14 de agosto de 2011

Sebastián Winberg


“Me siento orgulloso de tener una madre biológica como ella”
Hace un año este joven de 21 años e hijo adoptivo de un matrimonio suizo, decidió iniciar la búsqueda de sus orígenes. Fue entonces y a través de Internet que descubrió que su madre biológica es Corina Lemunao, más conocida como “la mujer gallina” y cuya historia impactó a los chilenos cuando hace años se descubrió que vivió gran parte de su niñez y juventud en deplorables condiciones, encerrada en un gallinero. Sebastián viajó a Chile a conocer a Corina y en esta entrevista revela cómo ha sido para él este proceso.
    Sebastián Winberg, hijo adoptivo de Mats y Asa Winberg, sorprende a la hora de coordinar esta entrevista y su actitud bien refleja la influencia europea, pese a haber nacido en tierras chilenas. “No tengo problema en contestar tus preguntas, pero acá en Suiza ya son las nueve y media de la noche, por lo que creo las podré ver mañana. En 24 horas tendrás las respuestas”, explica por mail desde el viejo continente. Y luego de mandar sus respuestas agrega: “en unas 5 a 7 horas más mando alguna foto”.
    El motivo de esta entrevista es conocer más a fondo la travesía que hace un tiempo inició este joven, con el propósito de conocer más sobre sus orígenes y concretamente a su madre biológica. El camino recorrido por Sebastián es difícil de poner en palabras, muchas veces la realidad supera la ficción y, en esta oportunidad, entrega resultados que sobrecogen y maravillan.
    La madre biológica de Sebastián se llama Corina Lemunao, es de Lonquimay, tiene unos 58 años y presenta de una importante discapacidad. Su historia se hizo pública hace años, cuando se supo que desde temprana edad había sido confinada a vivir en un gallinero por su familia, donde pasó su infancia y también gran parte de su juventud, en condiciones inhumanas, recibiendo entonces el apodo de “mujer gallina”. Hace poco Corina volvió a saltar a los titulares de la prensa. Esta vez, cuando se supo que uno de los hijos que tuvo hace más de dos décadas y que fue entregado en adopción al poco tiempo de nacer, cruzaba medio mundo y llegaba hasta la Fundación Revoso, donde actualmente vive, para conocerla. Ese hijo era Sebastián.
    Para conocerlo un poco más, Sebastián nos cuenta desde Suiza que por el momento está viviendo en la casa de su madre con la idea de pasar el verano allí, pero que vive independiente en Malmo, una ciudad a orillas del mar en el sur de Suiza. Trabaja en una librería como vendedor y, ocasionalmente, en un hogar para ancianos. “Y lo disfruto porque me gusta variar”, dice, mientras explica que aún no ha resuelto qué carrera seguirá, por lo que decidió tomarse un tiempo para trabajar y juntar dinero antes de entrar a la universidad.

    ¿Cómo es tu familia, tienes más hermanos o hermanas?
    Mi familia en Suiza incluye a mi madre y a mi padre. Ellos se separaron cuando era más joven, por lo que fui criado por mi madre. Yo soy el único hijo. Además, tengo un hermano biológico que está en alguna parte del mundo y debe tener unos 23 años hoy. Pero nunca lo he conocido, creo que sería divertido encontrarlo algún día.
    ¿Cómo manejaron tus padres el tema de la adopción, siempre supiste que fuiste adoptado o te contaron en algún momento de tu vida?
    Mi madre y mi padre en Suiza siempre, desde el principio, me dijeron que yo era adoptado. Y considero que ellos manejaron la situación muy bien, siendo muy honestos y apoyadores.

    ¿Cuánta información tenías respecto de tus orígenes y la adopción, por ejemplo, que habías nacido en Chile?
    Cuando fui adoptado y mis padres vinieron a Chile a buscarme, investigaron un poco antes de volver a casa y trajeron algo de información sobre mis raíces, para que yo pudiera tener la oportunidad de buscar a mi familia biológica por mí mismo cuando fuera lo suficientemente mayor. En algún momento, cuando era más joven, mi madre trató de buscar más antecedentes, pero sin mucha suerte.

    ¿Mantuvieron tus padres alguna conexión con tu país de origen, tus raíces?
    Aparte de recolectar información sobre mis raíces, ellos compraron juguetes y otras pequeñas cosas para mí, de manera que pudiera siempre recordar de dónde vengo. Además, ellos compraron libros de historia sobre los mapuches, porque por todo lo que sé, soy mapuche.
    ¿Recuerdas en qué momento empezaste a sentir la necesidad de tener información sobre tus orígenes y, específicamente, sobre tu madre biológica?
    Creo que todo empezó en los primeros años de mi adolescencia, cuando te cuestionas sobre tu vida y sobre ti mismo. Como adolescente fui un joven bastante rebelde, sin miedo y, a veces, tonto en mi comportamiento en el colegio y con mi familia. Luego conocí una profesora, una mujer de Chile, que fue mi profesora de gimnasia. Más tarde supe que ella era de Temuco, de la misma región que yo. Tenía unos 18 años y ella fue la primera persona chilena que conocí y con la que hablé de mis raíces. Ella se convirtió en mi principal motivación para tratar de encontrar mis raíces por mí mismo. Más tarde estudié en Francia, donde conocí más chilenos que ayudaron a acrecentar aún más mi motivación.

