Adopción: su vida y su causa
Como participante del programa televisivo de talentos
Rojo Fama Contrafama, hace diez años, esta joven artista no sólo adquirió
notoriedad, iniciando su carrera en el canto, sino también marcó un hito al
hacer pública su condición de hija adoptiva y asumir una actitud abierta,
receptiva y comprometida respecto de este tema.
Daniela Castillo tiene 28 años y una historia que la
ha llevado a hacerse conocida a través del canto. La popularidad llegó cuando
participó en el programa de talentos de TVN, Rojo Fama Contrafama, cuando tenía
18. Y como buena estrella que surge, sus distintas aristas brillaron en
determinados momentos dándole cierta notoriedad: muy joven se casó y se fue a
México, matrimonio que más tarde se terminó, pololeó con el tenista Fernando
González y confesó públicamente que es hija adoptiva. Es este último aspecto de
su vida el que nos motiva a conversar con ella, sobre aquella parte de su
historia que suele ser tan personal y privada, pero que por algún motivo
decidió tomar como causa y compartir de manera generosa y abierta.
Quizás algunos recordarán ese momento televisivo del
programa busca talentos, hace poco más de una década, con el clásico piano de
fondo y Rafael Araneda como conductor, ella le lee un poema a su padre. Fue en
ese minuto que se hizo pública su historia de adopción. Cuando le preguntamos
por qué en esa época y a través de ese programa decidió contar su historia
familiar, ella se ríe y cuenta los entretelones: “Todos en Rojo tenían que
contar su historia. Al principio te contactaba el editor periodístico y bueno,
por el rating ellos siempre buscaban tragedias. Entonces, él me preguntó ¿tienes algo triste que contarnos, algo que
te haya pasado en tu vida? Y yo le contesté: No, en realidad no tengo algo triste…tengo una familia bacán, me fue
bien en el colegio, recién salí…Pero triste, no tengo nada. Y me miró con
cara de ’esto no sirve’. Entonces le dije súper espontánea: mira, somos tres hermanos adoptados, súper
felices todos, con una familia muy bonita… Y ahí me interrumpió: ¡Cómo no me contaste eso! ¿Te gustaría
contar tu historia?”
A esto, ella agregó con la misma rapidez y
espontaneidad: “Obvio, me encantaría que
la gente conozca lo que ha sido para mí ser adoptada y lo que es la adopción”.
Y vino entonces la escena en las pantallas. Lo que no se vio después, fue el
efecto que tuvo en muchas personas esta declaración. Daniela cuenta que le
llegaron muchas cartas, se le acercaron adoptados y mujeres que no podían tener
hijos biológicos. “Para mí fue muy fuerte”, recuerda. “Conté la historia, la di
a conocer y luego sentí la necesidad de hacerme cargo y decidí participar en
Fundación San José, ayudar, ser vocera y aportar en lo que pudiera”.
De esta manera, y con apenas 18 años, su historia
traspasó las barreras de la vida personal, una vida de la que ella sólo guarda
buenos recuerdos. Así es que al preguntarle cómo calificaría su experiencia
como hija adoptiva, simple y claramente responde: “buena y normal”. Explica que
quizás esto se deba a su personalidad. “Conocí a una amiga que era adoptada,
como a los 15 años y ella era un poco rebelde. Hay ciertos temas en la
adolescencia que hay que saber tratar, porque se amplifican cuando se es
adoptado”.
¿Tuviste alguna
crisis en ese tiempo?
Me vino la típica crisis existencial, porque quería
saber más de mi historia de origen, por pura curiosidad. En esa época me
acuerdo que quería saber más de lo que sabía y cualquier cosa me servía.
¿Qué hiciste para
satisfacer esa curiosidad?
Se lo dije a mis papás y ellos en un principio
reaccionaron preguntándome por qué quería saber, si es que no estaba contenta
con ellos. Pero yo sólo tenía curiosidad y quería saber algo más, no
significaba que si averiguaba algo me iba a ir con la otra familia. Yo creo que
es el temor de cualquier padre adoptivo. Después, de a poco se me fue pasando.
