29 de agosto de 2013

Daniela Castillo

Adopción: su vida y su causa
Como participante del programa televisivo de talentos Rojo Fama Contrafama, hace diez años, esta joven artista no sólo adquirió notoriedad, iniciando su carrera en el canto, sino también marcó un hito al hacer pública su condición de hija adoptiva y asumir una actitud abierta, receptiva y comprometida respecto de este tema.
Daniela Castillo tiene 28 años y una historia que la ha llevado a hacerse conocida a través del canto. La popularidad llegó cuando participó en el programa de talentos de TVN, Rojo Fama Contrafama, cuando tenía 18. Y como buena estrella que surge, sus distintas aristas brillaron en determinados momentos dándole cierta notoriedad: muy joven se casó y se fue a México, matrimonio que más tarde se terminó, pololeó con el tenista Fernando González y confesó públicamente que es hija adoptiva. Es este último aspecto de su vida el que nos motiva a conversar con ella, sobre aquella parte de su historia que suele ser tan personal y privada, pero que por algún motivo decidió tomar como causa y compartir de manera generosa y abierta.
Quizás algunos recordarán ese momento televisivo del programa busca talentos, hace poco más de una década, con el clásico piano de fondo y Rafael Araneda como conductor, ella le lee un poema a su padre. Fue en ese minuto que se hizo pública su historia de adopción. Cuando le preguntamos por qué en esa época y a través de ese programa decidió contar su historia familiar, ella se ríe y cuenta los entretelones: “Todos en Rojo tenían que contar su historia. Al principio te contactaba el editor periodístico y bueno, por el rating ellos siempre buscaban tragedias. Entonces, él me preguntó ¿tienes algo triste que contarnos, algo que te haya pasado en tu vida? Y yo le contesté: No, en realidad no tengo algo triste…tengo una familia bacán, me fue bien en el colegio, recién salí…Pero triste, no tengo nada. Y me miró con cara de ’esto no sirve’. Entonces le dije súper espontánea: mira, somos tres hermanos adoptados, súper felices todos, con una familia muy bonita… Y ahí me interrumpió: ¡Cómo no me contaste eso! ¿Te gustaría contar tu historia?
A esto, ella agregó con la misma rapidez y espontaneidad: “Obvio, me encantaría que la gente conozca lo que ha sido para mí ser adoptada y lo que es la adopción”. Y vino entonces la escena en las pantallas. Lo que no se vio después, fue el efecto que tuvo en muchas personas esta declaración. Daniela cuenta que le llegaron muchas cartas, se le acercaron adoptados y mujeres que no podían tener hijos biológicos. “Para mí fue muy fuerte”, recuerda. “Conté la historia, la di a conocer y luego sentí la necesidad de hacerme cargo y decidí participar en Fundación San José, ayudar, ser vocera y aportar en lo que pudiera”.
De esta manera, y con apenas 18 años, su historia traspasó las barreras de la vida personal, una vida de la que ella sólo guarda buenos recuerdos. Así es que al preguntarle cómo calificaría su experiencia como hija adoptiva, simple y claramente responde: “buena y normal”. Explica que quizás esto se deba a su personalidad. “Conocí a una amiga que era adoptada, como a los 15 años y ella era un poco rebelde. Hay ciertos temas en la adolescencia que hay que saber tratar, porque se amplifican cuando se es adoptado”.
¿Tuviste alguna crisis en ese tiempo?
Me vino la típica crisis existencial, porque quería saber más de mi historia de origen, por pura curiosidad. En esa época me acuerdo que quería saber más de lo que sabía y cualquier cosa me servía.
¿Qué hiciste para satisfacer esa curiosidad?
Se lo dije a mis papás y ellos en un principio reaccionaron preguntándome por qué quería saber, si es que no estaba contenta con ellos. Pero yo sólo tenía curiosidad y quería saber algo más, no significaba que si averiguaba algo me iba a ir con la otra familia. Yo creo que es el temor de cualquier padre adoptivo. Después, de a poco se me fue pasando.
