Un proceso sanador
Cuando los hijos adoptivos cumplen 18 años, ya están
facultados para iniciar la búsqueda de sus orígenes y sumergirse en un proceso
que no sólo les permitiría conocer los antecedentes vinculados al nacimiento y
la adopción, sino incluso conocer a su progenitora. Todo esto es posible a
través del Programa Búsqueda de Orígenes, del Sename, creado para ayudar en
este proceso a todas aquellas personas que necesitan completar esa parte de su
historia que tiene que ver con la primera etapa de su vida.
Los primeros indicios de lo que es el actual Programa
Búsqueda de Orígenes del Sename, se remontan a 1995 en Suecia, cuando un grupo
de jóvenes nacidos en Chile, y adoptados por suecos, decidió aunar sus
esfuerzos con la finalidad de lograr un objetivo común: encontrar sus raíces.
Sin embargo, este programa no se estableció formalmente hasta 1999, cuando se
creó la Ley de Adopción bajo el alero del Servicio Nacional de Menores, con la
finalidad de apoyar a todas aquellas personas adoptadas en este proceso de
búsqueda, informando, asistiéndolos y realizando todas las gestiones necesarias
orientadas a ubicar a sus familias biológicas.
Con el tiempo su estructura se ha ido modificando,
tomando más fuerza a partir del año 2007, aproximadamente. Y en mayo pasado
sufrió un giro importante, con la descentralización aplicada a las diez
regiones del país más pequeñas y que busca completarse a nivel general, a más
tardar, para fines de año. Esto, a excepción de las adopciones internacionales,
cuya gestión respecto de la búsqueda de orígenes se mantiene y mantendrá, a
través de la oficina central de Sename en Santiago, pero en coordinación con
regiones cuando el caso lo requiera.
A pesar de todos estos cambios, la psicóloga Nancy
Rodríguez, responsable del Programa Búsqueda de Orígenes de este servicio,
reconoce que aún existen áreas en las cuales es necesario avanzar, como son los
prejuicios en torno a la adopción y, sobre todo, respecto de las madres
biológicas. “Si bien en lo últimos cinco años es posible observar cambios
importantes en términos de tratar a la familia biológica con más respeto, aún a
las progenitoras, en algunas instancias como los hospitales, a nivel de
auxiliares o paramédicos, se les trata muy mal. A pesar que ha habido una labor
importante de sensibilización, que ha permitido mostrar algunos progresos”. De
la misma manera, sostiene que esta apertura también se está viendo a nivel
judicial, durante los procesos que afectan a los niños. “Mi impresión es que se
le está dando más importancia a la consideración de la familia de origen como primera
opción, cuando se está estudiando el camino de la adopción”.
Sin embargo, no puede dejar de mencionar algunos
fantasmas del pasado que aún asoman; tal es el caso de los informes
correspondientes a estos procesos de hace dos décadas. “La adopción es un tema
que provoca mucho prejuicio y miedo. Pasa por principios personales. Y el
lenguaje que uno puede observar en estos informes de hace veinte años atrás, es
terriblemente descalificador”.
La búsqueda y sus
etapas
Es posible realizar la búsqueda de los
orígenes a través del Sename a partir de su página web, en la sección adopción y luego orígenes. Los adoptados interesados en conocer sobre sus raíces
deben hacer su petición a través de un formulario e ingresar algunos datos. De
ser aprobada la solicitud, el Sename envía una carta motivacional en la que el
solicitante debe contar por qué quiere buscar a su familia biológica. El Sename
entonces inicia la búsqueda a través de distintas instancias dependiendo del
caso, que pueden incluir a Fonasa o el Registro Civil, o acudir a las bases de
datos del Departamento de Adopción en las unidades regionales, entre otros. Si
la búsqueda es exitosa y se encuentra información, ésta es compartida con la
persona que la solicita, ofreciéndose de manera más bien general sus
antecedentes e historia de adopción. En esta instancia no se entregan datos
específicos, como la identidad de los padres biológicos, por ejemplo, porque
son confidenciales.