¿Cómo manejaron
tus padres esa situación?
Creo que la manejaron bien, pero también creo que
deben haber quedado medio dudosos o movidos, quizás con la inquietud de no
poder agregar más piezas al puzzle, porque no contaban con más información.
¿Qué era lo que
querías saber?
Quería saber qué había pasado, cuál era la historia,
de dónde venía, qué pasó con esa persona que me tuvo, qué edad tenía, si se
parecía a mí.
¿Cuál era la
necesidad que estabas tratando de satisfacer?
Trataba de buscar un reflejo. Uno se ensaña con la
idea de verse reflejada en alguien. Yo me veo muy reflejada en mis padres, pero
el tema físico a veces, cuando uno es más chico, cosas aparentemente
superficiales, te hacen ruido. El canto, por ejemplo, de dónde habré sacado el
tema del canto si nadie en mi familia es artista. Uno se cuestiona muchas cosas
y se arma una historia.
¿Cómo
reaccionaste ante esa inquietud insatisfecha?
En esa época, que tenía como 13 ó 14 años, escribía
harto. Me fui para adentro. No me puse rebelde, sino que yo creo me acerqué más
al lado de la depresión. Porque me faltaba mi historia. Era eso, no saber. Eso
era lo que me inquietaba.
¿Tuviste algún
tipo de ayuda o terapia?
Un psicólogo, pero es difícil que un psicólogo te
pueda ayudar si no es especialista, porque es difícil que te entienda y
entienda los procesos. Me sirvió más como desahogo, en realidad.
¿Te molestó
alguna vez el hecho de ser adoptada?
No, nunca.
¿Recuerdas el
momento en que te enteraste que eras adoptada?
No, siempre lo supe. Somos tres hermanos y siempre
hablamos que no nos acordamos cuándo nos contaron. Quizás fue muchas veces.
Quizás, constantemente. Me acuerdo que teníamos un libro que contaba sobre la
adopción y el tema era demasiado natural. Yo lo tomaba como algo muy normal y
después ya más grande, simplemente no era tema.
¿Tuviste alguna
vez, por tu historia familiar, problemas con compañeras en el colegio?
En el colegio quizás alguien me dijo algo una vez,
pero debe haber sido algo muy menor, nada importante. Para mí fue más tema
quizás el no verme reflejada en alguien. Al ser adoptada era eso lo que me
faltaba, verme reflejada en alguien.
¿Has considerado
en algún momento buscar información sobre tus orígenes?
Puede que en algún momento decida buscar. Lo que
siempre me ha motivado es la curiosidad, poder llenar esa parte que está sin
historia. Hay un vacío, no emocional, sino de conocimiento, porque mis papás
llenaron absolutamente la parte emocional. Siento que sería imposible que me
tocaran mejores papás, a pesar que ellos son más grandes. En ese caso me doy
cuenta que es distinto y que si bien no son jóvenes, todo lo que han vivido, la
experiencia y sabiduría que tienen, es invaluable.
Cuando le leíste
el poema en el programa a tu padre, él dijo que pensaba que ya habiendo
cumplido los 18 años (sus hijos) estaban preparados para enfrentar la vida ¿No
te sorprendió esa declaración?
Mi papá siempre ha sido así. Mi mamá es un poco más
sobreprotectora, pero él siempre nos ha inculcado la independencia.
Sorprendentemente, ellos logran abstraerse de la sobreprotección cuando se
trata de lo mejor para nosotros. Mi papá, siendo muy cariñoso y preocupado,
siempre me inculcó la independencia, que estoy y estamos preparados para la
vida, porque ellos nos han entregado las herramientas. Yo siempre fui muy
independiente y ellos siempre estuvieron tranquilos respecto de que si los
necesitaba, iba acudir en busca de su ayuda y apoyo. A pesar de esto, nunca
delegan ni renuncian a su rol de padres.
¿Cómo son tus
padres?