¿Cómo manejaron tus padres esa situación?
Creo que la manejaron bien, pero también creo que deben haber quedado medio dudosos o movidos, quizás con la inquietud de no poder agregar más piezas al puzzle, porque no contaban con más información.
¿Qué era lo que querías saber?
Quería saber qué había pasado, cuál era la historia, de dónde venía, qué pasó con esa persona que me tuvo, qué edad tenía, si se parecía a mí.
¿Cuál era la necesidad que estabas tratando de satisfacer?
Trataba de buscar un reflejo. Uno se ensaña con la idea de verse reflejada en alguien. Yo me veo muy reflejada en mis padres, pero el tema físico a veces, cuando uno es más chico, cosas aparentemente superficiales, te hacen ruido. El canto, por ejemplo, de dónde habré sacado el tema del canto si nadie en mi familia es artista. Uno se cuestiona muchas cosas y se arma una historia.
¿Cómo reaccionaste ante esa inquietud insatisfecha?
En esa época, que tenía como 13 ó 14 años, escribía harto. Me fui para adentro. No me puse rebelde, sino que yo creo me acerqué más al lado de la depresión. Porque me faltaba mi historia. Era eso, no saber. Eso era lo que me inquietaba.
¿Tuviste algún tipo de ayuda o terapia?
Un psicólogo, pero es difícil que un psicólogo te pueda ayudar si no es especialista, porque es difícil que te entienda y entienda los procesos. Me sirvió más como desahogo, en realidad.
¿Te molestó alguna vez el hecho de ser adoptada?
No, nunca.
¿Recuerdas el momento en que te enteraste que eras adoptada?
No, siempre lo supe. Somos tres hermanos y siempre hablamos que no nos acordamos cuándo nos contaron. Quizás fue muchas veces. Quizás, constantemente. Me acuerdo que teníamos un libro que contaba sobre la adopción y el tema era demasiado natural. Yo lo tomaba como algo muy normal y después ya más grande, simplemente no era tema.
¿Tuviste alguna vez, por tu historia familiar, problemas con compañeras en el colegio?
En el colegio quizás alguien me dijo algo una vez, pero debe haber sido algo muy menor, nada importante. Para mí fue más tema quizás el no verme reflejada en alguien. Al ser adoptada era eso lo que me faltaba, verme reflejada en alguien.
¿Has considerado en algún momento buscar información sobre tus orígenes?
Puede que en algún momento decida buscar. Lo que siempre me ha motivado es la curiosidad, poder llenar esa parte que está sin historia. Hay un vacío, no emocional, sino de conocimiento, porque mis papás llenaron absolutamente la parte emocional. Siento que sería imposible que me tocaran mejores papás, a pesar que ellos son más grandes. En ese caso me doy cuenta que es distinto y que si bien no son jóvenes, todo lo que han vivido, la experiencia y sabiduría que tienen, es invaluable.
Cuando le leíste el poema en el programa a tu padre, él dijo que pensaba que ya habiendo cumplido los 18 años (sus hijos) estaban preparados para enfrentar la vida ¿No te sorprendió esa declaración?
Mi papá siempre ha sido así. Mi mamá es un poco más sobreprotectora, pero él siempre nos ha inculcado la independencia. Sorprendentemente, ellos logran abstraerse de la sobreprotección cuando se trata de lo mejor para nosotros. Mi papá, siendo muy cariñoso y preocupado, siempre me inculcó la independencia, que estoy y estamos preparados para la vida, porque ellos nos han entregado las herramientas. Yo siempre fui muy independiente y ellos siempre estuvieron tranquilos respecto de que si los necesitaba, iba acudir en busca de su ayuda y apoyo. A pesar de esto, nunca delegan ni renuncian a su rol de padres.
