29 de agosto de 2013

Búsqueda de Orígenes


Un proceso sanador
Cuando los hijos adoptivos cumplen 18 años, ya están facultados para iniciar la búsqueda de sus orígenes y sumergirse en un proceso que no sólo les permitiría conocer los antecedentes vinculados al nacimiento y la adopción, sino incluso conocer a su progenitora. Todo esto es posible a través del Programa Búsqueda de Orígenes, del Sename, creado para ayudar en este proceso a todas aquellas personas que necesitan completar esa parte de su historia que tiene que ver con la primera etapa de su vida.
Los primeros indicios de lo que es el actual Programa Búsqueda de Orígenes del Sename, se remontan a 1995 en Suecia, cuando un grupo de jóvenes nacidos en Chile, y adoptados por suecos, decidió aunar sus esfuerzos con la finalidad de lograr un objetivo común: encontrar sus raíces. Sin embargo, este programa no se estableció formalmente hasta 1999, cuando se creó la Ley de Adopción bajo el alero del Servicio Nacional de Menores, con la finalidad de apoyar a todas aquellas personas adoptadas en este proceso de búsqueda, informando, asistiéndolos y realizando todas las gestiones necesarias orientadas a ubicar a sus familias biológicas.
Con el tiempo su estructura se ha ido modificando, tomando más fuerza a partir del año 2007, aproximadamente. Y en mayo pasado sufrió un giro importante, con la descentralización aplicada a las diez regiones del país más pequeñas y que busca completarse a nivel general, a más tardar, para fines de año. Esto, a excepción de las adopciones internacionales, cuya gestión respecto de la búsqueda de orígenes se mantiene y mantendrá, a través de la oficina central de Sename en Santiago, pero en coordinación con regiones cuando el caso lo requiera.
A pesar de todos estos cambios, la psicóloga Nancy Rodríguez, responsable del Programa Búsqueda de Orígenes de este servicio, reconoce que aún existen áreas en las cuales es necesario avanzar, como son los prejuicios en torno a la adopción y, sobre todo, respecto de las madres biológicas. “Si bien en lo últimos cinco años es posible observar cambios importantes en términos de tratar a la familia biológica con más respeto, aún a las progenitoras, en algunas instancias como los hospitales, a nivel de auxiliares o paramédicos, se les trata muy mal. A pesar que ha habido una labor importante de sensibilización, que ha permitido mostrar algunos progresos”. De la misma manera, sostiene que esta apertura también se está viendo a nivel judicial, durante los procesos que afectan a los niños. “Mi impresión es que se le está dando más importancia a la consideración de la familia de origen como primera opción, cuando se está estudiando el camino de la adopción”.
Sin embargo, no puede dejar de mencionar algunos fantasmas del pasado que aún asoman; tal es el caso de los informes correspondientes a estos procesos de hace dos décadas. “La adopción es un tema que provoca mucho prejuicio y miedo. Pasa por principios personales. Y el lenguaje que uno puede observar en estos informes de hace veinte años atrás, es terriblemente descalificador”.
La búsqueda y sus etapas
Es posible realizar la búsqueda de los orígenes a través del Sename a partir de su página web, en la sección adopción y luego orígenes. Los adoptados interesados en conocer sobre sus raíces deben hacer su petición a través de un formulario e ingresar algunos datos. De ser aprobada la solicitud, el Sename envía una carta motivacional en la que el solicitante debe contar por qué quiere buscar a su familia biológica. El Sename entonces inicia la búsqueda a través de distintas instancias dependiendo del caso, que pueden incluir a Fonasa o el Registro Civil, o acudir a las bases de datos del Departamento de Adopción en las unidades regionales, entre otros. Si la búsqueda es exitosa y se encuentra información, ésta es compartida con la persona que la solicita, ofreciéndose de manera más bien general sus antecedentes e historia de adopción. En esta instancia no se entregan datos específicos, como la identidad de los padres biológicos, por ejemplo, porque son confidenciales.
