8 de abril de 2009

Columna de Jorge Barudy, psiquiatra Infantil / Maryorie Dantagnan, psicóloga infantil



Mamá, papá, en mi mochila tengo algo que quiero pedirles

Adoptar a un niño o una niña es posible por el carácter altruista y amoroso de la especie humana. Este altruismo social es una garantía de supervivencia para todos, porque ninguna persona por muy poderosa que se crea puede sobrevivir sin los cuidados y el afecto de los demás. Esto es aún más válido cuando se trata de las crías humanas. Nacemos habiendo justo alcanzado un desarrollo para sobrevivir fuera del útero materno, el resto depende de los cuidados y la protección que por lo menos un adulto, mujer u hombre, con las capacidades necesarias, puedan brindarnos.

    Cuando una persona, una pareja o una familia encuentra por primera vez a su hijo o hija adoptiva, nunca tiene que perder de vista esto, que es también valido para cualquier hijo o hija biológica. La diferencia es que este niño o niña que será parte de vuestra familia, tiene una historia anterior. Nació de una madre y de un padre biológico que no le pudieron criar, o le criaron mal si la adopción es más tardía, porque sus historias de vida y sus condiciones de vida actuales no les permitieron desarrollar las capacidades parentales para hacerlo.
    Por lo tanto, el niño o niña que recibirán trae en su mochila imaginaria tres peticiones:
    La primera: Cuídenme, trátenme bien y sobre todo edúquenme, para seguir creciendo y aprender a cuidarme y a tratar bien a los demás.
    La segunda: Ayúdenme a superar el sufrimiento y a reparar el daño de mi experiencia previa, de mis padres biológicos o de las instituciones en las que viví, porque no les habían enseñado a criar adecuadamente a los niños. 
    La tercera: Cuando mi cerebro y mi mente hayan madurado lo suficiente gracias a vuestros cuidados y educación y les pregunte sobre mi origen, cuéntenme sin miedo, pero con mucho cariño, que nací de otra mujer y de otro hombre, y ustedes son mis papás ahora.
    Ser padre o madre adoptiva es una aventura maravillosa, pero como tal hay que prepararse y dejarse guiar. La parentalidad biológica ya es un desafío importante y sólo se logra “el título” después de hacerlo más o menos bien con el primer hijo. Convertirse en padre o madre adoptiva es un desafío mayor, por lo singular de las tareas enunciadas. Se puede considerar como una especialización o una forma de obtener el titulo Honoris Causa de padre o madre. 
    Si somos buenas personas, abiertos a ser ayudados y ayudar a los demás, seguro que el proceso que se inicia al recibir nuestro hijo o hija tendrá momentos difíciles, pero un final feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario