Vanessa Yankovic, Psicóloga
No resulta extraño que cuando los niños mayores llegan a una nueva familia manifiesten dificultades en su alimentación. Estos comportamientos pueden variar entre rechazar la comida, robarla y esconderla o comer compulsivamente. Con frecuencia esto se relaciona directamente con la falta de seguridad o certeza que tienen acerca de si van a ser alimentados y cuándo. Es probable que en su infancia temprana sufrieran los tristes efectos de la negligencia, abuso o privación. Con tiempo y paciencia, sin embargo, los problemas de alimentación pueden ceder. Y como muchas familias lo pueden confirmar, este esfuerzo vale la pena.
Cuando un bebé nace, depende absolutamente del medio que lo rodea. Si éste no manifiesta las condiciones mínimas para su cuidado, no será capaz de sobrevivir. Por ello, el recién nacido es altamente vulnerable y susceptible a las privaciones, negligencias o abandono.
La primera forma de relacionarse del bebé con el mundo
es a través de la alimentación, fundamental para la supervivencia. El alimento
otorgado a través del pecho materno es fuente esencial de nutrientes para su
desarrollo, pero también entregará cercanía, contención y apego, generándose un
vínculo emocional que determinará las bases para sentirse tranquilo, seguro y
confiado en el medio. A través de la alimentación se otorgan no sólo los
aspectos nutritivos claves para el desarrollo físico, sino que también se
desarrolla el apego seguro y la confianza básica de un bebé.
Por esto, cuando el medio ambiente falla en otorgar una sensación de contención, satisfacción y seguridad, podemos observar el desarrollo de alteraciones en torno a la comida. Este fenómeno pareciera representar una defensa frente a la privación o negligencia sufrida anteriormente. Los comportamientos pueden variar; algunos niños comen compulsivamente todo tipo de comida, otros muestran rechazo a la alimentación, otros paseos nocturnos buscando comida, robo, a veces vómitos o conductas disruptivas durante la alimentación. Estos comportamientos son frecuentes y, tal como fue dicho, van de la mano con las dificultades que el niño sufrió en sus cuidados primarios.
Para los padres, la clave se encuentra en tratar la
causa de estos síntomas, ofreciendo un ambiente donde el niño logre sentir que
el alimento, y por ende el afecto, están disponibles para cuando él lo
necesite. Se debe encontrar qué funciona mejor para cada niño, ya que las
experiencias y las necesidades son únicas. Lo importante es comenzar por
determinar qué es lo que él necesita.
Por ejemplo, frente al robo de comida probablemente el
niño necesite sentirse seguro de que la hay disponible. Es importante mostrarle
dónde puede encontrarla cuando la necesite y así ir aliviando su ansiedad. Si
el niño la rechaza, el permitirle un mayor control sobre lo que come sin demasiadas
exigencias, posiblemente despierte su interés por otros alimentos. Introducir nuevos sabores y texturas, hacerlo lentamente
y mezclando algo nuevo con sus comidas favoritas.
En ocasiones, permitir un capricho
específico con algún tipo de alimento puede tener un efecto más positivo que
tratar de resistirse. Sin llegar a realizar una comida diferente para cada miembro de
la familia, en ocasiones se pueden hacer cosas especiales para los gustos
individuales.
Los tiempos de comida diarios son un
momento ideal para compartir en familia de forma nutritiva y divertida.
Recorrer el proceso de seleccionar los alimentos, cocinarlos, presentarlos y disfrutar de ellos, así como la
limpieza después, son rituales que favorecen la comunicación y unión entre los
miembros. Una rutina regular, relajada, reduce la
ansiedad del niño a la hora de comer, mejora el apetito, y, en definitiva, favorece
a la consolidación del apego con su nueva familia.
La alimentación no se trata sólo de calorías, sino de incorporar, tanto
a nuestro cuerpo como a nuestra mente y espíritu, cosas que nos nutran, nos
hagan crecer y nos permita desarrollarnos de forma sana física y
psicológicamente. Por ello es que ayudar a nuestro hijo en esta tarea es tan
importante.
Cita normas A.P.A.:
Yankovic, Vanessa (2012). Adopción y trartornos alimentarios. Adopción y Familia, 8, 38
URL Abreviada: http://numrl.com/syf08
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