23 de diciembre de 2009

Salud y familia


Bárbara Viader Vidal*
Terapeuta Ocupacional, Centro de Estimulación Infantil de Barcelona


Integración sensorial y adopción

A veces los niños tienen dificultades de aprendizaje, de comportamiento, de relación con los otros o de los sentimientos hacia sí mismos. Los padres temen una discapacidad o un problema grave, pero es muy posible que se trate sólo de una dificultad para procesar las sensaciones que recibe de su entorno.

    La integración sensorial es el proceso de asimilación de los estímulos y los problemas relacionados con este procesamiento de la información pueden afectar nuestra habilidad para funcionar correctamente en la vida cotidiana, y suelen ser dificultades muy sutiles que a veces resultan difíciles de reconocer.
    El sistema nervioso necesita alimentarse de sensaciones, que le permiten madurar y adquirir niveles de desarrollo superiores y habilidades de aprendizaje adecuadas. Si recibe demasiadas sensaciones o simplemente no sabe qué hacer con ellas, se produce una "indigestión" a nivel neurológico y el niño no puede aprender ciertas habilidades (de lenguaje, de motricidad, de nivel académico...) o su comportamiento es desadaptado (falta de atención, hiperactividad, agresividad, rabietas...). Entonces, es común que el niño sea tildado de perezoso, desobediente, mimado o testarudo, razón por la cual es importante identificar estas dificultades.
    ¿Qué sienten los niños?
    Propongo hacer un ejercicio muy sencillo para comprender lo que puede sentir un niño que no sabe procesar los estímulos sensoriales de su entorno.
    Relájese e intente imaginar lo siguiente: Prenda la radio sin sintonizarla; manténgala en un sonido estático y suba el volumen. Pida a alguien que encienda y apague las luces cuando él quiera. Siéntese en una silla con una pata más corta que las otras y apóyese en una mesa que también esté coja. Ahora póngase un jersey apretado y áspero, también unos calcetines al revés y unos zapatos un número más pequeño. Con todos estos aspectos en juego o sólo con un par de ellos, tome un libro e intente aprender algo. Procure mantener la calma, no se ponga nervioso y preste atención a alguna persona que intente explicar algo.
    Tras este ejercicio, resulta sencillo entender por qué los problemas de procesamiento sensorial interfieren en el aprendizaje y adquisición de habilidades, produciendo retraso en el lenguaje o en la motricidad, torpeza motora, problemas relacionales, o baja autoestima.
    Niños adoptados
    Los niños que han vivido un periodo más o menos largo en una institución, es posible que carecieran de estimulación sensorial adecuada durante los primeros meses o años de vida.
    La reacción de un niño tras salir de la institución puede ser de excitación y descontrol, o de inhibición y falta de motivación. Ambas se explican en la necesidad de un periodo más o menos largo que le permita asimilar toda la información sensorial que reciben de golpe. Algunos reaccionan de forma hiperactiva, porque necesitan recibir muchos estímulos para sentirse tranquilos; en cambio, hay niños que se quedan paralizados, porque su cerebro no sabe aprovechar estas sensaciones.
    Pedro tiene diez meses y hace tres semanas que está con su nueva familia. Reacciona con brusquedad a su nueva situación, llora y grita, quedándose tieso cada vez que sus padres le cogen en brazos. No se deja acariciar, no tolera que le peinen ni que le laven la cara, tampoco el corte de uñas. Sus padres no saben qué hacer, ante nuevos estímulos agradables como música de bebé o un juguete de colores, llora y se desespera.
    Lo que le sucede a Pedro, es que su sistema nervioso ha pasado de un entorno reducido de estímulos a uno donde hay miles de éstos, de forma tal que su cerebro debe trabajar muchísimo más y está agotado. Por este motivo llora y grita ansioso, para él tantos estímulos resultan agresivos. Puede que la música se asimile a una radio mal sintonizada, que el tacto sea como un estropajo de cocina. Necesita adaptarse recibiendo estímulos de forma gradual y controlada, para no provocarle reacciones de caos en su cerebro.
    La mejoría a nivel sensorial se reflejará exteriormente en un buen aprendizaje escolar, una autorregulación de la cantidad de actividad, un aumento de la atención o una mejora en las habilidades motrices, según las necesidades de cada niño.

    *Adaptación realizada por Claudia Cornejo
    Educadora Diferencial, Centro de Atención Integral Inserta. 

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