26 de diciembre de 2012

Pamela Astorga, psicóloga


La independencia de los hijos
Durante la adolescencia, el hijo o hija que era un niño dependiente e inocente, comienza a vivir un proceso natural de diferenciación, esto significa separarse del camino de los padres un tiempo hasta volver a reencontrarse, en el caso de un vínculo sano entre los padres y los hijos.
Durante este tiempo los padres procesan un duelo, ya que aceptar el alejamiento de los hijos es doloroso y difícil. Requiere mucho amor, entendido como Humberto Maturana lo plantea: "El amor es la aceptación del otro como legítimo otro distinto de mí". Cuesta ver al hijo alejarse, da miedo y requiere mucha confianza en el vínculo que se ha construido hasta ese momento.  La hija o hijo debe comenzar a construir su propio camino, elegir sus principios y tomar sus propias decisiones para continuar su madurez de manera sana y equilibrada.
El duelo que viven los padres adoptivos es semejante al de los biológicos; ambos sufren miedo a perder su rol, así como  el reconocimiento y la gratificación de la dependencia que tenía el hijo con ellos. Es necesario asumir ese cambio para no perjudicar su proceso de diferenciación. Asumir que quizás hay una dificultad en aceptar la independencia que el hijo está manifestando. En el caso de los padres adoptivos, es importante tener consciencia de este duelo y observar si ese miedo al cambio de rol es excesivo y perjudica el proceso o si fluye naturalmente. Muchas veces tienen el temor de no ser buenos padres, quieren ser perfectos, esto aumenta la presión y es una expectativa que genera ansiedad y miedo. La psicología del Apego plantea que deben ser “padres suficientemente buenos” y no esperar ser perfectos; con ello la relación con los hijos cumple adecuadamente su misión ¿Y qué significa esto? Ser sensibles para distinguir las necesidades de los hijos, saber resolver adecuadamente esas necesidades y gozar el vínculo.
En el caso de hijos biológicos y adoptivos es similar el deseo de romper la dependencia; sin embargo puede existir en el caso de los adoptados, más tardíamente, sentimientos de culpa al alejarse o poner límites a alguien a quien se le debe tanto. En estos casos los padres adoptivos, y por cierto muchos padres biológicos, deben estar atentos a hijos o hijas sobreadaptados, que no se rebelan ni expresan inquietudes de independencia. Quizás esto evidencia miedo a la pérdida, inseguridad o un apego inseguro (un vínculo que en los hijos genera ansiedad e inseguridad) entre ellos y sus padres; en estos casos es necesario intervenir, facilitando una reparación y posterior independencia.
Los hijos van preparando a los padres para el proceso de diferenciación, es necesario permitirles desde pequeños tener su espacio, como por ejemplo cerrar la puerta del baño -sin seguro por supuesto-, elegir su ropa, a quién invitar a casa, etc. Pero generalmente es duro y requiere apoyo de la pareja, amigos o quizás ir a psicoterapia para vivir este alejamiento de manera equilibrada, logrando ejercer adecuadamente el rol de madre o padre y contener emocionalmente al hijo en un período intenso en todo sentido.
Si existe una relación sana, nutritiva y de confianza entre los padres y sus hijos, esta separación se vivirá de una mejor manera y es el paso necesario para un posterior reencuentro, en una relación con roles diferentes, pero con el mismo amor nutritivo.
Cita normas A.P.A.:
Astorga, Pamela (2012). 
La independencia de los hijos. Adopción y Familia, 8, 7
URL Abreviada: http://numrl.com/pap08

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