Gatito
Hoy nos conocimos
Agustín,
entre los
abedules y las luciérnagas de antenoche,
que nublan la
cabeza loca de tu padre.
Te apareciste de
repente, sin previa noticia,
en la plaza que
vistamos tantas veces sin hallarnos.
Me reconociste y
yo te reconocí en un relámpago de vida impredecibles.
Agustín, hijo
mío, me dedico a descifrar tu lenguaje de señales luminosas.
Me dedico a
escudriñar tu pequeña alma con la mirada de un vigía.
Un visor de ojos
abiertos, que ahora se transforma en tu padre: Agustín, hijo mío,
Desde lejos solía
batir mi sombreronido,
buscando tu
mirada en las calles de la ciudad que habito,
y que ahora
atravesamos de la mano para que no te pierdas de vista.
Me presento ante
ti con humildad y voz serena.
Agustín, hijo
mío, te invito a una tarde de cuentos y risas.
Sé que vamos de
la mano, este viaje lo hacemos juntos.
Tu papá.
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