Algunos quedan conformes y resuelven llegar hasta este punto, pero otros deciden continuar. Siendo éste caso, se solicita a los Tribunales de Familia que el Registro Civil preste la información sobre el origen y el proceso de adopción. La información de su carpeta de antecedentes será así un elemento fundamental en la reconstrucción de esa etapa de la historia que, hasta entonces, el o la joven conoce sólo en parte. Ésta le servirá para evaluar si quiere continuar con el proceso y, en el caso de ubicarse a la progenitora y estar ella de acuerdo, podría finalizar en un encuentro. Sin embargo, la obtención de la información contenida en esas carpetas no asegura el resultado esperado, ya que como explica Nancy Rodríguez, “a veces esas carpetas vienen con mucha información; pero otras, pueden venir con prácticamente nada”.
Anteriormente, en las adopciones se daba mucho la entrega directa. “Cuando iban a adoptar, las personas iban al tribunal, declaraban que conocían a la madre, pero finalmente el nombre de la progenitora no aparecía por ninguna parte. Ahora la adopción se habla de manera más abierta. Los informes sociales son más completos, serios, profesionales y la familia adoptiva no hace de esto un secreto, como se hacía antes. Actualmente hay talleres pre y postadoptivos, que son sumamente importantes”, explica Rodríguez. Pero el tiempo que ha pasado para estas transformaciones todavía es poco y aún existen historias que simplemente suenan increíbles. “En los últimos seis meses recibimos dos casos de mujeres que fueron madres a los 16 años y que, al momento del parto, fueron engañadas. Se les dijo que sus guaguas habían nacido muertas, pero ahora se vienen a enterar que no fue así y que esos hijos o hijas las están buscando”.
A su juicio, más allá de la diversidad de historias y las cargas emocionales implicadas, lo que percibe como común denominador para quienes se ven involucrados con este programa, tanto los que fueron adoptados como sus madres biológicas, es el efecto sanador que se produce en ellos una vez que ya se ha cerrado el círculo. “El encuentro con esta parte de la historia de sus orígenes significa el cierre de un ciclo de la vida que es muy sanador. Y para las madres biológicas que son contactadas, me atrevería a decir que lo es incluso aún más”. Esto, porque según explica la profesional, ellas cargan con un sentimiento de culpa muy grande. “Enterarse que las quieren ubicar, darse cuenta que sus hijos biológicos no tienen rabias ni rencores, es muy sanador. Por un lado, ellos se dan cuenta que lo hicieron con el fin de poder darles una vida más normal de lo que ellas les podían dar. Se emocionan mucho, lloran mucho y veo que limpian y sanan, porque han sido años de sufrimiento. Incluso, ha habido casos de arrepentimiento, pero cuando ya es tarde, porque el hijo o hija ya se ha ido en adopción. Y eso es muy fuerte”.
El proceso para progenitores, hijos y padres adoptivos
Muchos de estos niños y niñas que se fueron en adopción provienen de una progenitora de muy escasos recursos, muchas veces de zonas rurales. En estos casos no es raro que ya existan otros hijos y que la madre biológica sea, por ejemplo, una nana que viene del sur y trabaja puertas adentro y que no puede, por distintas circunstancias, mantener a otro hijo. Para algunos jóvenes enterarse que no fueron hijos únicos les produce profundo dolor, pero es un dolor posible de trabajar una vez que han conocido toda la historia y su contexto.
De acuerdo a Nancy Rodríguez, el proceso de búsqueda de la progenitora puede llegar a ser largo y tedioso. “Porque una cosa es encontrar el expediente, y otra es ubicar a la familia. En este trayecto uno puede encontrar de todo, incluso que los progenitores han fallecido”. Pero es un proceso que, de acuerdo a la psicóloga, de todas maneras vale la pena seguir. “En un 95 por ciento de los casos en que hemos encontrado a la madre biológica, ésta acepta encontrarse con el hijo o hija y, por parte de ellas, no he escuchado otra cosa que todos los días, desde que nació ese hijo que se dio en adopción, han pensado en él o ella; en cómo estará, si estará bien cuidado, tendrá una buena familia o si estará bien atendido”.
