La independencia de los hijos
Durante
la adolescencia, el hijo o hija que era un niño dependiente e inocente,
comienza a vivir un proceso natural de diferenciación, esto significa separarse
del camino de los padres un tiempo hasta volver a reencontrarse, en el caso de
un vínculo sano entre los padres y los hijos.
Durante
este tiempo los padres procesan un duelo, ya que aceptar el alejamiento de los
hijos es doloroso y difícil. Requiere mucho amor, entendido como Humberto
Maturana lo plantea: "El amor es la aceptación del otro como legítimo otro
distinto de mí". Cuesta ver al hijo alejarse, da miedo y requiere mucha
confianza en el vínculo que se ha construido hasta ese momento. La hija o hijo debe comenzar a construir su
propio camino, elegir sus principios y tomar sus propias decisiones para
continuar su madurez de manera sana y equilibrada.
El
duelo que viven los padres adoptivos es semejante al de los biológicos; ambos
sufren miedo a perder su rol, así como el reconocimiento y la gratificación de la
dependencia que tenía el hijo con ellos. Es necesario asumir ese cambio para no
perjudicar su proceso de diferenciación. Asumir que quizás hay una dificultad
en aceptar la independencia que el hijo está manifestando. En el caso de los padres
adoptivos, es importante tener consciencia de este duelo y observar si ese
miedo al cambio de rol es excesivo y perjudica el proceso o si fluye
naturalmente. Muchas veces tienen el temor de no ser buenos padres, quieren ser
perfectos, esto aumenta la presión y es una expectativa que genera ansiedad y
miedo. La psicología del Apego plantea que deben ser “padres suficientemente
buenos” y no esperar ser perfectos; con ello la relación con los hijos cumple
adecuadamente su misión ¿Y qué significa esto? Ser sensibles para distinguir
las necesidades de los hijos, saber resolver adecuadamente esas necesidades y gozar
el vínculo.
En
el caso de hijos biológicos y adoptivos es similar el deseo de romper la
dependencia; sin embargo puede existir en el caso de los adoptados, más tardíamente,
sentimientos de culpa al alejarse o poner límites a alguien a quien se le debe
tanto. En estos casos los padres adoptivos, y por cierto muchos padres
biológicos, deben estar atentos a hijos o hijas sobreadaptados, que no se
rebelan ni expresan inquietudes de independencia. Quizás esto evidencia miedo a
la pérdida, inseguridad o un apego inseguro (un vínculo que en los hijos genera
ansiedad e inseguridad) entre ellos y sus padres; en estos casos es necesario
intervenir, facilitando una reparación y posterior independencia.
Los
hijos van preparando a los padres para el proceso de diferenciación, es
necesario permitirles desde pequeños tener su espacio, como por ejemplo cerrar
la puerta del baño -sin seguro por supuesto-, elegir su ropa, a quién invitar a
casa, etc. Pero generalmente es duro y requiere apoyo de la pareja, amigos o
quizás ir a psicoterapia para vivir este alejamiento de manera equilibrada,
logrando ejercer adecuadamente el rol de madre o padre y contener
emocionalmente al hijo en un período intenso en todo sentido.
Si
existe una relación sana, nutritiva y de confianza entre los padres y sus
hijos, esta separación se vivirá de una mejor manera y es el paso necesario
para un posterior reencuentro, en una relación con roles diferentes, pero con el
mismo amor nutritivo.
Cita normas A.P.A.:
Astorga, Pamela (2012). La independencia de los hijos. Adopción y Familia, 8, 7
URL Abreviada: http://numrl.com/pap08
Astorga, Pamela (2012). La independencia de los hijos. Adopción y Familia, 8, 7
URL Abreviada: http://numrl.com/pap08
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