Con todas las cartas sobre la mesa
En algunos países, como Estados Unidos, la adopción se
realiza y vive con la posibilidad, no sólo de tener acceso desde el primer
momento a toda la información respecto de la madre biológica, sino que ella
puede elegir a quienes serán los futuros padres y, a partir de ahí, tener
contacto e interacción con los padres adoptivos y el hijo que dio en adopción.
Según sus promotores, puede llegar a resultar altamente beneficiosa, tanto para
los hijos, los padres adoptivos y la progenitora. Sin embargo, se debe tener
presente que esta modalidad no tiene el éxito garantizado.
La reforma de la
Ley del Menor que regulará la adopción abierta en España, es
una de las novedades legislativas que se espera tome cuerpo en el viejo
continente antes de fin de año. Mientras en Chile ese es un concepto que en la
práctica no existe y es conocido más bien sólo por los especialistas, en países
de otras latitudes, como el Reino Unido y Estados Unidos, desde 2005 y 2009
respectivamente, es parte ya de la legislación y una realidad para todas
aquellas personas que se vinculan al mundo de la adopción, ya sea como
progenitor, hijo, hija o padres adoptivos.
Pero, ¿qué significa este concepto? Adopción abierta se
refiere a aquella en que los padres biológicos y los padres adoptivos se
conocen, comparten sus identidades, intercambian información y pueden
comunicarse a lo largo de los años, tal como lo refleja el filme “Juno”, en el
que una adolescente embarazada vive el periodo de gestación en contacto con los
futuros padres adoptivos, a quienes ella aprobó previamente.
También existe el término Adopción Semiabierta, que se
refiere a varias formas de comunicación entre los padres biológicos y los
padres adoptivos, como por ejemplo, intercambiar cartas y fotos, reunirse sólo
una vez sin volver a repetirlo o conocerse sin revelar nombres que los
identifiquen. En estos casos la comunicación y los contactos son extremadamente
limitados y siempre resguardando la identidad.
Por último, y lo que nos resulta más familiar en relación
a la realidad chilena, es la Adopción Cerrada, que se refiere a aquella
adopción donde madre biológica y padres adoptivos no tienen contacto.
Uno de los países que cuenta con un buen trecho recorrido
es Estados Unidos. Para entender un poco cómo nació la adopción abierta en ese
país, vale la pena darle una mirada a su transformación a lo largo de la
historia. En la colonia, para concretar las adopciones simplemente se hacía una
transferencia, como quien establece una escritura después de comprar una
propiedad.
De acuerdo a información del Independent Adoption Center,
las primeras leyes, como las de Texas y Vermont en 1850, nacieron con el
propósito de hacer de estas adopciones informales algo más seguro. Los
registros de la corte, sin embargo, eran abiertos al público.
El origen del secreto y del cierre de los registros se
empezó a dar en los primeros años del siglo pasado. El trabajo social era una
profesión en desarrollo y en esos años los niños en situación de ser dados en
adopción eran muchos, mientras que eran muy pocos los posibles padres
adoptivos. A eso se agrega que en esa época se creía que problemas sociales
como la pobreza, promiscuidad sexual, alcoholismo y crímenes en general, era
algo que podía transmitirse genéticamente, razón por la que se creía que la
adopción contenía un riesgo demasiado grande. Fue así como los trabajadores
sociales se enfrentaron a la presión de reclutar padres adoptivos, a la vez que
dar garantías de seguridad respecto del niño o niña que estaban entregando en
adopción, convirtiéndose en una pieza fundamental en este proceso.
De a poco el sistema se fue transformando e involucró la
protección legislativa como un elemento esencial. Se realizó el cierre de los
registros con la finalidad de ocultar la historia de esos niños. A esto hay que
agregar que el certificado de nacimiento no se estampó más bajo el concepto de
nacimiento ilegítimo. Más tarde se inició el reemplazo de los certificados de
nacimiento, registrándose al niño bajo los apellidos de los padres adoptivos. A
esta práctica se le conoció pronto como “renacimiento legal”. El sistema se fue
cerrando aún más con el tiempo, hasta que en 1950, la mayoría de los estados
tenían leyes que sellaban los certificados de nacimiento originales y los
registros de la corte, no sólo para el público, sino también para los padres e
hijos adoptivos.
