un proceso de discernimiento en el cual ella cuente con los mayores elementos para tomar la mejor decisión respecto al futuro de esta maternidad. El punto de inicio es plantear con claridad que la adopción no es la única alternativa, sino que se trata de una decisión subsidiaria a cuando no existen en la familia de origen las condiciones emocionales y sociales mínimas para proporcionar protección y buen trato a los niños y niñas por nacer. No todo proceso de discernimiento concluye con la entrega en adopción, sólo un 18 % de las mujeres que atendemos ceden en adopción.
Este discernimiento implica la intervención en distintos niveles: entrevista social en profundidad, entrevista clínica desde la psicología, trabajo permanente en dupla psicosocial, construcción de la historia familiar, derivación a centros de tratamientos psicológicos y psiquiátricos especializados cuando corresponde, información del proceso legal y sus implicancias, visualización de alternativas a la adopción desde el contexto de la realidad de cada mujer (por ejemplo, el ingreso a centros de acogida junto a su hijo o hija). Así, la intervención profesional busca identificar las mejores posibilidades de protección para el niño que está por nacer y que la mujer pueda incorporar en su decisión tanto afectos como reflexiones involucrados durante todo el proceso, de modo que ésta sea libre, informada y responsable. Todo ello indudablemente tendrá repercusiones en su proyecto de vida.
Las temáticas centrales que se abordan en la intervención son:
·                     Desmitificar la idea que la adopción implica no tener vínculo con el niño o niña por nacer. La mujer que piensa en la adopción, ha sido capaz de cuidar la gestación a pesar del conflicto, del no deseo materno, de su propio sufrimiento; opta por la vida y asume las consecuencias durante los nueve meses de embarazo.
En la mayoría de los casos debe enfrentar en su grupo familiar el repudio, la crítica, el abandono de su pareja, el rechazo, la interrupción de su proyecto de vida. Es decir, sostiene un embarazo no deseado con angustia, soledad y la culpa de pensar en dejar a su hijo o hija por nacer.
En el parto experimenta el sufrimiento físico, se expone a sentir y conocer a este recién nacido vulnerable, que es parte de ella, teniendo que tomar la difícil decisión de dejarlo. Esto la hace poner en duda todo lo que había pensado hasta entonces sobre la adopción, se replantea su intención de ser madre con este niño o esta niña que la necesita. Se trata de un contexto de duelo que contrasta con la realidad hospitalaria de aquellas madres que disfrutan junto a sus familias del nacimiento de su hijo.
Al momento del alta hospitalaria, vivencia la sensación del abandono de su hijo como el dejar una parte de ellas, de su historia, de lo que son. Pese a todo este agobio emocional, es capaz de discernir “integrando cabeza y corazón”, en función del bienestar del niño.
·                     La entrega en adopción es una alternativa ética, legal y responsable. Se le informa acerca de la ley de adopción (19.620) y la diferencia existente con el abandono de un hijo o hija o la entrega directa a cualquier interesado. En este sentido, la decisión de ceder en adopción implica evaluar las condiciones reales de protección y amor que puede ofrecerle. En caso de visualizar que la mejor alternativa para su hijo es una familia adoptiva, completan responsablemente su proceso, lo que incluye expresar su voluntad ante el Juez del Tribunal de Familia. De esta manera, le proporciona a su hijo un respaldo legal indispensable para integrarse a una familia adoptiva.
·                     Elaboración del duelo, construcción preliminar de un proyecto de vida. El proceso de discernimiento culmina con el acompañamiento y contención de la mujer durante el duelo asociado a la pérdida de un hijo. Suele presentarse la fantasía de que al volver a su realidad cotidiana después del parto, podrá “olvidar” lo vivido y retomar la “normalidad” de la vida sostenida hasta antes del embarazo. Sin embargo es indudable que todo ha cambiado: sus pechos aún están cargados de leche, su cuerpo se ha modificado, no cuenta con espacios sociales de acogida a esta vivencia, no existe el rito habitual de un duelo familiar y vive la pérdida del hijo en soledad.
Muchas mujeres expresan la necesidad de despedirse del niño, de constatar que el recién nacido está bien cuidado a pesar de no estar junto a ellas, y solicitan poder visitarlo en el hogar de transición en que se encuentra. Habitualmente la experiencia está cargada de sentimientos ambivalentes, hay tranquilidad en el saber y sentir que su hijo o hija se encuentra en buenas condiciones, pero a su vez, experimenta una tremenda angustia de separación al hacer consciente que ya no habrá oportunidad de volver a estar, saber y compartir con él. Es la despedida, en este encuentro muchas de ellas piden perdón a su hijo por la decisión que han tomado.
A partir de esta realidad, el equipo profesional tiene una responsabilidad fundamental respecto de ofrecer contención afectiva y colaborar en la elaboración de la pérdida, facilitando que cada mujer encuentre un sentido personal a esta experiencia, y pueda reconstruir y retomar su proyecto de vida.
Como profesionales que acompañamos todo este duro proceso, consideramos que para estas mujeres es fundamental constatar que su intención inicial, de proporcionar resguardo y protección real a su hijo o hija, se ha cumplido. Por ello se realiza un espacio final de encuentro junto a los profesionales que la acompañaron en este proceso, un espacio acogedor y lleno de significados, donde se retoma lo vivido, se proyecta lo que hoy se siente a partir de la pérdida, se orienta y se sugieren alternativas para fortalecer su salud mental, sus futuras maternidades, la reinserción laboral. En síntesis, se busca elaborar con ellas un sentido a esta experiencia límite que implique revisar y evaluar sus historias de vida y generar los cambios necesarios, iluminados a partir del recuerdo del hijo.
Se comparte con ella que su hijo, que fue durante largos meses cuidado y protegido, hoy ya está con su familia adoptiva. Se describe a los padres adoptivos, sus características, sus fortalezas, su primer vínculo con el recién nacido y las posibles proyecciones que el niño tendrá junto a ellos. Es simbólico en este encuentro compartir, a la luz de una vela, los deseos hacia el hijo que comienza una nueva vida.
Es largo y doloroso el recorrido vivido con cada una de estas mujeres, reconocemos en ellas fortaleza y valentía. Nuestra labor implica un compromiso personal que nos lleva a estar disponibles para empatizar con sus historias y contribuir a que esta vivencia sea una oportunidad para reconstruirse como mujeres dentro de nuestra sociedad.
Creemos en la adopción, porque implica una opción por la vida, una alternativa para estos niños y niñas de vivir en familia, reconociendo también que la mujer que cede en adopción carga con su propia historia de abandono y de daño profundo.
Cita normas A.P.A.:
Carrasco, M. C. y Marticorena, C. (2013). Dejo una parte de míAdopción y Familia, 9, 42-43

URL Abreviada: http://numrl.com/dpm09

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