Algunos quedan conformes y resuelven llegar hasta
este punto, pero otros deciden continuar. Siendo éste caso, se solicita a los
Tribunales de Familia que el Registro Civil preste la información sobre el
origen y el proceso de adopción. La información de su carpeta de antecedentes
será así un elemento fundamental en la reconstrucción de esa etapa de la
historia que, hasta entonces, el o la joven conoce sólo en parte. Ésta le
servirá para evaluar si quiere continuar con el proceso y, en el caso de
ubicarse a la progenitora y estar ella de acuerdo, podría finalizar en un
encuentro. Sin embargo, la obtención de la información contenida en esas
carpetas no asegura el resultado esperado, ya que como explica Nancy Rodríguez,
“a veces esas carpetas vienen con mucha información; pero otras, pueden venir
con prácticamente nada”.
Anteriormente, en las adopciones se daba mucho la
entrega directa. “Cuando iban a adoptar, las personas iban al tribunal,
declaraban que conocían a la madre, pero finalmente el nombre de la progenitora
no aparecía por ninguna parte. Ahora la adopción se habla de manera más
abierta. Los informes sociales son más completos, serios, profesionales y la
familia adoptiva no hace de esto un secreto, como se hacía antes. Actualmente
hay talleres pre y postadoptivos, que son sumamente importantes”, explica
Rodríguez. Pero el tiempo que ha pasado para estas transformaciones todavía es
poco y aún existen historias que simplemente suenan increíbles. “En los últimos
seis meses recibimos dos casos de mujeres que fueron madres a los 16 años y
que, al momento del parto, fueron engañadas. Se les dijo que sus guaguas habían
nacido muertas, pero ahora se vienen a enterar que no fue así y que esos hijos
o hijas las están buscando”.
A su juicio, más allá de la diversidad de historias y
las cargas emocionales implicadas, lo que percibe como común denominador para
quienes se ven involucrados con este programa, tanto los que fueron adoptados
como sus madres biológicas, es el efecto sanador que se produce en ellos una
vez que ya se ha cerrado el círculo. “El encuentro con esta parte de la
historia de sus orígenes significa el cierre de un ciclo de la vida que es muy
sanador. Y para las madres biológicas que son contactadas, me atrevería a decir
que lo es incluso aún más”. Esto, porque según explica la profesional, ellas
cargan con un sentimiento de culpa muy grande. “Enterarse que las quieren
ubicar, darse cuenta que sus hijos biológicos no tienen rabias ni rencores, es
muy sanador. Por un lado, ellos se dan cuenta que lo hicieron con el fin de
poder darles una vida más normal de lo que ellas les podían dar. Se emocionan
mucho, lloran mucho y veo que limpian y sanan, porque han sido años de
sufrimiento. Incluso, ha habido casos de arrepentimiento, pero cuando ya es
tarde, porque el hijo o hija ya se ha ido en adopción. Y eso es muy fuerte”.
El
proceso para progenitores, hijos y padres adoptivos
Muchos de estos niños y niñas que se fueron en
adopción provienen de una progenitora de muy escasos recursos, muchas veces de
zonas rurales. En estos casos no es raro que ya existan otros hijos y que la
madre biológica sea, por ejemplo, una nana que viene del sur y trabaja puertas
adentro y que no puede, por distintas circunstancias, mantener a otro hijo.
Para algunos jóvenes enterarse que no fueron hijos únicos les produce profundo
dolor, pero es un dolor posible de trabajar una vez que han conocido toda la
historia y su contexto.
De acuerdo a Nancy Rodríguez, el proceso de búsqueda
de la progenitora puede llegar a ser largo y tedioso. “Porque una cosa es
encontrar el expediente, y otra es ubicar a la familia. En este trayecto uno
puede encontrar de todo, incluso que los progenitores han fallecido”. Pero es
un proceso que, de acuerdo a la psicóloga, de todas maneras vale la pena
seguir. “En un 95 por ciento de los casos en que hemos encontrado a la madre
biológica, ésta acepta encontrarse con el hijo o hija y, por parte de ellas, no
he escuchado otra cosa que todos los días, desde que nació ese hijo que se dio
en adopción, han pensado en él o ella; en cómo estará, si estará bien cuidado,
tendrá una buena familia o si estará bien atendido”.