La presión para cambiar esta realidad se hizo sentir en
los años 1970, cuando los prejuicios morales contra las madres solteras
cayeron. El panorama evolucionó incrementándose en los 80 y 90. Adultos que
fueron hijos adoptados empezaron a demandar sus derechos de conocer su historia
genética. Quienes habían sido progenitoras y dado sus hijos en adopción también
empezaron a reclamar un cambio.
Los impulsores
del cambio
Según explica el Independent Adoption Center, se empezó a
hacer evidente el impacto negativo de estos procedimientos cerrados. En la
sociedad estadounidense, el secreto está estrechamente vinculado a la vergüenza,
y el estigma de los procedimientos cerrados de adopción dejó el sentimiento en
muchos niños de que había algo terriblemente malo en su herencia biológica. Sin
poder contar con información de sus progenitores, muchos niños adoptados
realmente creyeron que simplemente habían sido botados o entregados porque eran
malos o feos.
Una de las agencias pioneras que promovieron un cambio en
los 70, fue la
Lutheran Social Service en San Antonio, Texas, bajo la
dirección de Kathleen Silber. La discusión sobre los beneficios de la adopción
abierta se prolongó hasta los 90, cuando a esas alturas la respuesta al debate
parecía clara.
Según la propia Kathleen Silber, los beneficios de la adopción
abierta son evidentes tanto para los padres biológicos, como para los padres
adoptivos y los niños. Respecto de las progenitoras, considera que demuestran
una autoestima positiva relacionada con la toma de una decisión responsable y
en control de su vida, estableciendo un plan para la guagua, en lugar de
abandonarla. Los padres biológicos viven el duelo de una manera más rápida y
fácil, lo que repercute en un mejor estado de salud mental que aquellas
personas involucradas en procesos cerrados.
Para los padres adoptivos, en tanto, el contacto con los
progenitores les entrega una imagen más real. La confianza y entendimiento
entre ellos es posible de desarrollar y el miedo e inseguridad, muy típico en
quienes participan en procesos cerrados, desaparece, al permitir por parte de los
progenitores la confirmación que quienes adoptaron son los verdaderos padres
del niño. Habiendo sido incluso elegidos por la madre biológica, sienten una
mayor validación de su paternidad. Los padres adoptivos tienen, además, acceso
permanente a información médica que los ayudará durante la crianza y sus cuidados.
Para los adoptados, en tanto, la adopción abierta entrega
respuestas inmediatas a sus inquietudes naturales, así como también información
exacta, desde las interrogantes sobre parecidos, hasta por qué fueron dados en
adopción. Las madres biológicas pueden entregar respuestas precisas en lugar de
verdades a medias, con la oportunidad de un acceso permanente a la información
requerida en aquellas áreas en que los padres adoptivos no pueden hacerlo.
Silber sostiene que en la adopción cerrada, en cambio, el
adoptado no tiene acceso a su historia médica o genética, que ciertas
enfermedades pueden traer serias consecuencias. En las adopciones abiertas su
historia médica, así como la de sus familiares biológicos, está disponible y puede
ser actualizada.
Uno de los beneficios más significativos, para Silver,
consiste en que el principal motor para tramitar la adopción fue el amor. El
niño o niña está consciente del amor de sus progenitores o madre biológica.
Como resultado, el adoptado no sólo es capaz de sentirse bien dónde está, sino
también respecto de dónde viene, quedando libre de las frustraciones que
provocan el desconocimiento y los sentimientos de rechazo que se producen en
las adopciones cerradas.
Sostiene que los niños más pequeños tienen dificultad
para entender conceptos abstractos y que están involucrados en las adopciones
cerradas; como el de adopción o progenitora. En la adopción abierta, el niño o
niña cuenta con información concreta para vincular esos conceptos y la
progenitora es una realidad en su vida, facilitándole de esta manera el
entendimiento de su adopción.
También plantea que existirían beneficios en torno a la
familia extendida, en la medida que la adopción abierta reconoce a la familia
biológica como parte de la familia extensa. Si los padres adoptivos pueden
aceptar a los miembros de la familia biológica en sus vidas y como familiares,
ellos se sentirán bien con el modelo de adopción abierta.
Pese a lo acérrima defensora que Silber es del modelo de
adopción abierta, reconoce que también esta alternativa tiene complejidades.
Sin embargo, en su experiencia, los problemas en las adopciones abiertas no son
muy diferentes de lo que uno podría encontrar al interior de las familias
biológicas. Pueden existir conflictos en las relaciones familiares, como lo hay
en todas las familias, y que las personas pueden llegar a resolver.
