26 de diciembre de 2012

Marta Hermosilla, psicóloga


Ser padres de un adolescente
Siempre se ha planteado que la adolescencia es una etapa difícil, tanto para los jóvenes que la viven, como para los padres que conviven con ellos. Esta época es aún más difícil cuando el hijo es adoptado, tanto para él o ella como para sus padres.
Una de las principales tareas de la adolescencia es el logro de la identidad, la que implica importantes cambios en la definición de sí mismo; cambios en los roles, que gradualmente van siendo los de un adulto; cambios en las amistades, en las actitudes y en el concepto de sí mismo. El joven es ya capaz de planificación y abstracción, piensa como adulto. En el aspecto moral reexamina sus valores, se da cuenta de las discrepancias entre lo que la gente le dice y hace; entiende lo que es justo per se. Critica a los padres y también reexamina sus propios valores, pudiendo, en este proceso, rechazar los principios morales asimilados en su niñez.
Se desarrolla una distancia entre el joven y su familia, debido a que no es posible encontrar en ella la satisfacción completa y duradera a sus necesidades emergentes, acercándose más a sus amigos y compañeros. Eso asusta a los padres que sienten que están perdiendo al hijo.
Se replantea los valores recibidos en la educación familiar y reaparecen las preguntas sobre el origen: “¿y yo quién soy?”. En esta etapa, el joven debe pararse en sus propios pies y elegir una carrera, decidirse por sus creencias, comportamiento y ambiciones para su vida futura.
Es común que se presenten dificultades en la relación entre padres e hijos, aún cuando no se hayan presentado en etapas anteriores. La tarea esencial de la adolescencia que es la diferenciación, entra en conflicto con la tarea de incorporación a que la familia se ha abocado en todas las etapas anteriores.
Todos los padres comparten estos problemas, no fáciles de enfrentar. Este proceso puede ser más complejo en los hijos adoptivos y se tiende a culpar a la adopción por problemas que son parte normal del desarrollo. Por ello, es importante que los padres conozcan los problemas normales de la adolescencia y puedan diferenciar los que son característicos de la adopción de aquellos propios del joven que necesita separarse.
Los adoptados son particularmente propensos a rebelarse en contra de las presiones y estándares parentales. Puesto en forma simple: no se puede esperar que un hijo o una hija adoptiva sea una conformista; si lo fuera, estaría inhibiendo una importante parte de sí mismo para mantener su seguridad básica o por un sentimiento de culpa o responsabilidad hacia sus adoptantes.
Todo adolescente, para aprender a ser independiente, tiene que rebelarse y desafiar las creencias y prácticas establecidas, oponiéndose a sus padres, y ello se agudiza por el deseo natural de los hijos de indagar sobre sus orígenes. El conectarse con el pasado histórico y biológico es una parte integral de la formación de la identidad, a lo que la mayoría de los adolescentes adoptivos tienen dificultades para acceder, ya que tienen una doble limitación: por un lado encuentran difícil ubicar su propia historia personal dentro de aquella de su familia, y por el otro es probable que experimenten la curiosidad acerca de sus orígenes y de su vida temprana, como deslealtad hacia sus padres adoptivos.
Los padres adoptivos parecen ser más ansiosos que los biológicos y menos capaces de manejar el estrés de la adolescencia. Confrontados con una reaparición de sus tensiones de infertilidad, pueden tener gran dificultad en aceptar la independencia emergente de sus hijos, por lo que es importante que tengan éstos y otros conflictos resueltos.
También es muy importante mantener, pese a las dificultades que puedan presentarse, el lazo afectivo con su hijo adolescente.
En esta etapa, reflexionan más profundamente acerca del proceso de adopción, dado que el dolor de la no pertenencia puede ser más agudo. Muchos adolescentes frecuentemente buscan o quieren buscar a sus padres biológicos como paso preliminar de independencia y para alcanzar la madurez. Esto es una conducta normal y no implica una intención de abandono o rechazo hacia sus padres adoptivos. Es normal que quiera saber sobre sus orígenes y los padres pueden satisfacerlo dándole la información concreta que conocen, por ejemplo, apariencia, edad, ocupación, intereses y habilidades, incluyendo lo bueno con lo cual puede identificarse y de lo que puede enorgullecerse.
En resumen, la tarea de los padres adoptivos durante la adolescencia de sus hijos es quererlos, protegerlos y aguantarlos, para lograr un equilibrio entre el dejarlos ser personas independientes y que sientan su real pertenencia a la familia en que han crecido.

Cita normas A.P.A.:
Hermosilla, Marta (2012). Ser padres de un adolescente. Adopción y Familia, 8, 15
URL Abreviada: http://numrl.com/mhp08

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