Mi mamá tiene mucha energía y mi papá es más
tranquilo. Para mí han sido un ejemplo de papás y matrimonio. Ellos están muy
presentes. Son una pareja unida y cariñosa. Para nosotros son un referente
súper potente y alto.
Tu padre mencionó
que consideraba que estaban preparados para todo, ¿has pensado que quizás tu
historia de origen puede ser muy difícil?
Uno se pone en todos los escenarios y eso uno lo va
asumiendo a través de los años. De que en el fondo no todo es color de rosas,
como a uno se lo cuentan cuando es chica. Yo me doy cuenta que la historia
podría haber sido muy difícil, haber sido macabra o normal. Por esto, tengo un
respeto muy fuerte por la persona que me tuvo. Me gustaría saber quién es y
cómo es físicamente. Pero no sé si me acercaría, porque hay un tema de respeto
muy grande por ella y uno no puede llegar e irrumpir en su vida, así como esa
persona no puede llegar y entrometerse en la mía. Quizás esa mujer rehízo su
vida, quizás nunca contó que tuvo una hija y la dio en adopción. Sería
precavida y respetuosa. Me gustaría conocer antecedentes y con eso me bastaría.
¿Conversaste esto
con tus padres?
De repente yo le decía a mi mamá que no creo que esa
persona se haya olvidado que existo. Toda la contraparte también debe existir.
Debe haber también una culpa muy grande. ¿Cómo
será la hija que di en adopción, dónde estará, estará bien?
Me gustaría alguna vez poder decirle en una carta que
sí la perdono. Después de los padres que me tocaron, tengo una familia
maravillosa. Me gustaría decirle que puede vivir su vida tranquila.
¿Y considerarías
la maternidad a través de la adopción?
De todas maneras. Pero hay que estar de acuerdo y de
manera natural con la pareja. No porque sea mi historia y para mí sea especial,
tiene que ser así. Falta el 50 por ciento de aceptación, porque no es un tema
que se pueda llevar solo.
En ese caso y
tomando el modelo de tus padres, ¿qué harías igual y qué cosas harías
diferente?
Creo que haría exactamente igual la forma de contar y
de educar. Creo que quizás lo único que cambiaría, ya que hoy el sistema lo
permite, es el poder acceder a la historia de origen. Quizás sería más relajada
con ese tema y les diría a mis hijos que no me sentiría mal si ellos quisieran
saber su historia. Es algo natural y no queda más que apoyar, porque con el
sistema actual se puede hacer y si cuentas con el apoyo de tus papás, mucho
mejor.
¿Y qué opinas en
cuanto a la herencia genética y los parecidos?¿Ustedes como familia se parecen?
Sobre todo con mi hermana que tenemos poca diferencia
de edad, nueve meses, nos parecemos. Yo creo que al principio la genética debe
pesar mucho, pero con el tiempo ese porcentaje va bajando. El tiempo que uno
pasa con la familia es mucho más importante que la genética.
¿Qué opinas de la
posibilidad de llegar a ser madre biológica algún día?
Es muy heavy
tener un hijo propio. Para mí es mucho más normal la adopción, porque en mi
vida todo ha sido adoptado. Eso es lo normal para mí. Tú sabes que tus primos
no son de sangre, por lo que adoptas a tus primos. Como mis padres se casaron
más grandes, mi abuelo ya había muerto y mi abuela, al poco tiempo. No los
conocí, pero mis papás tenían una amiga más grande que no tuvo hijos y nosotros
la adoptamos como abuela. Para mí es mucho más normal lo no sanguíneo que lo
sanguíneo. Los amigos también son personas que uno adopta en la vida y las
redes que se van tejiendo son súper importantes. No me da nervio ser mamá
biológica, pero me intriga, ver a alguien que va a ser cien por ciento de mi
sangre, por primera vez.
Cita normas A.P.A.:
Siredey, Verónica (2013). “Daniela Castillo. Adopción: su vida y
su causa”. Adopción y Familia, 9, 18-22
URL
Abreviada: http://numrl.com/edc09
quien sabe en donde nacio realmente daniela castillo
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