Cecilia Marticorena y M. Cristina Carrasco
Fundación San José para la
Adopción
Al hablar de adopción en nuestro
país, es posible encontrar dos discursos antagónicos entre sí: aquel que la
considera un acto de “amor”, puesto que es una alternativa para muchos
matrimonios infértiles de formar familia con hijos. En este contexto, aparece
inmediatamente la imagen de los padres adoptivos que acogen a “un niño o niña
abandonada o no querida” y que generosamente le ofrecen la oportunidad de una
vida mejor. A la vez, está presente el discurso crítico que rechaza y enjuicia
a la mujer que no desea desarrollar una maternidad, se postula que “sólo por la
condición de mujer, sería natural e instintivo el querer ser madre”. Por tanto,
la entrega en adopción está asociada habitualmente a la falta de
responsabilidad, al abandono, a ausencia de vínculo y a una decisión que en el
futuro, probablemente, provocará arrepentimiento. Se trataría de una madre
insensible, dispuesta a “botar un hijo”.
Aquella mujer que espontánea y
voluntariamente busca ayuda, apoyo y contención, debido a estar cursando un
embarazo en conflicto, no deseado, no planificado, que se siente y se muestra
desvalida, en una profunda soledad y con altos niveles de angustia, requiere de
una acción profesional que se sostenga de la intención de protegerla a ella y a
ese niño que está por nacer.
Junto con acoger, la labor
profesional se centra en apoyar un proceso de discernimiento en el cual ella
cuente con los mayores elementos para tomar la mejor decisión respecto al
futuro de esta maternidad. El punto de inicio es plantear con claridad que la
adopción no es la única alternativa, sino que se trata de una decisión
subsidiaria a cuando no existen en la familia de origen las condiciones
emocionales y sociales mínimas para proporcionar protección y buen trato a los
niños y niñas por nacer. No todo proceso de discernimiento concluye con la
entrega en adopción, sólo un 18 % de las mujeres que atendemos ceden en
adopción.
Este discernimiento implica la intervención
en distintos niveles: entrevista social en profundidad, entrevista clínica
desde la psicología, trabajo permanente en dupla psicosocial, construcción de
la historia familiar, derivación a centros de tratamientos psicológicos y psiquiátricos
especializados cuando corresponde, información del proceso legal y sus
implicancias, visualización de alternativas a la adopción desde el contexto de la
realidad de cada mujer (por ejemplo, el ingreso a centros de acogida junto a su
hijo o hija). Así, la intervención profesional busca identificar las mejores
posibilidades de protección para el niño que está por nacer y que la mujer
pueda incorporar en su decisión tanto afectos como reflexiones involucrados
durante todo el proceso, de modo que ésta sea libre, informada y responsable. Todo
ello indudablemente tendrá repercusiones en su proyecto de vida.
Las temáticas centrales que se
abordan en la intervención son:
·
Desmitificar la idea que la
adopción implica no tener vínculo con el niño o niña por nacer. La mujer que piensa en la adopción, ha sido capaz de
cuidar la gestación a pesar del conflicto, del no deseo materno, de su propio
sufrimiento; opta por la vida y asume las consecuencias durante los nueve meses
de embarazo.
En la mayoría de los casos debe
enfrentar en su grupo familiar el repudio, la crítica, el abandono de su pareja,
el rechazo, la interrupción de su proyecto de vida. Es decir, sostiene un
embarazo no deseado con angustia, soledad y la culpa de pensar en dejar a su
hijo o hija por nacer.
En el parto experimenta el
sufrimiento físico, se expone a sentir y conocer a este recién nacido
vulnerable, que es parte de ella, teniendo que tomar la difícil decisión de
dejarlo. Esto la hace poner en duda todo lo que había pensado hasta entonces sobre
la adopción, se replantea su intención de ser madre con este niño o esta niña
que la necesita. Se trata de un contexto de duelo que contrasta con la realidad
hospitalaria de aquellas madres que disfrutan junto a sus familias del
nacimiento de su hijo.
Al momento del alta hospitalaria, vivencia
la sensación del abandono de su hijo como el dejar una parte de ellas, de su
historia, de lo que son. Pese a todo este agobio emocional, es capaz de discernir
“integrando cabeza y corazón”, en función del bienestar del niño.
