Los cuentos,
un encuentro entre quienes eligen amarse
Esta psicóloga
clínica y autora de cuentos infantiles ve en este recurso de la literatura una
herramienta eficaz para tratar temas dolorosos, en un punto de encuentro entre
el niño y el adulto o del adulto y su niño interior.
Diana Drexler nació en Buenos Aires y ejerce como psicóloga clínica
especializada en terapias alternativas. Sin embargo, para quienes hayan leído
el cuento “Paula y la
Puerta Cerrada ”, su nombre se asociará más bien a los cuentos
infantiles y puede que haya logrado meterse a más de un hogar, a través de este
libro que relata las aventuras de este tierno angelito en su intento por nacer
como hija de la pareja que, desde el cielo, ha elegido.
En su desempeño profesional, sus talentos e intereses le permitieron ir más
allá de la práctica tradicional de la psicología clínica, ejerciendo como
docente universitaria en la cátedra Conexión Creativa de la carrera de Arte
Dramático en la
Universidad del Salvador, además de dictar talleres y
seminarios en el ámbito privado.
También es directora del Departamento Niños de la Fundación La Tierra
Habla, autora de los cuentos “La Señora Tierra ”, pertenecientes a la colección “La Tierra Habla ” y
organizadora en Eco-Industria de la
Jornada para Niños y Familia. En el ámbito del teatro, es
directora de las obras del grupo “Somos Tierra” y coautora de sus temas
musicales.
A Chile llegó invitada por Fundación San José para la Adopción para dar la
charla “Ven, que te cuento”, en el marco del ciclo Escuela para Padres Adoptivos
2013 y en el que se realizó el lanzamiento de la nueva edición del cuento que
ha generado tantos adeptos entre las familias adoptivas. Esta historia se ha
convertido en una herramienta privilegiada de encuentro entre el adulto y el niño,
o incluso del adulto y su niño interior, al abrir puertas, facilitar el
lenguaje, llenar los espacios y transformar las emociones en metáforas e
imágenes.
“Paula y la Puerta
Cerrada ” nació en los años noventa, sin tener Diana mayor
relación con el mundo de la adopción. Pese a ello, no le costó armar la
historia y contar este cuento que sorprende por lo breve, simple, pero redondo
de su narración. “La historia siempre fluyó”, comenta. “Tal vez sea propio de
los cuentos que me llevan a sentir la magia de ser usada como canal para transmitir una idea, imagen, palabra o
historia. Yo misma me sorprendo y emociono cuando lo leo. Siento que no es una
historia inventada, sino que es una historia dictada”.
Y con esto se refiere a que no es un conocimiento adquirido o un
pensamiento lógico, racional, sino que es una idea que se presenta de manera
súbita, sin que hubiese una intención o preparación previa. “Aparece con la
contundencia de una certeza. No es algo que uno elige, simplemente sucede”. Explica
que el canal es la forma en que este pensamiento, idea, imagen, información
llega directamente para que pueda tomar la forma y ser recibida por otros. De
esta manera, Diana siente que existen canales tangibles, como puede ser un
libro, un escrito, una publicación y canales intangibles, como un sueño, una
idea, una imagen. “En ese caso, el que es receptor, también es canal y elige
canales tangibles para que eso siga circulando y llegando a muchos”,
dice.
¿Cuáles diría que fueron
las partes más difíciles de escribir o de resolver en “Paula y la Puerta
Cerrada”?
Varias cosas.
Por un lado no perder el foco de un lenguaje sencillo, que acompañe al niño en
la comprensión de lo que está escuchando. Un lenguaje que lo acerque a las
imágenes y sentimientos que tal vez lo estén acompañando desde siempre y que
ahora encuentra reflejadas en un cuento y en un personaje con el que se puede
identificar.
Por otro
lado, una parte realmente difícil fue el momento de encuentro sexual entre los
padres. Tuve la tentación de no hacer referencia a esto, pero había una voz
interna que me condenaba. No era honesto, no debía dejar eso de lado. Es
crucial en esta historia, me decía. Finalmente tomé coraje y la escribí…y
reescribí. Pero incluso esto fluyó con naturalidad. En la primera versión del
cuento, el encuentro de los padres se representaba por medio de dos colores
(cada padre tenía un halo de un color que lo caracterizaba), que cuando se
encontraban formaban un color nuevo.
Luego esta
versión cambió a como está contada hoy: “Papá y mamá debían estar juntos, contentos, como si
una gran pelota de luz los envolviera por un instante”.
En el proceso creativo, ¿fue
difícil darle forma a este cuento, hasta que estuvo terminado?
No tanto. La verdad es que se iba armando sólo, más allá de mi voluntad.
Tal vez lo más difícil es contar lo que quiero contar, de la manera más
sencilla posible. Pero para esto ayuda el tiempo. Escribir como sale y después
dejarlo descansares lo que suelo hacer para poder acercarme, nuevamente, como
si fuese la primera vez que lo veo. Y eso ayuda a “pulir” un cuento para que no
sobren ni falten palabras. Eso es lo que suelo hacer con cada cuento que
escribo. Especialmente para cuentos infantiles.
¿Cómo logró estructurar una
historia a primera vista tan simple, pero a la vez tan redonda, y resolver de
esta manera el tema de la adopción?
De verdad
es que a mí también me sorprende. Es como si me hubieran dictado la historia, o
como si siempre lo hubiese sabido, aunque recién me hubiese percatado de ese
conocimiento cuando escribí el cuento.
Paula, la protagonista del
cuento, ¿existe realmente, se inspiró en algún niño en especial o es
absolutamente ficticio?