    ¿Cómo manejaron tus padres la situación en ese momento, te apoyaron?
    Reaccionaron bien, ellos siempre me han apoyado cuando yo les he planteado este tema.

    ¿Cómo fue la búsqueda de esta información?
    Tomé la información que mi madre me había dado en Suiza y en la que aparecía el nombre de mi madre biológica, en algunos papeles de adopción. Mi madre se había contactado con la embajada chilena en Suiza para tratar de encontrarla, pero no tuvo suerte. Por eso, decidí tomar la oportunidad y escribí en Google el nombre completo de ella y encontré un artículo de un diario local con su nombre en él. Leí el artículo que fue escrito aproximadamente en 2005 y se trataba sobre Fundación Revoso y sobre la vida de ella. Supe de inmediato que era mi madre porque su historia de vida era la misma información que estaba escrita en los papeles de adopción. Contacté al periodista que escribió ese artículo, obtuve el correo electrónico de Revoso y los contacté. Esto sucedió alrededor de mayo de 2010, cuando yo todavía estaba estudiando en Francia.

    ¿Cuáles fueron tus emociones y tu reacción cuando supiste quién era tu madre biológica?
    Lo sentí tan irreal, pero fue un sentimiento de alegría. Sentí como si una pieza faltante del puzzle la hubiese puesto al fin en el punto preciso.

    ¿Cómo te enteraste de su discapacidad, su historia y sus condiciones de vida? ¿Cómo te afectó?
    Estaba escrito en el artículo y había un poco de información en los papeles de adopción. Sabía de su discapacidad, pero fue su historia de vida lo que me impactó. Ningún ser humano nunca jamás debiera ser tratado tan mal como ella fue tratada, pero yo estaba y sigo estando muy agradecido de que Fundación Revoso la ayudara y la ayude hasta el día de hoy. Sin ellos no podría haber encontrado a mi madre biológica y Revoso es un gran ejemplo de lo que se puede hacer para ayudar a personas como ella,

    ¿Cómo te apoyaron tus padres en ese momento?
    Ellos fueron un gran apoyo. Me ayudaron con todos los arreglos para el viaje a Chile y eso fue un montón de trabajo.

    ¿Y en qué momento decidiste viajar a Chile a conocerla?
    Decidí ir a Chile desde el primer momento que supe de ella en el artículo que encontré en Internet, en mayo de 2010. Entonces, apenas terminé mis estudios volví a casa en Suiza y empecé a trabajar para poder comprar el pasaje a Chile, que por lo demás son muy caros.

    ¿Qué opinaron tus padres en ese momento sobre tu viaje a Chile?
    Cuando mis padres se enteraron que viajaba a Chile, se pusieron muy contentos por mí y me apoyaron mucho. Mi mamá quería ir conmigo, sin embargo, para ella era muy difícil en ese momento costear su pasaje. Entonces viajé sólo yo, lo que para mí igualmente estaba bien. Fue un poco terrorífico eso sí hacer un viaje de 27 horas a Chile, ya que yo no hablo muy bien español.

    ¿Cuáles eran tus pensamientos y emociones antes del encuentro con Corina? ¿Qué expectativas tenías?
    Lo único que esperaba era que ella estuviera en un buen lugar, rodeada de gente que se preocupara de ella y la quisiera. Gracias a Revoso ella tiene eso y para siempre voy a estar agradecido por lo que han hecho por ella.

    ¿Y qué sentiste cuando finalmente la conociste, fue muy distinto a lo que pensaste que iba a ser?
    Es muy difícil describir lo que sentí. No se parece a ningún sentimiento conocido en particular, sino que es más bien una mezcla de ellos; alegría, miedo, nerviosismo y cuando los tomas todos juntos, los mezclas y bates, se pueden convertir en un sentimiento distinto, dependiendo quién eres como persona. Puede ser un sentimiento triste o malo, pero también puede ser un sentimiento de gozo y felicidad. Para mí fue de alegría, felicidad y alivio.

    ¿Se cumplieron tus expectativas después de conocerla?
    Lo único que yo esperaba en realidad para ella era que tuviera una buena vida y la tiene. Ojalá el gobierno en Chile, los líderes y políticos de la región en la que Fundación Revoso está, puedan ver el gran trabajo que hace esta organización para la sociedad, lo puedan preservar e incluso hacer crecer. Hay muchas más personas como mi madre en Chile que necesitan ayuda y no cuentan con una gran familia que los apoye. La labor que realiza esta fundación para las personas que viven allí es algo que tenemos en Suiza, se llama hogar de ancianos para personas con necesidades especiales y el gobierno suizo los mantiene económicamente. El gobierno chileno debiera hacer lo mismo, porque ayuda a la sociedad en el futuro. En Suiza hemos tenido este sistema por unos 80 años y se han mostrado efectos tremendamente positivos, no sólo para las personas como mi madre, sino también para la familia en general.