Que todo el proceso se realice con la ayuda y mediación de los especialistas es fundamental. Rodríguez explica lo que ocurre una vez que ya se ha ubicado a la progenitora. “Siempre es a través nuestro. Nos informamos bien de la situación de los padres biológicos o progenitora, en coordinación con los asistentes sociales. Si ella está de acuerdo en un encuentro con su hijo o hija, lo coordinamos. Les pedimos a las partes que escriban una carta y manden una foto. Nosotros evaluamos, preparamos a los hijos y los asistentes a las madres. Esto, con el fin de evitar falsas expectativas y garantizar un encuentro apropiado. Una vez que el encuentro ya se ha realizado les pido que me informen, siempre con la idea de ir mejorando los procesos”. Y no puede dejar de destacar que cada caso es distinto y que después de cada obtención de información o reunión, más allá del tipo de información con que se encuentren, siente que el trabajo valió la pena.
La profesional enfatiza que Sename tiene claridad que su labor en este proceso es la de ayudar, informar, asesorar y contener. “Hay que tener mucha paciencia y preparar a los jóvenes para el encuentro. Algunos pueden ser muy demandantes. Es necesario también prepararlos para la frustración, cuando después de un período largo de búsqueda no se ha podido obtener más información”.
El panorama que enfrentan los padres adoptivos en este proceso para Nancy Rodríguez también es claro. “Se asustan. Más las madres, en mi opinión, que los padres; a las madres adoptivas les da mucha inseguridad. Y el temor más común que uno encuentra es que el hijo o hija se quiera ir con los padres biológicos o su progenitora. Lo que nunca es así. Lo que uno ve es que los jóvenes están buscando esa parte de la historia que les falta y una vez que la tienen son capaces de quedarse tranquilos y seguir adelante con sus vidas”.
Fundación San José
El puzzle se debe completar
Para Mariela Arrau, encargada del Programa de Búsqueda de Orígenes de Fundación San José, esta etapa en la vida de los adoptados es fundamental: “Para los niños es una pieza del puzzle que falta y en el proceso es vital que cuenten con el apoyo de sus padres. Y si bien los padres de alguna manera tienen el temor que su hijo o hija se vaya con la progenitora, el tema no es vincular, porque el vínculo está establecido con ellos, sino que se trata justamente de esa pieza que falta”.
De acuerdo a su experiencia, hay hitos en la vida del hijo o hija adoptivos que movilizan la necesidad de buscar; como puede ser el matrimonio, algunas fechas como la Navidad o el fallecimiento de alguno de los padres. Un caso así le tocó en 2011, cuando una joven de 16 años a la que se le murió su mamá adoptiva acudió a la Fundación acompañada por su padre y hermanos. “El caso fue muy bonito, porque la familia estaba en pleno, apoyándola, muy motivados. A ella se le informó, guió y apoyó. Sabe que cuenta con el respaldo de toda su familia y la Fundación, para cuando quiera iniciar el proceso de búsqueda y pueda hacerlo, en la mayoría de edad”.
Es por eso que la preparación de los padres adoptivos resulta fundamental, y en Fundación San José se empieza a trabajar con los padres desde el comienzo del proceso mismo de adopción. “Se les prepara y acompaña, para que a su vez ellos puedan acompañar de manera adecuada a sus hijos en lo que forma parte del proceso de consolidación de su identidad. Ésta búsqueda tiene por objeto encontrarse con ellos mismos, con una parte de sí que les resulta desconocida y difusa. Es parte del respeto a su individualidad el ofrecerles apoyo en este proceso. Hace años atrás no se consideraba así y la documentación respecto del origen de los niños incluso se quemaba”, explica.
