9 de agosto de 2010

Salud y Familia


Viviana Vigh, fonoaudióloga
Más que palabras…
Comunicación, lenguaje y adopción

Cuando un niño no habla o su lenguaje es enredado, es importante aclarar qué tipo de dificultad tiene y qué hay detrás de este retraso. Las dificultades se pueden traducir en la imposibilidad de pronunciar algunos sonidos, en simplificar mucho las palabras, en poseer un vocabulario escaso o en usar frases demasiado simples y cortas.
    Todo esto nos preocupa como padres, ya que sabemos que el lenguaje nos permite relacionarnos con los otros, desarrollar la inteligencia, expresar sentimientos, aprender del mundo que nos rodea e iniciar el aprendizaje escolar.
    Sin embargo, lo más relevante para que un niño adquiera y desarrolle un buen lenguaje oral, lo constituyen dos aspectos fundamentales: la capacidad para comunicarse con el otro y la capacidad para comprender el lenguaje oral, siendo el primero el pilar del segundo.
    El nivel comprensivo del lenguaje en los primeros años varía según la edad: es distinto lo que espero que comprenda a los 2, 3 ó 4 años, sin embargo desde pequeños y sin decir palabras aún, se puede observar la capacidad para entender preguntas o instrucciones simples y responder a través de gestos, miradas o sonidos. En relación con esto, lo más importante es ver si el niño logra involucrarse en un diálogo, por simple que sea, con preguntas tales como ¿quieres más?, ¿te lo paso?, ¿te saco el abrigo? O a través de preguntas abiertas muy sencillas: ¿qué es?, ¿dónde?, ¿quién?, ¿de quién? Frente a las que esperamos que diga algunas palabras.
    Sin embargo, el proceso comunicativo es, en definitiva, el pilar fundamental del lenguaje; es decir, éste es pre-lingüístico y se desarrolla desde los primeros meses de vida del niño ¿Cómo? En el caso de la adopción, en su relación y comunicación con la cuidadora y luego con los padres adoptivos.
    Está íntimamente relacionado con el desarrollo afectivo entre el niño y el adulto que lo cuida, sostiene, acaricia, escucha, mira, imita e interpreta, siendo todas estas acciones juntas determinantes en el proceso comunicativo y, posteriormente, en el lenguaje. En el caso de los niños que están en una institución, esta contención multisensorial suele no ser suficientemente sistemática y estable, lo que los pone en un lugar de mayor vulnerabilidad, requiriendo urgentemente ser acogidos por los padres adoptivos; más que por lo puramente lingüístico y estimulativo, por lo afectivo y relacional.
    Quizás nos preocupe, a veces exageradamente, que el niño no hable bien, sin embargo, lo más importante y que asegura un mejor desarrollo emocional, cognitivo y social del niño, es definitivamente que estos aspectos de la comunicación se encuentren bien establecidos. Como por ejemplo, que el niño tenga contacto visual cuando uno lo llama por su nombre, le habla o le muestra algo; que tenga intención para compartir con el otro algo que ve, escucha o toma y se lo indique, aunque sea con un intercambio de miradas o señalando con el dedo; que el niño sea capaz de alternar con el otro –considerando su edad-, es decir, respete en alguna medida turnos en el juego simple y en la comunicación, “ahora tu”, “ahora yo” o ”te toca ti”, “me toca a mi”; que el niño, después de los dos años (en niños adoptados más grandes, esto se retrasaría) se refiera a sí mismo con el pronombre “yo”, por ejemplo frente a la pregunta “¿quién quiere...?” y no se refiera a sí mismo por su nombre. En esto es fundamental que los padres promuevan la comunicación a través del uso del “tú” y del “yo”, y no hablarles en tercera persona.
    Para finalizar, es importante recordar que el lenguaje emerge más fácilmente como expresión comunicativa en situaciones afectivas y significativas, cuando los niños descubren el placer de comunicarse a través de las palabras. Les sugeriría a los padres adoptivos ser padres proactivos, no sólo en cuanto a la estimulación del lenguaje sino, y especialmente, en cuanto a la escucha y mirada real del gesto del niño, de la intención del movimiento, del sonido o de la palabra. Es importante escuchar lo que el niño dice, sin importar tanto el “cómo lo dice”, sino el “para qué” o “por qué lo dice”. Luego de acoger e interpretar, se puede modelar o corregir si fuera necesario.

2 comentarios:

  1. Excelente artículo con una visión integral, simple y a la vez instructiva para enfrentar el problema de comunicación tanto en niños con padres biológicos como adptivos.
    Felicitaciones a la fonoaudióloga autora del artículo.

    ResponderEliminar
  2. Muy buen artículo, conciso y revelador. Felicitaciones!.

    ResponderEliminar