Adicionalmente, los consejeros de las agencias debieran estar accesibles para
mediar en estos problemas, si es que fuese necesario.
Estados Unidos recorrió un camino que España estaría
empezando a andar con su reforma legislativa y cuya finalidad es terminar con
lo que llaman “guerras judiciales” en materia de adopción. Éstas cuentan con un
caso, a estas alturas, emblemático: el de una niña, Piedad, que después de
vivir dos años junto a Soledad Perera, quien había iniciado los trámites de
adopción, una jueza ordenó que se la quitaran cuando la progenitora pidió
recuperar su custodia. La madre biológica aparentemente estaba incapacitada
para cuidarla y, según detalla el medio larazon.es, la niña volvió a un centro
de acogida, donde ya lleva viviendo seis años.
La otra cara de
la medalla
Si bien hay bastantes razones que validan las ventajas de
una adopción del tipo abierta, también es posible encontrar argumentos sobre
los problemas que esta modalidad puede traer.
En el sitio espanol.findlaw.com, que ofrece información
legal, se establece que muchos padres adoptivos ven este nivel de apertura como
una verdadera amenaza y temen que los progenitores interfieran en sus vidas
luego de que concluya el proceso legal de adopción o, lo que es peor, que
quieran al niño o niña de vuelta. Por otra parte, los padres adoptivos pueden
sentir que su hijo se confundirá al no saber quiénes son en definitiva sus
verdaderos padres.
El medio español la razon.es le otorgó un espacio a
Javier Vilches, psicólogo que expuso sus razones para estar en contra. De
acuerdo al profesional, obviamente es el interés del niño lo primero que se
debe considerar, pero que en la práctica, rara vez sucede. Desde ese punto de
vista, entonces, el modelo de adopción abierta debiera tener los siguientes
matices: El primer lugar no debiera ser abierta desde un principio, ya que la
presencia de la familia biológica podría dificultar la vinculación entre el
niño y sus padres adoptivos, provocándole conflicto de lealtades. Se debiera tener
en cuenta el proceso madurativo del niño, que garantice una adecuada
integración de las dos realidades en su mente, antes de empezar a tener
contacto con ellos.
Sugiere que los encuentros con la familia biológica debieran
realizarse a partir de los 18 años y sólo si el niño manifiesta interés por
hacerlo, para que esto aporte en la construcción de su identidad. Además, un aspecto
importante a considerar serían las situaciones traumáticas que el niño pueda
haber vivido; a mayor nivel de sufrimiento infantil y gravedad de las
situaciones traumáticas, más tarde debería realizarse este encuentro, si es que
se lleva a cabo, ya que requiere de un proceso de elaboración mayor de su parte.
Por último, considera que la intervención profesional y
calificada siempre es necesaria para evaluar la situación y construir espacios
de encuentro, apoyo y contención para estos niños y sus familias adoptivas, en
sus encuentros con la familia biológica.
En tanto, para life.familyeducation.com una postura en
contra de la adopción abierta se fundamentaría en los siguientes puntos: que el
niño no quisiera buscar a sus padres biológicos, que los progenitores quisieran
más o menos contacto de lo que a los padres adoptivos les gustaría, que un
progenitor o progenitora inestable podría causar problemas, que la madre o
padre adoptivo se podría ver menos empoderado de su rol, que los padres
adoptivos realmente no quieran extender aún más la familia, que la adopción
abierta pueda atraer a aquellas mujeres que no quieran entregar por completo a
sus hijos y esperen poder quedarse en un término medio, que les permita que
otros críen a sus hijos sin ella dejar de ser la madre, y que la progenitora se sienta con mayores derechos que lo que
realmente le corresponda.
De acuerdo a esta publicación, al considerar este tipo de
adopción es fundamental que los padres adoptivos tengan claridad sobre el nivel
de apertura que se espera de ellos y si se sentirán cómodos con aquellas
obligaciones que se comprometerán a cumplir, en el marco de este tipo de
adopción.
Cita normas A.P.A.:
Siredey, Verónica
(2013). “Adopción Abierta. Con
todas las cartas sobre la mesa”. Adopción y Familia, 9, 38-41
URL
Abreviada: http://numrl.com/laa09
Una opción muy interesante. Gracias por el post!
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