No, Paula
no existe en la vida real. Pero evidentemente necesitaba contarnos algo,
existir en la vida de cada uno de nosotros. La ayudamos a nacer cada vez que
leemos el cuento. Y me alegro por eso. Vale la pena tener a una Paula en
nuestra vida.
¿Pensó que este libro iba a
tener tan buena acogida en los padres adoptivos, como ha sucedido en Chile?
No, la verdad es que me sorprende y me alegra mucho. Me une un
sentimiento de mucho amor y de mucha gratitud a los chilenos. En mi temprana
adolescencia pasé varios veranos en casa de una amiga en el sur y recuerdo,
especialmente, la generosidad con que siempre me acogieron ellos y todas las
personas que conocí en aquella época.
¿Piensa escribir más
historias relacionadas con la adopción?
Puede ser. Por el momento estoy abocada a otro proyecto de escritura
para niños, cuya temática es la ecología y la importancia del cuidado del medio
ambiente, pero así como se presentó intempestivamente Paula, es posible que me
busquen “otros” para que pueda contar sus historias.
¿Le sirvió su profesión de
psicóloga para poder armar esta historia?
Si y no. Creo
que mi profesión de psicóloga es una de las maneras en que mi ser elige
interactuar con el mundo. De alguna manera ser psicóloga es ser una
“escuchadora profesional” y mis pacientes son los narradores de sus propias
historias. En ese vínculo se genera (al menos es lo que espero que pase) ese
encuentro mágico entre dos seres que durante ese momento generan un “como si”.
El mismo
“como si” que se genera entre el narrador que cuenta un cuento y el niño (o
adulto) que lo escucha. El “como si” es un mundo en donde las verdades están
cargadas de sentimientos, son verdades que se acuerdan y comparten. Son
verdades que se construyen y aceptan más allá de toda lógica, pero que tienen
el peso de la experiencia compartida.
¿En qué consistió la charla
que vino a dar a Chile?
La charla consistió en hablar del cuento usado para hablarles a nuestros
hijos sobre la adopción. Pero fue mucho más que eso: fue interactuar con los
padres para tratar la importancia del cuento como herramienta para abordar
muchos temas. Es una manera privilegiada para hablar con los niños no
sólo de las cosas felices, sino también de aquellas que son difíciles y
dolorosas.Además, y sobre todo, para hablar del “cómo cuento”, del “quién soy
cuando cuento”, del “quiénes somos cuando escuchamos”.
Esto sucede no sólo con los cuentos, sino con los momentos en donde nos
encontramos con nuestros hijos para contarnos quiénes somos, qué sentimos, en
qué creemos, quiénes nos gustaría ser. Porque cuando esto pasa, los estigmas de
biológico-adoptivo, padre-hijo, grande-chico, caen para dar lugar al encuentro
de dos seres que eligen encontrarse, acompañarse y, sobre todo, amarse.
De cómo Paula llegó a Chile
A veces pienso que, así como
Paula tuvo que abrirse paso para encontrar, finalmente, a sus verdaderos papás,
también el cuento “Paula y la puerta cerrada” tuvo que abrir su propio camino
para ser publicado y, así, llegar a los oídos de tantos niños y tantos padres
que necesitan de su experiencia para resignificar la propia.
Recuerdo que
habían pasado unos años desde que yo había escrito el cuento, cuando se lo di a
leer a una paciente, con quien yo estaba haciendo un proceso terapéutico a raíz
de su imposibilidad de gestar. Como su primera reacción ante mi sugerencia de
considerar la adopción fue la negativa, yo recordé el cuento de Paula y se lo
di a leer.
Unos días
después me llama y me cuenta que no sólo se había emocionado y que había
compartido esa emoción con su marido, sino que le había pasado algo muy
singular que quería comentarme:
-Hoy a la tarde
fui a la cerrajería, y mientras el cerrajero me iba haciendo las llaves, no sé
cómo se fue dando la conversación, pero le terminé contando del cuento que me
diste de “Paula y la puerta cerrada” y de cómo ese cuento me había modificado
mi visión con respecto a la posibilidad de adoptar. Y el cerrajero me contó que
él era padre adoptivo y que le gustaría leerlo ¿Se lo puedo pasar?- fue su
pregunta.
- Si, obvio- le
contesté, sintiendo, tal vez por primera vez, que esa historia no me
pertenecía. Que pertenecía al mundo. Claro que en ese momento no pude pensarlo
con tanta claridad. Fue simplemente una sensación vaga o una intuición.
Unos días
después me llama este hombre, el cerrajero, de quien no recuerdo el nombre, y
me comentó lo mucho que le había gustado el cuento y que él formaba parte de
una Fundación, la Fundación
San José para la
Adopción.
-¿Puedo hacerles
llegar este cuento, para que así lo puedan leer otros papás como yo?
-Sí, obvio-
volví a contestar, como la primera vez y como otras dos veces más, cuando me
pidieron permiso para editarlo hace diez años y cuando me comunicaron que
debían reeditarlo porque se había agotado.
“Si, obvio”,
será mi respuesta cada vez que con alegría sea testigo de tantas puertas que se
abren y que Paula sigue en el corazón de los niños y sus padres.
Y que sigue
abriendo en el mundo, porque… recién cuando me llamaron hace un año para
reeditarlo, tomé conciencia de que la Fundación San José era chilena. Un país
fuertemente arraigado en mi historia y en mis afectos.
Cita normas A.P.A.:
Siredey, Verónica
(2013). Diana Drexler.Los cuentos, un encuentro entre
quienes eligen amarse. Adopción
y Familia, 9, 4-7
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