Que todo el proceso se realice con la ayuda y
mediación de los especialistas es fundamental. Rodríguez explica lo que ocurre
una vez que ya se ha ubicado a la progenitora. “Siempre es a través nuestro.
Nos informamos bien de la situación de los padres biológicos o progenitora, en
coordinación con los asistentes sociales. Si ella está de acuerdo en un
encuentro con su hijo o hija, lo coordinamos. Les pedimos a las partes que
escriban una carta y manden una foto. Nosotros evaluamos, preparamos a los
hijos y los asistentes a las madres. Esto, con el fin de evitar falsas
expectativas y garantizar un encuentro apropiado. Una vez que el encuentro ya
se ha realizado les pido que me informen, siempre con la idea de ir mejorando
los procesos”. Y no puede dejar de destacar que cada caso es distinto y que
después de cada obtención de información o reunión, más allá del tipo de
información con que se encuentren, siente que el trabajo valió la pena.
La profesional enfatiza que Sename tiene claridad que
su labor en este proceso es la de ayudar, informar, asesorar y contener. “Hay
que tener mucha paciencia y preparar a los jóvenes para el encuentro. Algunos
pueden ser muy demandantes. Es necesario también prepararlos para la
frustración, cuando después de un período largo de búsqueda no se ha podido
obtener más información”.
El panorama que enfrentan los padres adoptivos en
este proceso para Nancy Rodríguez también es claro. “Se asustan. Más las
madres, en mi opinión, que los padres; a las madres adoptivas les da mucha
inseguridad. Y el temor más común que uno encuentra es que el hijo o hija se
quiera ir con los padres biológicos o su progenitora. Lo que nunca es así. Lo
que uno ve es que los jóvenes están buscando esa parte de la historia que les
falta y una vez que la tienen son capaces de quedarse tranquilos y seguir
adelante con sus vidas”.
Fundación San José
El puzzle se debe completar
Para Mariela Arrau, encargada del Programa de
Búsqueda de Orígenes de Fundación San José, esta etapa en la vida de los
adoptados es fundamental: “Para los niños es una pieza del puzzle que falta y
en el proceso es vital que cuenten con el apoyo de sus padres. Y si bien los
padres de alguna manera tienen el temor que su hijo o hija se vaya con la
progenitora, el tema no es vincular, porque el vínculo está establecido con
ellos, sino que se trata justamente de esa pieza que falta”.
De acuerdo a su experiencia, hay hitos en la vida del
hijo o hija adoptivos que movilizan la necesidad de buscar; como puede ser el
matrimonio, algunas fechas como la
Navidad o el fallecimiento de alguno de los padres. Un caso
así le tocó en 2011, cuando una joven de 16 años a la que se le murió su mamá
adoptiva acudió a la
Fundación acompañada por su padre y hermanos. “El caso fue
muy bonito, porque la familia estaba en pleno, apoyándola, muy motivados. A
ella se le informó, guió y apoyó. Sabe que cuenta con el respaldo de toda su familia
y la Fundación ,
para cuando quiera iniciar el proceso de búsqueda y pueda hacerlo, en la
mayoría de edad”.
Es por eso que la preparación de los padres adoptivos
resulta fundamental, y en Fundación San José se empieza a trabajar con los
padres desde el comienzo del proceso mismo de adopción. “Se les prepara y acompaña, para que a su vez ellos puedan acompañar
de manera adecuada a sus hijos en lo que forma parte del proceso de
consolidación de su identidad. Ésta búsqueda tiene por objeto encontrarse con
ellos mismos, con una parte de sí que les resulta desconocida y difusa. Es
parte del respeto a su individualidad el ofrecerles apoyo en este proceso. Hace
años atrás no se consideraba así y la documentación respecto del origen de los
niños incluso se quemaba”, explica.