·
La entrega en adopción es una
alternativa ética, legal y responsable. Se le informa acerca de la ley de adopción (19.620) y la
diferencia existente con el abandono de un hijo o hija o la entrega directa a
cualquier interesado. En este sentido, la decisión de ceder en adopción implica
evaluar las condiciones reales de protección y amor que puede ofrecerle. En caso
de visualizar que la mejor alternativa para su hijo es una familia adoptiva,
completan responsablemente su proceso, lo que incluye expresar su voluntad ante
el Juez del Tribunal de Familia. De esta manera, le proporciona a su hijo un
respaldo legal indispensable para integrarse a una familia adoptiva.
·
Elaboración del duelo,
construcción preliminar de un proyecto de vida. El proceso de discernimiento
culmina con el acompañamiento y contención de la mujer durante el duelo
asociado a la pérdida de un hijo. Suele presentarse la fantasía de que al
volver a su realidad cotidiana después del parto, podrá “olvidar” lo vivido y retomar la “normalidad” de la vida sostenida
hasta antes del embarazo. Sin embargo es indudable que todo ha cambiado: sus
pechos aún están cargados de leche, su cuerpo se ha modificado, no cuenta con
espacios sociales de acogida a esta vivencia, no existe el rito habitual de un
duelo familiar y vive la pérdida del hijo en soledad.
Muchas mujeres expresan la
necesidad de despedirse del niño, de constatar que el recién nacido está bien
cuidado a pesar de no estar junto a ellas, y solicitan poder visitarlo en el
hogar de transición en que se encuentra. Habitualmente la experiencia está
cargada de sentimientos ambivalentes, hay tranquilidad en el saber y sentir que
su hijo o hija se encuentra en buenas condiciones, pero a su vez, experimenta
una tremenda angustia de separación al hacer consciente que ya no habrá
oportunidad de volver a estar, saber y compartir con él. Es la despedida, en
este encuentro muchas de ellas piden perdón a su hijo por la decisión que han
tomado.
A partir de esta realidad, el
equipo profesional tiene una responsabilidad fundamental respecto de ofrecer
contención afectiva y colaborar en la elaboración de la pérdida, facilitando
que cada mujer encuentre un sentido personal a esta experiencia, y pueda
reconstruir y retomar su proyecto de vida.
Como profesionales que acompañamos
todo este duro proceso, consideramos que para estas mujeres es fundamental
constatar que su intención inicial, de proporcionar resguardo y protección real
a su hijo o hija, se ha cumplido. Por ello se realiza un espacio final de encuentro
junto a los profesionales que la acompañaron en este proceso, un espacio
acogedor y lleno de significados, donde se retoma lo vivido, se proyecta lo que
hoy se siente a partir de la pérdida, se orienta y se sugieren alternativas
para fortalecer su salud mental, sus futuras maternidades, la reinserción
laboral. En síntesis, se busca elaborar con ellas un sentido a esta experiencia
límite que implique revisar y evaluar sus historias de vida y generar los
cambios necesarios, iluminados a partir del recuerdo del hijo.
Se comparte con ella que su hijo,
que fue durante largos meses cuidado y protegido, hoy ya está con su familia
adoptiva. Se describe a los padres adoptivos, sus características, sus fortalezas,
su primer vínculo con el recién nacido y las posibles proyecciones que el niño
tendrá junto a ellos. Es simbólico en este encuentro compartir, a la luz de una
vela, los deseos hacia el hijo que comienza una nueva vida.
Es largo y doloroso el recorrido
vivido con cada una de estas mujeres, reconocemos en ellas fortaleza y valentía.
Nuestra labor implica un compromiso personal que nos lleva a estar disponibles
para empatizar con sus historias y contribuir a que esta vivencia sea una
oportunidad para reconstruirse como mujeres dentro de nuestra sociedad.
Creemos en la adopción, porque
implica una opción por la vida, una alternativa para estos niños y niñas de
vivir en familia, reconociendo también que la mujer que cede en adopción carga
con su propia historia de abandono y de daño profundo.
Cita normas A.P.A.:
Carrasco,
M. C. y Marticorena, C. (2013). Dejo una
parte de mí. Adopción
y Familia, 9, 42-43
URL
Abreviada: http://numrl.com/dpm09
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