"Mamá, quiero conocer a mi
mamá"
Aunque la
situación no sea fácil para los adoptantes, las personas adoptadas tienen
derecho a conocer sus orígenes. En la actualidad existe la posibilidad de que
el menor adoptado mantenga contacto con su familia biológica. Pero ¿y si los
padres biológicos no quieren? ¿Cómo se conjuga el derecho a la identidad del
adoptado con el derecho al anonimato de los padres biológicos?
Durante muchos años se ha
analizado la adopción, y todo lo que puede conllevar esta medida de protección
al menor, desde la perspectiva de los profesionales y de los padres adoptantes.
Como no puede ser de otra forma, la búsqueda de los orígenes ha resultado de
interés a psicólogos, pedagogos, etcétera. Históricamente, esta búsqueda no ha
sido bien vista y se ha interpretado como un síntoma de fracaso de la adopción
o, incluso, como signo de patología en la persona adoptada, visión que ha hecho
mucho daño. Por suerte, actualmente, se reconoce que la búsqueda no es
consecuencia de ninguna patología ni fracaso, sino que se da por una necesidad
individual de conocer la propia historia, nuestros orígenes, para poder
completar nuestra identidad. Pero las huellas de esa interpretación errónea
siguen estando presentes en nuestra sociedad y, con ello, los propios
adoptados, en muchas ocasiones, siguen sintiéndolas en su espalda al iniciar
esa búsqueda, experimentando un conflicto de lealtad hacia sus padres
adoptantes, lo que dificulta un proceso ya difícil y complejo.
Es en los últimos años que se ha
escuchado a los propios adoptados, para entender las emociones y necesidades
que nos mueven a llevar a cabo estas búsquedas, y es ahí cuando se entiende que
la búsqueda de los orígenes responde a la necesidad de dar respuesta a
preguntas, a vacíos de información sobre uno mismo, para poder completar la
propia historia, que se inicia en el momento de la concepción. Esta búsqueda
puede iniciarse en edades muy tempranas, de una forma interna, cuando el menor
empieza a preguntarse por qué fue abandonado, cómo, por quiénes y si se parece
a esas personas que lo trajeron al mundo y que desaparecieron. Más adelante,
este proceso interno puede evolucionar hacia la necesidad de una búsqueda
activa de los orígenes. No todas las búsquedas terminan igual, ni se busca lo
mismo, algunos quieren un encuentro físico y mantener una conversación sobre su
historia, mientras que otros quieren parte de la información, pero no necesitan
más.
Lo que la experiencia nos indica
es que la búsqueda de orígenes es un proceso complejo, al que hay que llegar
estando preparado mentalmente, y es por eso que quien debe iniciarlo es
únicamente el propio adoptado en el momento en que se sienta preparado para
ello. Además, debe realizarse a través de un mediador profesional,
especializado en búsquedas de orígenes, quien dará estabilidad al proceso y, en
consecuencia, a los protagonistas de la historia.
¿Realmente es imprescindible la
figura del mediador? Sí, el mediador profesional con conocimientos en adopción
y experiencia en búsqueda de orígenes es muy importante, ya que su papel no se
limita a hacer de intermediario entre ambas partes, sino a guiar, contener,
saber cuándo y cómo preparar a madre e hijo biológicos ante determinada
información, etc. Por eso resulta necesario que conozca tanto las necesidades
de los hijos adoptados que buscan (de duelo por elaboración del abandono,
expectativas, etc.) como de las madres biológicas (sentimiento de culpabilidad,
miedo a ser descubiertas o a no saber qué esperar de la búsqueda del hijo).
URL abreviada: http://numrl.com/bdo10
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