Esto no quiere decir que el tema de la revelación para los padres está resuelto, sino que muy por el contrario, requiere de una preparación y acompañamiento continuos. “Muchos se preguntan cuándo contar y cómo hacerlo. Es un tema importante para ellos”. Sin embargo, a su juicio, hoy los padres están mucho más preparados que antes, porque ayuda el que ya no sea un tema tabú. “Ya no se trata como un secreto de familia. Facilita que la adopción sea un tema que se maneje abiertamente, porque de esta manera y a largo plazo, este proceso se hace mucho más fácil”.
En Fundación San José sienten que la punta del hilo se asoma cuando los niños expresan que quieren conocer el hogar que los acogió mientras se encontraban a la espera de una familia adoptiva. “Este hilo es una oportunidad que vale la pena tomar. Hemos tenido muchos casos de niños entre los 6 años y hasta los 14 ó 15 que quieren venir a conocer Casa Belén”.
Los padres llaman contando la inquietud de su hijo y un profesional se reúne con ellos con la finalidad de acogerlos y prepararlos si es necesario. Una vez que ya la visita se concreta, según explica Mariela, los niños suelen llegar “muy para adentro, algo asustados y ansiosos, pero al poco rato vemos cómo se van relajando. Me acuerdo de un niño que llegó muy retraído, pero termino compartiendo con los niños, jugó y tomó en brazos a algunos de ellos y se fue muy contento”.
En esta visita son recibidos por quienes están a cargo del cuidado y atención de los niños, le muestran el lugar donde él estuvo el primer periodo de su vida y cómo es la vida para los niños que, como él, tendrán que pasar un tiempo ahí. “Lo más importante para quienes visitan Casa Belén, es encontrar a las personas que lo conocieron y conversar con quién lo cuidó, que le cuente sobre él, le muestre la cuna donde dormía, los espacios donde jugaba y alguna anécdota o detalle particular por lo que lo recuerda. El reconocimiento de su persona en esa etapa de su vida es lo que fortalece su identidad”, dice Mariela Arrau.
La profesional enfatiza que existe un nexo entre los conceptos de adopción y abandono y que para el niño, aun cuando sea en un nivel inconsciente, forma parte de quién es. “Duele decirlo, quizás no de una manera evidente, pero sí emocionalmente y en lo más profundo de la vivencia del adoptado. Sin embargo, para los niños ir a Casa Belén es una experiencia tranquilizadora, porque se dan cuenta de la preocupación que tuvo la progenitora de que su hijo quedara bajo buenos cuidados. Captar que la decisión se sostiene en esa preocupación por su bienestar, al ir a casa Belén queda en evidencia y se valora. A la progenitora hay que considerarla y mucho, porque esa mujer se preocupó de que ese niño no sólo viviera, sino que además estuviera bien y tuviera una familia que lo cuide y lo quiera. Para los niños ser conscientes de esa decisión influye positivamente en su autoestima”.
Búsqueda de Orígenes: Algunas Cifras
Pese a que el sistema actual prohíbe la entrega directa de niños en adopción y que se exige un estudio de la habilidad de la familia, además de todo lo que implica el proceso de susceptibilidad, aún queda un porcentaje de niños que fueron adoptados al margen de lo que hoy son los procedimientos  regulares. De esos casos, no quedan registros de los antecedentes. De aquellos que buscan información sobre su origen, “debe haber unos 85 casos que no tienen filiación adoptiva. Estamos tratando de buscar apoyo en los hospitales y mejorar los convenios para contar con más información, más actualizada y eficiente, que nos permita recuperar esa parte de su historia”, destaca Nancy Rodríguez.

Año
Número de solicitudes recibidas
2009
262
2010
323
2011
238
2012
207
2013 hasta junio
100
Casos inactivos
850
Casos activos hasta junio
500 en promedio
Casos internacionales en proceso
120 aproximadamente


Cita normas A.P.A.:
Siredey, Verónica (2013). Búsqueda de Orígenes: Un proceso sanadorAdopción y Familia, 9, 34-37

URL Abreviada: http://numrl.com/bdo09

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