Esto no quiere decir que el tema de la revelación
para los padres está resuelto, sino que muy por el contrario, requiere de una
preparación y acompañamiento continuos. “Muchos se preguntan cuándo contar y
cómo hacerlo. Es un tema importante para ellos”. Sin embargo, a su juicio, hoy
los padres están mucho más preparados que antes, porque ayuda el que ya no sea
un tema tabú. “Ya no se trata como un secreto de familia. Facilita que la
adopción sea un tema que se maneje abiertamente, porque de esta manera y a
largo plazo, este proceso se hace mucho más fácil”.
En Fundación San José sienten que la punta del hilo
se asoma cuando los niños expresan que quieren conocer el hogar que los acogió
mientras se encontraban a la espera de una familia adoptiva. “Este hilo es una
oportunidad que vale la pena tomar. Hemos tenido muchos casos de niños entre
los 6 años y hasta los 14 ó 15 que quieren venir a conocer Casa Belén”.
Los padres llaman contando la inquietud de su hijo y
un profesional se reúne con ellos con la finalidad de acogerlos y prepararlos
si es necesario. Una vez que ya la visita se concreta, según explica Mariela,
los niños suelen llegar “muy para adentro, algo asustados y ansiosos, pero al poco
rato vemos cómo se van relajando. Me acuerdo de un niño que llegó muy retraído,
pero termino compartiendo con los niños, jugó y tomó en brazos a algunos de
ellos y se fue muy contento”.
En esta visita son recibidos por quienes están a
cargo del cuidado y atención de los niños, le muestran el lugar donde él estuvo
el primer periodo de su vida y cómo es la vida para los niños que, como él,
tendrán que pasar un tiempo ahí. “Lo más importante para quienes visitan Casa
Belén, es encontrar a las personas que lo conocieron y conversar con quién lo
cuidó, que le cuente sobre él, le muestre la cuna donde dormía, los espacios
donde jugaba y alguna anécdota o detalle particular por lo que lo recuerda. El
reconocimiento de su persona en esa etapa de su vida es lo que fortalece su
identidad”, dice Mariela Arrau.
La profesional enfatiza que existe un nexo entre los
conceptos de adopción y abandono y que para el niño, aun cuando sea en un nivel
inconsciente, forma parte de quién es. “Duele decirlo, quizás no de una manera
evidente, pero sí emocionalmente y en lo más profundo de la vivencia del
adoptado. Sin embargo, para los niños ir a Casa Belén es una experiencia
tranquilizadora, porque se dan cuenta de la preocupación que tuvo la
progenitora de que su hijo quedara bajo buenos cuidados. Captar que la decisión
se sostiene en esa preocupación por su bienestar, al ir a casa Belén queda en
evidencia y se valora. A la progenitora hay que considerarla y mucho, porque
esa mujer se preocupó de que ese niño no sólo viviera, sino que además
estuviera bien y tuviera una familia que lo cuide y lo quiera. Para los niños
ser conscientes de esa decisión influye positivamente en su autoestima”.
Búsqueda de Orígenes: Algunas Cifras
Pese a que el sistema actual prohíbe la entrega directa de niños en
adopción y que se exige un estudio de la habilidad de la familia, además de
todo lo que implica el proceso de susceptibilidad, aún queda un porcentaje de
niños que fueron adoptados al margen de lo que hoy son los procedimientos regulares. De esos casos, no quedan registros
de los antecedentes. De aquellos que buscan información sobre su origen, “debe
haber unos 85 casos que no tienen filiación adoptiva. Estamos tratando de
buscar apoyo en los hospitales y mejorar los convenios para contar con más
información, más actualizada y eficiente, que nos permita recuperar esa parte
de su historia”, destaca Nancy Rodríguez.
Año
|
Número de solicitudes recibidas
|
2009
|
262
|
2010
|
323
|
2011
|
238
|
2012
|
207
|
2013 hasta junio
|
100
|
Casos inactivos
|
850
|
Casos activos hasta junio
|
500 en promedio
|
Casos internacionales en proceso
|
120 aproximadamente
|
Cita normas A.P.A.:
Siredey, Verónica
(2013). Búsqueda de Orígenes: Un proceso sanador. Adopción
y Familia, 9, 34-37
URL
Abreviada: http://numrl.com/bdo09
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