    ¿Sentiste que encontraste lo que estabas buscando?
    Si. Encontré a mi madre y ella tuvo la oportunidad de verme, de saber que su hijo tiene una buena vida en Suiza. Yo quería mostrarle que estoy bien y que no estoy enojado porque me dio en adopción. Ella hizo lo que tenía que hacer y lo respeto.

    ¿Esperas ahora construir una relación con ella o sólo querías conocerla?
    Lo único que quería era que ella conociera a su hijo y tuviera la posibilidad de comprobar por sí misma que tengo una buena vida gracias a ella. Veremos lo que pase en el futuro. He tratado de tener contacto con ella y Fundación Revoso ha hecho lo que ha podido. No es fácil, porque no hablo mucho español, pero me gustaría verla de nuevo y hacer más por ella cuando tenga dinero y tiempo de volver a Chile.

    ¿Cómo te sientes ahora que ya la conociste?
    Me siento orgulloso de ella. Es mi modelo, porque pese a todo el dolor por el que ha tenido que pasar, la parte más maravillosa es que aún sonríe y está llena de alegría, pese a su vida. Siento que tengo mucho que aprender de ella.

    ¿Qué planes tienes para el futuro?
    Mantener el contacto con Fundación Revoso y con ella a través de Internet, de tanto en tanto. Pero es difícil a veces, porque no entiendo mucho el español. Pienso tomar clases en el futuro para entender mejor.

    ¿Crees que la búsqueda ya terminó o sientes que aún quedan cosas pendientes?
    Encontré a mi madre biológica, entonces eso ya está cumplido. Todavía tengo preguntas que me gustaría responder, por ejemplo, tengo un hermano que fue adoptado dos años antes que yo. Me gustaría encontrarlo, pero no tengo mucha información sobre él. Esa quizás podría ser mi siguiente búsqueda, una vez que regrese a visitar a mi madre a Chile.

    Una Corina más tranquila y alegre
    Fátima Allilef es una de las personas encargadas en Fundación Revoso del cuidado y bienestar de los abuelos. Su contacto diario con Corina le ha permitido ver cómo ella ha cambiado  desde que se encontró con Sebastián.
    Si bien aclara rápidamente que ella no estuvo en el momento del encuentro entre ellos, no duda en explicar que la sensación que quedó luego de ello en la Fundación es que ha sido una de las historias más emotivas que allí se han vivido.
    “Todos aquí sabemos y se comenta que fue un encuentro muy bonito y en el que ambos se emocionaron mucho. Todos aquí se emocionaron”, explica.
    Desde esa vez, Corina pudo volver a ver a Sebastián a través de Skype y hace un par de meses él le envió algunas cosas. “Le mandó cartas y unas fotos en las que aparece él con su familia en Suiza. Ella las mira, las muestra y se pone muy contenta”, cuenta.
    Para Fátima, este encuentro ha dejado una huella positiva en Corina. “Desde entonces ella ha cambiado para bien. Está más tranquila, alegre y la vemos reír más”.
      Cita normas A.P.A.:
      Siredey, Verónica (2011). Sebastián Winberg, Me siento orgulloso de tener una madre biológica como ellaAdopción y Familia, 6. 8-12

      URL Abreviada: http://numrl.com/swi06

2 comentarios:

  1. Muy fuerte esta historia , pero lo más terrible es que fue violada y eso , ¿ ha tenido su castigo ? o por ser una persona discapacitada y pobre ..¿ no tiene derecho a justicia ? , no sé que pasó pòr ese lado . También tengo entendido que ella falleció el año 2011 , pero me imagino que a pesar de su discapacidad su alegría era porque había conocido a su hijo aún cuando le faltó conocer y saber de su otro hijo , en todo caso no sé si lograba comprender que le faltaba uno todavía . Emocionante esta historia , muy dura para ser real . Dios la tenga en su Santo Reino , gozando de la felicidad y el amor eterno , ese que no encontró aquí en la tierra .

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  2. Desconocemos esa parte de la historia de Corina, pero sin duda vivió una alegría al conocer a su hijo que le dio paz y posiblemente le ayudó a dejar este mundo con mayor tranquilidad y satisfacción. La tarea de encontrar a su otro hijo hoy reposa en los hombros de Sebastián, ojalá no como una carga, sino como un camino en el encuentro con sus orígenes que ha emprendido con gran dedicación y orgullo, el mismo que debió brindar a Corina mucha paz y satisfacción.

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