¿Cómo son tus padres?
Mi mamá tiene mucha energía y mi papá es más tranquilo. Para mí han sido un ejemplo de papás y matrimonio. Ellos están muy presentes. Son una pareja unida y cariñosa. Para nosotros son un referente súper potente y alto.
Tu padre mencionó que consideraba que estaban preparados para todo, ¿has pensado que quizás tu historia de origen puede ser muy difícil?
Uno se pone en todos los escenarios y eso uno lo va asumiendo a través de los años. De que en el fondo no todo es color de rosas, como a uno se lo cuentan cuando es chica. Yo me doy cuenta que la historia podría haber sido muy difícil, haber sido macabra o normal. Por esto, tengo un respeto muy fuerte por la persona que me tuvo. Me gustaría saber quién es y cómo es físicamente. Pero no sé si me acercaría, porque hay un tema de respeto muy grande por ella y uno no puede llegar e irrumpir en su vida, así como esa persona no puede llegar y entrometerse en la mía. Quizás esa mujer rehízo su vida, quizás nunca contó que tuvo una hija y la dio en adopción. Sería precavida y respetuosa. Me gustaría conocer antecedentes y con eso me bastaría.
¿Conversaste esto con tus padres?
De repente yo le decía a mi mamá que no creo que esa persona se haya olvidado que existo. Toda la contraparte también debe existir. Debe haber también una culpa muy grande. ¿Cómo será la hija que di en adopción, dónde estará, estará bien?
Me gustaría alguna vez poder decirle en una carta que sí la perdono. Después de los padres que me tocaron, tengo una familia maravillosa. Me gustaría decirle que puede vivir su vida tranquila.
¿Y considerarías la maternidad a través de la adopción?
De todas maneras. Pero hay que estar de acuerdo y de manera natural con la pareja. No porque sea mi historia y para mí sea especial, tiene que ser así. Falta el 50 por ciento de aceptación, porque no es un tema que se pueda llevar solo.
En ese caso y tomando el modelo de tus padres, ¿qué harías igual y qué cosas harías diferente?
Creo que haría exactamente igual la forma de contar y de educar. Creo que quizás lo único que cambiaría, ya que hoy el sistema lo permite, es el poder acceder a la historia de origen. Quizás sería más relajada con ese tema y les diría a mis hijos que no me sentiría mal si ellos quisieran saber su historia. Es algo natural y no queda más que apoyar, porque con el sistema actual se puede hacer y si cuentas con el apoyo de tus papás, mucho mejor.
¿Y qué opinas en cuanto a la herencia genética y los parecidos?¿Ustedes como familia se parecen?
Sobre todo con mi hermana que tenemos poca diferencia de edad, nueve meses, nos parecemos. Yo creo que al principio la genética debe pesar mucho, pero con el tiempo ese porcentaje va bajando. El tiempo que uno pasa con la familia es mucho más importante que la genética.
¿Qué opinas de la posibilidad de llegar a ser madre biológica algún día?
Es muy heavy tener un hijo propio. Para mí es mucho más normal la adopción, porque en mi vida todo ha sido adoptado. Eso es lo normal para mí. Tú sabes que tus primos no son de sangre, por lo que adoptas a tus primos. Como mis padres se casaron más grandes, mi abuelo ya había muerto y mi abuela, al poco tiempo. No los conocí, pero mis papás tenían una amiga más grande que no tuvo hijos y nosotros la adoptamos como abuela. Para mí es mucho más normal lo no sanguíneo que lo sanguíneo. Los amigos también son personas que uno adopta en la vida y las redes que se van tejiendo son súper importantes. No me da nervio ser mamá biológica, pero me intriga, ver a alguien que va a ser cien por ciento de mi sangre, por primera vez.
Cita normas A.P.A.:
Siredey, Verónica (2013). Daniela Castillo. Adopción: su vida y su causaAdopción y Familia, 9, 18-22

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