30 de diciembre de 2011

Dra. Cecilia Avenatti, Profesora de Estética


De la profundidad del abandono a la altura de la reparación
Toda herida clama por reparación. La magnitud de algunas heridas sugiere la idea de un exceso, de una sed que la justicia no alcanza a saciar. La muerte, el sufrimiento, el fracaso, la soledad, son situaciones límite de la vida humana que nos colocan en el umbral de un mal que se encuentra en el origen y para el cual no bastan razonamientos y argumentos. Es necesario, entonces, recurrir a otros lenguajes. El filósofo Paul Ricoeur propuso el camino del mito para acercarse al dilema del mal.  En un texto titulado “El difícil perdón”, situó el dilema en la verticalidad de la profundidad de la falta y la altura del perdón.
    En efecto, para Ricoeur, existe una desproporción entre la falta y el perdón que se otorga, sobre todo cuando no hay confesión de la falta. Del abismo de la falta nos rescata la altura del perdón: voz silenciosa, portadora de la sabiduría del amor que puede soltar sin condiciones. Semejante acción de perdón es un don superabundante cuyo origen está más allá de la medida de nuestras justicias. En nuestra lengua, don y perdón pertenecen a la misma familia de palabras; el mismo parentesco existe también entre gift y forgiving, dono y perdono, Geben y Vorgeben. El perdón es incondicional o no es; por eso el filósofo Jacques Derrida lo presenta como “la prueba de lo imposible”. No cabe en el perdón la economía del intercambio mercantil, el perdón es un don sin retorno, no exige relación bilateral entre la solicitud y el ofrecimiento del perdón, exige incondicionalidad. Por ello se puede perdonar al que no confiesa su falta, se puede perdonar al enemigo.
    Pues bien, la reparación pertenece a esta economía del perdón. Todo niño tiene derecho a ser recibido y cuidado con amor por una mamá y un papá, tiene derecho a crecer y llegar a ser él mismo en el seno de una familia. El abandono del niño por parte de sus padres biológicos es una transgresión a este derecho, sea cual sea el motivo que los haya conducido a esa decisión. El abandono es falta que exige reparación. Creemos que sólo asumiendo la lógica del don-perdón es posible reparar la falta de presencia y de cuidado exigida por el ser niño. Al exceso de la falta le corresponde la sobreabundancia del perdón que tiene su origen en el don. Este don que procede de lo alto fue cantado por San Pablo en el Himno al amor de la primera carta a los Corintios 13. El amor-ágape o amor-caritas es presentado aquí como camino que supera todos los dones espirituales. El amor es la altura, la grandeza misma. ¿Por qué? Porque el amor disculpa siempre todo, y ese todo comprende lo imperdonable.  Más aún, el amor permanece siempre, por eso tiene un efecto reparador. Totalidad y permanencia son las notas reparadoras del amor, que es la fuente originaria del perdón, porque es el más grande don.
    La reparación del abandono es una misión que comienza en nuestro propio corazón. Para perdonar a otro, debemos primero perdonamos a nosotros mismos, lo cual implica estar dispuestos a recibir el don del amor con totalidad y permanencia incondicionales. De este modo, el proceso de la reparación se va configurando creativamente en nuestro interior y desde allí se prodiga hacia ese otro tú que nos es confiado. No podemos realizar la acción de la reparación si no aceptamos ser simultáneamente reparados también nosotros en nuestra historia, nuestros vínculos, nuestros resentimientos más profundos. Cuando nuestro ser se dispone a recibir el don, del perdón que el don suscita brota la acción reparadora del amor como de un manantial inagotable. La creatividad se despierta y en el amor que sobreabunda los caminos de la reparación se prodigan en caricias, palabras y entregas, que encuentran modos casi infinitos de recrearse. Son éstas las manos y las miradas del amor que todos necesitamos para configurar nuestra identidad más profunda. Ésta es nuestra responsabilidad como padres, consejeros y educadores: dejarnos reparar y contribuir con nuestra acción en la reparación de los otros “tú”, haciendo juntos la experiencia del don-perdón-amor.

    Cita normas A.P.A.: 
    Avenatti, Cecilia (2011). De la profundidad del abandono a la altura de la reparaciónAdopción y Familia, 7, 28
    URL Abreviada: http://numrl.com/dca07

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